COCINA CHILENA DE
EXPORTACIÓN
Estamos
obsesionados con la cocina chilena de exportación. Con el advenimiento de
Gastón Acurio haciendo lo propio con la cocina peruana, vivimos esperanzados de
que nuestra gastronomía algún día cruce las fronteras. Muchos de nuestros chefs
quieren convertirse en grandes embajadores de nuestra cocina en el exterior y
no se percatan que ello es casi imposible.
Casi,
ya que el aporte estatal a la cocina nacional es escaso y nulo. No fueron los
grandes chefs los que algún día llegaron con las tendencias que se quedaron
para siempre, como la cocina española en sus inicios, la peruana o la thai.
Allí el Estado (y no el gobierno de turno), entrega los fondos necesarios para
invadir el mundo con sus cocinas, a sabiendas que esta invasión de sabores
proveerá un sinfín de beneficios a la industria y al turismo.
En
nuestro país, la gastronomía, en todas sus facetas, desde la cocina hasta los
libros que se escriben sobre ella, no son tomados en cuenta para nada. No hay
misiones tecnológicas (salvo algunas que se remiten a fondos regionales o
recursos Corfo y que sirven más de paseo que de aprendizaje), ni dinero para
hacer crecer nuestra gastronomía. Y eso no es problema del gobierno de turno ya
que es una práctica común de todos los gobernantes que hemos tenido hasta la
actualidad. A decir verdad, nuestra gastronomía está desamparada y como tal,
destinada a ser en el exterior un catálogo de materias primas sin valor
agregado.
A
pulso no se llega a ninguna parte. ¿Será el momento de ponerse a llorar o
dejamos para siempre esta utopía de que la cocina chilena merece estar en el
podio mundial?