CUATRO BOCAS
No es la panacea, pero tiene cientos de adeptos. Las
albóndigas, tal como las conocemos en Chile, es el peor sinónimo para las meatballs gringas o las
croquetas españolas. Acá, y luego de estudiar un tiempo el mercado, la familia
Peñafiel decidió armar un símil a la cadena norteamericana The Meatballs Shop,
logrando en poco más de un año convertirse en protagonista de las noches
capitalinas, ya que acá se reúnen familias y amigos a disfrutar un concepto
gastronómico diferente.
En
este restaurante todo está convertido a bolas, albóndigas, bocas, bakso, mga
bola-bola, köfte, o como quieran llamarle. Una amplia casona esquina decorada
con materiales reciclados y cuyas terrazas invitan a instalarse con alguna de
sus cuatro diferentes jarras de sangrías (11.900) o un provisto bar de
alcoholes, cervezas, vinos y jugos, para luego decidirse por una de las siete
opciones de bolas –o bocas como las llaman aquí– que preparan: de carne de
vacuno y cerdo, pollo con sésamo, salmón, jaiba, porotos negros, quínoa o
prieta con nuez. Lo que sigue es elegir la salsa casera que mejor le combine:
pomodoro, BBQ, pesto, sweet & spicy, de hongos o maní, y alguno de los
acompañamientos: spaghetti, verduras asadas, ensalada verde o papas fritas
rústicas. Los más hambrientos pueden agregar extras a su gusto como un huevo frito,
cebolla caramelizada, palta, distintos quesos, entre otros, o pedir todo dentro
de una baguette artesanal convirtiendo el plato en un sándwich.
No
es fácil decidir. Como en una tienda de repuestos donde todo se vende por
separado, acá es difícil calcular un precio a no ser que calculadora en mano
haga la suma del plato. Para lo que ya conocen el sistema, es cosa de sentarse
y hacer el pedido, pero cuando a uno le toca una mesera nueva… ¡que Dios nos
salve de las consecuencias! Sin embargo tienen un capitulo con platos armados
para deleite de sus comensales.
Aun
así, sin lograr entender cómo lograr un pedido que nos dejara buenas
sensaciones, las bolas de Prietas son una maravilla (8.290). Una mezcla de
prieta con nueces y salsa dulce-picante, que llena la boca de sabores
entrañables. Para acompañar, un botellín de sauvignon blanc de la viña Leyda
(5.990), que logró un contrapunto perfecto a unas bolas de tártaro de salmón
con palta, mango y almendras tostadas (10.990).
Lo
vegetariano no incomoda al local y muchos van por las bolas de quínoa y ricotta
con salsa de pesto (7.590), o las de lentejas con quínoa (6.990) con salsa de
maracuyá y teriyaki. Tampoco los veganos (tan en boga) salen decepcionados ya
que tienen varias opciones, entre ellas las bolas de papa rellena con pino de
berenjenas sobre salsa pomodoro y chips de betarragas (4.190).
Para
todos y de todas las edades. Muchos llegan por una tabla de “bocas” para
acompañar sus cócteles favoritos. Para ello existe una larga barra donde dos
bartenders atienden los pedidos. La cocina (por esto de las opciones) se hace
algo lenta, pero aun así la experiencia es contundente y sabrosa. De postre,
ricas “bolitas” caramelizadas de arroz con leche (3.990), dieron el punto final
a una tarde/noche entretenida, sin esperar una cena con mayores pretensiones.
(Juantonio Eymin)
Cuatro Bocas / Manuel
Montt 983 / 97514 4423