martes, 4 de junio de 2019

MIS APUNTES


 
AUREA
Sólido y convincente
Con el ego por las nubes que tienen los chefs y cocineros en Chile (hay algunos que incluso levitan), es difícil encontrar un lugar donde manden dos chefs. Más aun cuando el restaurante se ha convertido en uno de los comedores donde –desde sus inicios- la cocina de autor (o autores) en este caso, se ha ido solidificando día a día, en un barrio un poco esquivo para muchos capitalinos que piensan que la Plaza Italia es una frontera infranqueable.

Dos chefs y una cocina que sorprende: Ismael Lastra y Tomás Saldivia se conocieron en Europa y decidieron regresar a Santiago para instalar una propuesta diferente, que va bastante más allá de las esferizaciones, deconstrucciones y aires moleculares que incorporan muchos chefs que han trabajado al otro lado del charco. Acá lo que manda es el sabor local, dándose el gusto para conquistar estómagos golosos en base a una cocina donde el producto es el principal protagonista. Ayuda a este propósito una cocina tecnificada de última generación y el aporte humano de los cocineros, que aportan las pizcas necesarias para entregar autenticidad en sus preparaciones.

Todo parte en el bar, donde dos bartenders elaboran cócteles de autor que superan la imaginación como uno de ellos, preparado con vodka “La Sirena” de Chiloé, puré de higos, bitter Cynar, vainilla y jugo de pomelo, decorado con pera deshidratada, menta y una rama de canela, y aromatizado con bitter de chocolate ($ 5.900), que acompañamos con un sabroso paté de la casa, para untar con miel de palma y coco tostado, pesto de pistacho y pesto de albahaca (8.900), que nos hace partir con el pie derecho una degustación de platos de la nueva carta que esta vez estuvo acompañada con vinos casi desconocidos para los paganos, como el Gallardía, de De Martino; Santa Cruz de Coya, de Roberto Henríquez; Outer Limits, de Montes; Mingaco moscatel, de viña Chekura y Aupa, de San Javier, todos ellos escogidos por la sommelier Macarena Lladser, incansable buscadora de vinos nuevos y elegantes, esta vez maridados a la perfección con cada uno de los platos degustados.

Para no alargar ni enumerar los platos degustados, tres de ellos prácticamente nos “volaron la cabeza”. Maravillosos los Ostiones con puerros ($ 11.900) a la mantequilla, gratinados con queso y caviar de salmón; unas sabrosas y grandes –blandas- Machas a la parmesana con espuma de erizos ($ 12.900), servidas en un plato de piedra, y un impresionante filete de Corvina con puré de sopaipillas pasadas ($ 11.900), espárragos sous vide, chutney de pepino, mango, cochayuyo, jengibre y salsa mornay, que impresionó a todos los asistentes gracias a la audacia de juntar sabores agridulces, sin perder la calidad de la corvina. Todo un “must”.

A la hora del postre, una moderna versión de nuestro famoso Mote con huesillos, finamente elaborado sobre una galleta, con el caldo de los huesillos y acompañado de un shot de pisco-huesillo, nos convenció que este comedor debería estar entre los mejores de la capital. Excelente servicio, una maravillosa terraza abierta todo el año y varios comedores privados, le otorgan un “plus” a esta sabrosa cocina de autor, que poco a poco ha ido conquistando a todos los que se atreven a buscar lugares diferentes, entretenidos y audaces.

Una cocina sin egos, pero con bastante personalidad. ¡No se lo pierda! (JAE)

Áurea: Antonia López de Bello 191 (esquina Loreto) / Recoleta / 98140 1163