LA RED
SOCIAL MAS GRANDE DEL MUNDO
“Cada vez que se cierra
un bar (o restaurante) se pierden para siempre 100 canciones. Se desvanecen mil
te quiero, y ni los goles se repiten. Porque en un bar nos declaramos,
escribimos guiones de cine y hasta redactamos la Constitución. Aquí, o eres de
barra o eres de mesa, pero todos somos de bares y restaurantes: venimos así de
fábrica. Los satélites detectan un local cada 18 segundos. Si no encuentras a
alguien, está en el bar. La red social más grande del mundo se llama bar.
Porque nos gusta vernos, tocarnos, estar juntos... Y juntos vamos a echar una
mano a nuestros bares, el lugar donde siempre somos felices".
Este anuncio de Coca-Cola, que apela a unas emociones ahora a flor de piel por
el confinamiento, reivindica a nuestros benditos bares. Hoy cobra total
actualidad y de ahí la necesidad de que abran pronto, aunque, en realidad, se
emitió en las cadenas de televisión en el año 2013, tras los devastadores
efectos de la crisis económica. En 2020 la crisis es otra, sanitaria, pero
tanto el eslogan como todo el argumento son igualmente válidos.
El
coronavirus ha obligado a cerrar por decreto y los empresarios de la gastronomía
ya estudian todas las posibilidades a su alcance para minimizar el desastre
cuando suceda la post-pandemia, ya sea tomar la temperatura a los clientes, las
cartas desechables y los geles en las mesas en el lugar de los servilleteros.
Las soluciones que se estudian para volver a acoger al comensal son múltiples
en un incierto futuro muy distinto al pasado que conocemos. "Nunca como
ahora nuestro futuro es el presente. Y es un presente que aún no tenemos claro,
pero no solo en nuestra profesión, sino en todas. La lógica es saber a qué
jugamos: como en una mesa de póker vamos a tener que funcionar con nuevos
hábitos y depositar la confianza tanto en el cocinero como en la persona con
quien nos sentaremos a comer".
"Nadie
sabe ni cómo ni cuándo, así que lo mejor será aplicar el sentido común e ir
preparándose para cuando den la luz verde. Disposiciones legales aparte,
ofrecer seguridad y confort a los clientes van a ser un plus necesario para
atraer comensales. Por ejemplo, instalar equipos de ozono o ultravioleta en
todas las salas y cocina, contratar un servicio externo que desinfecte y
certifique o redistribuir mesas en los comedores con la suficiente separación. Habrá
que ingeniárselas para que los cubiertos se presenten al cliente como algo
esterilizado para cada uso, quizá en un envoltorio desechable como los
instrumentos de los dentistas. En definitiva, asegurar lo máximo posible la
seguridad y además que el esfuerzo sea visible para que los clientes recobren
la confianza de acudir a un lugar público. Si todo funciona como queremos, los
clientes volverán. Y ese es el único propósito del rubro: que regrese el
público, para hacer de nuestros bares y restaurantes nuestra gran red social.