UNA MANO LAVA LA OTRA
Fuera de concurso. En silencio. Sin prensa ni relaciones públicas. Sin sacarle provecho ni buscando aplausos. Sin querer que los recuerden o que los imiten. Aunque se emocionan cuando lo cuentan. La historia comienza cuando los ejecutivos del restaurante Giratorio quisieron devolverle la mano a la buena fortuna de tener todos los días del año una ocupación importante. Más de veintisiete años entreteniendo a miles de turistas y capitalinos que constantemente visitan el único restaurante que gira en la ciudad.
Querían dar las gracias y lo hicieron a su manera. Se comprometieron con Alter Ego, la fundación que rehabilita niños con parálisis cerebral para llevarlos a tomar desayuno a sus dependencias. La logística fue impresionante. Todos colaboraron, ya que el Giratorio está emplazado en un piso 17 y el ascensor llega hasta el 16. De ahí, hubo que subir a cada niño en brazos para que lograran, felices, mirar la ciudad y tener un día distinto.
En esa ocasión los cuarenta niños de Alter Ego fueron los reyes. El resto, el personal y los ejecutivos del restaurante, sus emocionados anfitriones. Más de alguna lágrima rodó por algunos rostros y la jornada finalizó con un compromiso permanente para estos niños dañados de por vida. Y como trabajar con ellos es tremendamente cansador, el restaurante invitó tiempo después al personal que labora en esta fundación a un almuerzo de agradecimiento por su esforzada tarea.
Responsabilidad social le llaman. Conciencia social podría ser también. Si todos aportáramos con un grano de arena para ayudar a tantos y tantos marginados que tiene el país, podríamos pensar que nuestro Chile es solidario. Me pidieron por favor que no publicara nada de este evento. Sin embargo, hechos como éste no se pueden dejar en el olvido. Y si de algo puede servir este artículo es para incentivar a los demás a imitar una de las acciones más solidarias que hemos podido contar en estos 21 años de vida de Lobby. (JAE)
Fuera de concurso. En silencio. Sin prensa ni relaciones públicas. Sin sacarle provecho ni buscando aplausos. Sin querer que los recuerden o que los imiten. Aunque se emocionan cuando lo cuentan. La historia comienza cuando los ejecutivos del restaurante Giratorio quisieron devolverle la mano a la buena fortuna de tener todos los días del año una ocupación importante. Más de veintisiete años entreteniendo a miles de turistas y capitalinos que constantemente visitan el único restaurante que gira en la ciudad.
Querían dar las gracias y lo hicieron a su manera. Se comprometieron con Alter Ego, la fundación que rehabilita niños con parálisis cerebral para llevarlos a tomar desayuno a sus dependencias. La logística fue impresionante. Todos colaboraron, ya que el Giratorio está emplazado en un piso 17 y el ascensor llega hasta el 16. De ahí, hubo que subir a cada niño en brazos para que lograran, felices, mirar la ciudad y tener un día distinto.
En esa ocasión los cuarenta niños de Alter Ego fueron los reyes. El resto, el personal y los ejecutivos del restaurante, sus emocionados anfitriones. Más de alguna lágrima rodó por algunos rostros y la jornada finalizó con un compromiso permanente para estos niños dañados de por vida. Y como trabajar con ellos es tremendamente cansador, el restaurante invitó tiempo después al personal que labora en esta fundación a un almuerzo de agradecimiento por su esforzada tarea.
Responsabilidad social le llaman. Conciencia social podría ser también. Si todos aportáramos con un grano de arena para ayudar a tantos y tantos marginados que tiene el país, podríamos pensar que nuestro Chile es solidario. Me pidieron por favor que no publicara nada de este evento. Sin embargo, hechos como éste no se pueden dejar en el olvido. Y si de algo puede servir este artículo es para incentivar a los demás a imitar una de las acciones más solidarias que hemos podido contar en estos 21 años de vida de Lobby. (JAE)