CRÓNICAS
Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA
WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS(SEPTIEMBRE) LA MENSAJERÍA (José Victorino Lastarria 160 / 98921 3868): “En una primera visita, el personal conversaba al lado de la caja. Elles (lenguaje inclusivo) sí lo estaban pasando bien. Se probó una empanada de pastelera ($2.400), de contenido rico pero con la masa blandengue, al igual que unas dobladitas. Pero el punto más bajo fue un charquicán ($5.400) que venía tibio tirando a frío, con una nota algo ácida en su sabor y coronado con un huevo casi calcinado. Un shock casi a nivel de trastorno cognitivo.” “En una segunda visita las cosas no mejoraron. Primero, no tenían churrasca, un tipo de pan campesino planito que es un caballito de batalla del local. Mal. Tampoco tenían churrasco ni la fricandela vegana en su oferta de sánguches. Y estamos hablando de una carta que ocupa una hoja por ambos lados (y que podrían cambiar cuando esté tan manchada como la de este caso). Al pedir una limonada con endulzante, se explicó que se hacía toda con azúcar. Y con jengibre, por lo menos en teoría, porque de su picor nada de nada al final. Solo venía con algo de menta en proporciones homeopáticas.
WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(SEPTIEMBRE) PASTELERIA STEFANI (Condell 1608,
Valparaíso): “No es encontrable en Santiago un hojaldre tan maravilloso como el
de los pasteles de Stefani, algunos con manzana y manjar blanco, otros con
chantilly y mermelada, otros rellenos con mermelada de frambuesa, otros con
solo pastelera. Bendita la mano que los hace. Y hay todavía más motivos para
una admiración sin límites: los únicos borrachos perfectos de Chile se
encuentran ahí, con su almíbar con ron y su chantilly; los éclairs (de moka -de
café les llaman ahora-, de crema de vainilla y de chocolate) no tienen
paralelos entre nosotros, y la escasísima crema moka, que casi nadie hace ni
sabe hacer en este rincón del mundo, se prodiga en Stefani también en unos
bizcochos cubiertos de almendras laminadas.” “Es muy grande la variedad de
galletas y de confites, de los cuales probamos unas jaleas de naranja y limón
con la cáscara de ambos muy bien confitada. Y hay cocadas y chocolates (la
familia fundadora tuvo parte también en los chocolates Enrilo, de antiguos
recuerdos). Y encuentra también uno ahí esa viennoisserie achilenada que tanto
gusta, como las roscas con pastelera, palmeras absolutamente intachables (¡otro
logro debido a la maestría en el manejo del hojaldre!).”