LA HACIENDA DEL JABALÍ
Confieso que no conocía Lampa. Para mi era la primera plaza de peaje cuando uno viaja al norte. Por ello me intrigó un restaurante que de boca en boca se está haciendo conocido. La Hacienda del Jabalí se llama y la gracia es ir a comer la carne de este animal. Un criadero de jabalíes junto a un restaurante y un mini zoo esperaba mi visita.
40 minutos en auto lo separan del centro de la capital. Un viaje que comienza en la ruta 5 norte y luego del ingreso del cruce a Lampa, hay que recorrer otro trecho viviendo ya un Santiago más pueblerino, esos de almacenes pintados de azul con letras amarillas, con casas de adobe y gentes a caballo. Lampa ya es campo. Donde aun quedan campesinos a caballo aunque ya muchos los han reemplazado por bicicletas… y los mas pudientes, por motos.
Al entrar al lugar se alcanzan a divisar los guanacos, emus, ciervos, llamas y maras que habitan en este mini zoo. Todo limpio e impecable. A un costado, el restaurante. Nuevo y grande. Una construcción al estilo de antes pero con todo lo que la modernidad requiere. Un pisco sour me recibe. También a la antigua, con clara de huevo y todo. De ahí en adelante todo sería jabalí. La razón de mi visita.
Enumero: jabalí apanado con sésamo y salsa de frambuesas; jabalí al pilpil y flautas mexicanas de jabalí. Eso, de entrante. Mis anfitriones, Pablo y Carolina, me cuentan que estas muestras son solo parte de la variedad de platos que elaboran con este mamífero. Contrariamente a lo pensado, poco se parece a la carne de nuestro actual cerdo. La diferencia es como un pollo de criadero versus un gallo de campo. Sin embargo los picoteos entretienen.
El caldillo de jabalí ahumado que me sirvieron a continuación fue lo máximo. Alucinante. Sabroso y fuera de serie. Quien vaya no puede obviarlo. De sabores ahumados y algo picante, con un caldo enjundioso y provocador, acompañado de cebolla muy bien sancochada y papas cortadas en cuartos, me regresó a los valdivianos de antaño y a pensar lo rico que sería este plato un día de lluvia, con frío, con pan amasado o una buena marraqueta y mantequilla de campo. Top, por así decirlo.
Luego, el leit motiv del almuerzo. Un jabato de 2 meses al horno tal como elaboran los españoles el cochinillo. Antes de trozarlo fue presentado en la mesa en todo su esplendor, crujiente aunque no apto para corazones sensibles. A decir verdad, preferiría no haberlo visto. De ahí a la cocina para volver trozado y acompañado de diversas ensaladas de la casa: papas salteadas al ajo; ensalada de cebolla, aceitunas y charqui de jabalí; puré al merquén y la popular chilena, esta vez con una mezcla de cebollas blanca y roja. Para beber, el vino de la casa, originario de Santa Cruz, etiquetado con el nombre del lugar y más que bueno y económico para la degustación
El jabato, bueno. Magro como debe ser. Recién destetado aun conserva sabores maternos. Un trozo de costilla y otro de pierna que no me fue posible abordar en su totalidad. Los acompañamientos, criollos, abundantes y bien servidos, una bendición para acompañar la carne del jabato. La música, folclore argentino, le da un aire patagónico al lugar, aun estando a minutos de Santiago.
Un sencillo postre de plátano, galleta y merengue ayuda a dar el punto dulce a un almuerzo distinto. El lugar, familiar y por lógica para no fumadores, es limpio y atractivo. Incluso cuenta con mudadores para bebés. La carta (y sus precios), que puede conocer en http://www.lahaciendadeljabali.cl/ va mucho más allá que lo que me ofrecieron. Carnes varias y pescados también están a disposición de los visitantes. La idea es esa. El jabalí es la estrella de la casa, pero hasta los vegetarianos se pueden llevar una buena impresión de este lugar.
Está más a trasmano que lejos. Los chicos lo pasarán muy bien visitando el mini zoo y las entretenciones que ofrecen. Los grandes vivirán una jornada única y relajada. A decir verdad, sólo faltan las hamacas para dormir bajo los árboles del lugar luego de un opíparo almuerzo. Y en la página web le explican como llegar.
Un descubrimiento (Juantonio Eymin)
La Hacienda del Jabalí: Central Lo Vargas parcela 23, Lampa, fono 8423029, movil 9-4421358. Atienden de martes a domingo a la hora de almuerzo.
Confieso que no conocía Lampa. Para mi era la primera plaza de peaje cuando uno viaja al norte. Por ello me intrigó un restaurante que de boca en boca se está haciendo conocido. La Hacienda del Jabalí se llama y la gracia es ir a comer la carne de este animal. Un criadero de jabalíes junto a un restaurante y un mini zoo esperaba mi visita.
40 minutos en auto lo separan del centro de la capital. Un viaje que comienza en la ruta 5 norte y luego del ingreso del cruce a Lampa, hay que recorrer otro trecho viviendo ya un Santiago más pueblerino, esos de almacenes pintados de azul con letras amarillas, con casas de adobe y gentes a caballo. Lampa ya es campo. Donde aun quedan campesinos a caballo aunque ya muchos los han reemplazado por bicicletas… y los mas pudientes, por motos.
Al entrar al lugar se alcanzan a divisar los guanacos, emus, ciervos, llamas y maras que habitan en este mini zoo. Todo limpio e impecable. A un costado, el restaurante. Nuevo y grande. Una construcción al estilo de antes pero con todo lo que la modernidad requiere. Un pisco sour me recibe. También a la antigua, con clara de huevo y todo. De ahí en adelante todo sería jabalí. La razón de mi visita.
Enumero: jabalí apanado con sésamo y salsa de frambuesas; jabalí al pilpil y flautas mexicanas de jabalí. Eso, de entrante. Mis anfitriones, Pablo y Carolina, me cuentan que estas muestras son solo parte de la variedad de platos que elaboran con este mamífero. Contrariamente a lo pensado, poco se parece a la carne de nuestro actual cerdo. La diferencia es como un pollo de criadero versus un gallo de campo. Sin embargo los picoteos entretienen.
El caldillo de jabalí ahumado que me sirvieron a continuación fue lo máximo. Alucinante. Sabroso y fuera de serie. Quien vaya no puede obviarlo. De sabores ahumados y algo picante, con un caldo enjundioso y provocador, acompañado de cebolla muy bien sancochada y papas cortadas en cuartos, me regresó a los valdivianos de antaño y a pensar lo rico que sería este plato un día de lluvia, con frío, con pan amasado o una buena marraqueta y mantequilla de campo. Top, por así decirlo.
Luego, el leit motiv del almuerzo. Un jabato de 2 meses al horno tal como elaboran los españoles el cochinillo. Antes de trozarlo fue presentado en la mesa en todo su esplendor, crujiente aunque no apto para corazones sensibles. A decir verdad, preferiría no haberlo visto. De ahí a la cocina para volver trozado y acompañado de diversas ensaladas de la casa: papas salteadas al ajo; ensalada de cebolla, aceitunas y charqui de jabalí; puré al merquén y la popular chilena, esta vez con una mezcla de cebollas blanca y roja. Para beber, el vino de la casa, originario de Santa Cruz, etiquetado con el nombre del lugar y más que bueno y económico para la degustación
El jabato, bueno. Magro como debe ser. Recién destetado aun conserva sabores maternos. Un trozo de costilla y otro de pierna que no me fue posible abordar en su totalidad. Los acompañamientos, criollos, abundantes y bien servidos, una bendición para acompañar la carne del jabato. La música, folclore argentino, le da un aire patagónico al lugar, aun estando a minutos de Santiago.
Un sencillo postre de plátano, galleta y merengue ayuda a dar el punto dulce a un almuerzo distinto. El lugar, familiar y por lógica para no fumadores, es limpio y atractivo. Incluso cuenta con mudadores para bebés. La carta (y sus precios), que puede conocer en http://www.lahaciendadeljabali.cl/ va mucho más allá que lo que me ofrecieron. Carnes varias y pescados también están a disposición de los visitantes. La idea es esa. El jabalí es la estrella de la casa, pero hasta los vegetarianos se pueden llevar una buena impresión de este lugar.
Está más a trasmano que lejos. Los chicos lo pasarán muy bien visitando el mini zoo y las entretenciones que ofrecen. Los grandes vivirán una jornada única y relajada. A decir verdad, sólo faltan las hamacas para dormir bajo los árboles del lugar luego de un opíparo almuerzo. Y en la página web le explican como llegar.
Un descubrimiento (Juantonio Eymin)
La Hacienda del Jabalí: Central Lo Vargas parcela 23, Lampa, fono 8423029, movil 9-4421358. Atienden de martes a domingo a la hora de almuerzo.