Confieso
que la quínoa no es uno de mis cereales favoritos. Más bien le hago el quite
cada vez que puedo y si bien valoro sus propiedades proteicas, comerla es –para
mí- lo más parecido a ese plástico que tiene burbujas en su interior ya que no
sabe a nada. Alimento de indígenas en un comienzo, fue redescubierta hace un
par de décadas y forma parte de una serie de platos típicos de la región.
Con
denominación de origen boliviana y de gran producción en Perú, Colombia y
Chile, la quínoa posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano, lo
que la convierte en un alimento muy completo y de fácil digestión.
Tradicionalmente, los granos de quínoa se tuestan y con ellos se produce
harina. También pueden ser cocidos, añadidos a las sopas, usados como cereales
o pastas e incluso se fermentan para obtener cerveza o chicha, bebida
tradicional de los Andes.
Poco
conocía de este producto (aparte de comerla en variadas formas sin conseguir
ninguna de ellas una apreciación altamente positiva), hasta que tuve la
necesidad de comprarla por encargo, lo que me hizo ir en búsqueda de este
cereal en un supermercado de la capital. Me costó encontrarla y ahí recién me
enteré que un kilo quínoa tiene un valor aproximado a los $ 6.000. ¿Cara?
Posiblemente
el producto sea difícil de producir y comercializar. No cabe duda de ello. Sin
embargo, me llené de contradicciones y dudas con respecto a este cereal. Su
valor sólo le permite ser adquirido por un ínfimo porcentaje de la población
chilena y lo deja como un producto para élites y grupos socioeconómicos que no
les interesa administrar los costos de la alimentación de sus familias. En
definitiva, es casi imposible y nula la posibilidad de que sea parte de la
cadena alimenticia de los chilenos en general. Un producto que se comercializa
a seis veces el precio de un kilo de arroz no es precisamente la salvación
alimenticia para nuestro pueblo. Aun así, cientos de recetas “populares”
incluyen este pseudo cereal entre sus ingredientes.
La
quínoa en Chile está al mismo nivel que las morchellas o los cortes nobles de
carne. Productos que si bien son abundantes en nuestro territorio sólo pueden
ser consumidos por un pequeño porcentaje de los chilenos. De alimento de los
indígenas pasó a ser una extravagancia. Y aunque no lo crean (y pasa lo mismo
con los vinos), es posible encontrara más barata en el exterior.
¿Digno
de Ripley? (JAE)