EL FAMOSO JARDÍN DE
MARISCOS
Quién
más o quién menos se ensartó este verano con uno de los platos “caballitos de
batalla” de los cientos de restaurantes que inundan los balnearios de nuestro
Chile. El conocido y vilipendiado Jardín de Mariscos, que en cierta forma se ha
transformado en uno de los platos estrellas del verano y que, en estricta
verdad, poco o nada aporta a nuestra cocina.
¿Qué
es un jardín de mariscos? Depende de donde uno se encuentre, el jardín es una
variedad fría de mariscos frescos (pocos) y cocidos (y muchas veces
descongelados), con poco sabor y menos aroma. En el norte lo emplatan con
ostiones y en el sur con choritos. De seguro -y eso lo debemos tener todos muy
presente-, las salsas que acompañan aportan algo de colorido y sabor a la
presentación. Los camarones (ecuatorianos) son parte de la estrategia de venta.
Hace unos años eran una rareza. Hoy son –por su valor-, ingrediente infaltable
en la cocina nacional, aunque su sabor sea similar al cholguán.
Ni
hablar de los ostiones, generalmente congelados, donde ni siquiera el sabor del
coral se percibe. O las patas de jaibas, muchas de ellas aun con hielo en su
interior, que sólo cambian su sabor cuando se bañan con ketchup o salsa golf.
Las
machas, duras. Muchas veces agradecemos que en el plato vengan dos espárragos
verdes, algo de cebolla con cilantro y un poco de lechuga. A la larga (y que
quede constancia que nosotros también hemos caído en la tentación), el “jardín”
prometido no nos lleva ninguna parte.
Estas
son reflexiones cuando se termina la temporada de verano. Como somos humanos,
es muy probable que el próximo año volvamos a pedir un jardín de mariscos en
alguna caleta de nuestro extenso litoral. En fin… es nuestra realidad y aunque
ya lo advertimos, seguiremos tras estos especímenes de nuestro mar y
continuaremos tratando de encontrarle algo de entretenido a un chicloso anillo
de calamar que ni siquiera las mejores muelas son capaces de convertirlo en
alimento apto para el ser humano. (JAE)