lunes, 3 de septiembre de 2018

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
CASTILLO FORESTAL
Como en Francia

Ubicado frente al Museo de Bellas Artes, el conocido “Castillito” es un edificio de carácter patrimonial que fue construido a comienzos del siglo XX e inspirado en los Castillos de Loira. Específicamente, fue inaugurado en 1910, bajo el diseño del arquitecto Álvaro Casanova. La construcción -que recuerda a la Francia medieval- entró en un ciclo de decadencia que la llevó a tiempos de inactividad, hogar de vagabundos y usos dispares hasta el año 2011, donde empresarios privados transformaron el lugar en un café-restaurante, donde la gastronomía francesa luce en todo su esplendor.

El francés Nicolás Samson, aparte de ser uno de los socios, es el que lleva las riendas del lugar. Joven, amistoso y conocedor de ambas gastronomías (la chilena y francesa), cuenta que casi el 100% de las recetas son de origen europeo, pero para ello ocupan casi el 100% de productos nacionales. “Se salvan los quesos y chocolates, que son los únicos productos que importamos”, nos cuenta mientras nos presenta a su chef ejecutivo Sebastián Bergongnon y a Carolina Godoy, su pastelera, que sorprende por su versatilidad en la elaboración de postres y pastelería francesa.

Lindo lugar. Con grandes y pequeños comedores y una terraza de lujo con vista al más francés de los paisajes capitalinos. De entradas, desde ostras de Chiloé (9.200 la docena) hasta Choritos (moules) con papas fritas (8.900), acompañados de espumante francés (3.500) o vino de la casa en copa (3.200). Para los amantes del queso, el Camembert horneado con tostadas y miel (6.900), es un imperdible, tanto como el Paté de hígado al cognac, con cebolla caramelizada (3.900).

Sabroso Tártaro de res (5.900) cortado a cuchillo y aderezado en la cocina, es también una tremenda sugerencia, y su Sopa de cebolla (5.500), icono de la gastronomía francesa, se transforma en uno de los imperdibles de este comedor.  

Las ensaladas, quiches y sándwiches también provocan, aunque el Boeuf Bourgignon (10.900) y el Confit de pato (-de Casablanca-13.500) se llevan los aplausos de los comensales, aunque bien es cierto que el pato criado en Chile no supera la calidad del que llega enlatado desde Francia. Pero como acá todos los productos son nacionales, bien vale degustarlo. Si a todo esto se le suma un buen servicio y una impresionante vista, visitar el Castillo Forestal es y será un éxito.

Mención aparte para la repostería. Tanto es así que debieron ponerla a la venta para llevarla a casa. Desde la célebre Tarte Tatin (4.900) a los profiteroles (5.500), o el postre del día (3.900) son delicias que hay que degustar si o si, ya que realmente Carolina, la pastelera, es superlativa.

¿Puras flores?

No. Detalles que hay que tener en cuenta cuando se tengan intenciones de visitar el Castillo, es que la terraza (el must del lugar) se arrienda para eventos varios y no siempre está a disposición del público. Cuando hay atardeceres mágicos, la vista supera incluso la mejor de las comidas. Pero la vida está llena de detalles y es mejor reservar antes de ir a almorzar o cenar. Eso de las reservas es nuevo y lógico. Nada cuesta hacer una llamada y asegurar un lugar adecuado. Y acá, en el Castillo Forestal, si bien las reservas no son lo más requerido, son necesarias, ya que las recomendaciones boca a boca y su estratégica ubicación, lo está convirtiendo en uno de los sitios más apetecidos de la capital. (Juantonio Eymin)

 Castillo Forestal: Av. Cardenal José María Caro 390 / 22664 1544