MAGNOLIA
A los pies del Cerro Santa
Lucía y con una arquitectura que sorprende, este restaurante hotelero se está
convirtiendo en una de las grandes alternativas del barrio Lastarria.
El
hotel, de 42 habitaciones, es el primero de su clase en centro de Santiago: una
fusión entre el pasado de la ciudad y su futuro, ofreciendo una belleza
histórica mezclada con acomodaciones de lujo, un restaurante gourmet y una
ubicación perfecta, a pasos del Cerro Santa Lucía. El trabajo de restauración
fue tan perfecto, que la Unesco los galardonó con el premio “Prix Versailles”
para Sudamérica y el Caribe, por su diseño interior y exterior en la categoría
“hoteles y restaurantes boutique”.
Si
bien es cierto que la mayoría de sus pasajeros son extranjeros, la terraza, el
bar y su comedor están a disposición de todos los que gustan del buen ambiente
que se logra en estos espacios. La terraza, abierta a la hora del ocaso, es una
de las grandes novedades que ofrece este establecimiento, incluso con un piso
de vidrio transparente, cómodos sillones y una impresionante vista a la cima
del cerro. Abajo, en el primer piso, un moderno comedor –y bar separado- recibe
a un heterogéneo público que almuerza (o cena) en un ambiente de tranquilidad
casi envidiable.
En
la cocina destaca el trabajo del chef Pedro Salazar, quien tras una larga
estadía en Toronto (Canadá), regresó para hacerse cargo de las cocinas del
hotel Corralco, un resort de esquí en las cercanías del volcán Lonquimay, y
luego elaboró la apertura del Margó del Parque Arauco. Su placer es la cocina
italiana /mediterránea y acá, en el Magnolia, enaltece todo lo aprendido estos
años.
Gente
experimentada en el servicio de sala y vinos. Plenos conocimientos para
recomendar un carménère Maquis del año 2005, luego de un aperitivo con
sauvignon blanc Ritual. De la carta y para escoger, cuatro entradas, cuatro
fondos y similar número de postres, que va variando todas las semanas. Al no
ser un restaurante masivo, la experiencia es valiosa, ya que todo está
preparado a la minuta, destacando los productos y su decoración.
Un
tierno y blando Pulpo grillado en salsa chimichurri verde, zanahorias
confitadas y una emulsión de almejas, cilantro y perejil era una de las
entradas de esta semana. También, y con gran dilema, se podía escoger unos
Choritos y vongoles al vino blanco, con un gran langostino antártico, todo ello
sobre una lasca de pan de campo con pasta de tomates asados.
Tan
finas como las entradas son los fondos. De ellos, dos para salivar: frescos
Fetuccini con ragú de ciervo, portobello y champiñones ostra y queso
mascarpone. Una joyita de plato que francamente dejó atrás a un Lomo de cordero
sobre ñoquis salteados en mantequilla y salvia y lascas de queso de oveja.
Tan
solo un postre para finalizar. Este gran almuerzo no dejaba espacio alguno para
el azúcar, así que compartiendo una Crème Brûlée de harina tostada mientras
bebíamos un gran café expreso (cuesta encontrar buenos cafés en el mercado de
los hoteles y restaurantes), decíamos adiós a este verdadero descubrimiento
céntrico.
¿Cuánto?
$28.000 por persona y muy bien pagados. Un menú a precio fijo sea al almuerzo o
la cena. Luego, le recomendamos que recorra al menos el primer piso de este
lugar. Es realmente alucinante y se nota un cambio radical en los nuevos
arquitectos y diseñadores que están creando espacios como éste. Es un
privilegio tener en la capital estos ejemplos que tan bien le hacen al
desarrollo de nuestro turismo y gastronomía.
Esa
frase que dice “todo vuelve al centro”, pareciera que se está convirtiendo
realidad. Lugares como Magnolia, confirman la apuesta para un sector que por
años estuvo abandonado. (JAE)
Magnolia / Huérfanos
539, Santiago / 22664 4043