NORMANDIE
Las tres “B”
Tenía curiosidad por conocer el Normandie. Aunque no lo crean y aunque sabía de su calidad, nunca había entrado a este lugar. Un rico enclave francés en Santiago me comentaban. Quise salir de dudas y la semana pasada me apersoné por el lugar. Dos ambientes y un restaurante. Una decoración muy de la belle époque que gusta y encanta. Su clientela, fiel, mantiene sus hábitos: algunos llegan por un café y a leer el diario; otros van por una sopa de cebollas o una tortilla; o una botella de buen vino para conversar. No hay estridencias y se respira paz y sabor.
No hay chef ni paseos para los aplausos. Es un cocinero el que hace todo allí. Gustavo Romero se llama y muchos ni siquiera deben saber de su existencia. Los parroquianos saben, eso sí, que cocina rico y sabroso. De la barra, y para comenzar, un buen pisco sour. Lo bebo mientras miro a la clientela. Variada y heterogénea. Grupos de jóvenes compartiendo una botella de vino. Una pareja de enamorados deleitándose con uno de los varios guisos que ofrecen. Los ruidos de la calle, en plena Providencia, desaparecen una vez cerradas sus puertas de vidrio. Dos pantallas de plasma transmiten imágenes sin sonido. Calma y sabor. A lo que se va a un restaurante.
La carta es típica francesa, o la criolla que se afincó en el país a mediados del siglo XIX. Comida de la clásica: sardinas al vinagre; pato en tres versiones (magret, a la naranja y a las aceitunas verdes); boeuf bourguignon de alto calibre; codornices guisadas; sopa de cebollas y una que otra receta no propia de la Francia como una muy bien lograda tortilla española.
¿Por qué gusta? Dos razones: un ambiente bohemio y cálido a la vez y una cocina que encanta. Hay una tercera razón eso si y es la más valedera ya que los precios son más que sensatos. No sólo ofrecen buena comida y ambiente sino que la cuenta final le sorprenderá. Pocos restaurantes se pueden dar el lujo de que la calidad no interfiera con los precios de su carta. Uno de sus caballitos de batalla, el conejo al vino blanco y mostaza lo ofrecen a $ 5.200. No hay donde perderse.
Lo recomiendo a ojos cerrados. Estoy tan seguro que le gustará que me atrevo a apostarle que si no le va bien en el Normandie, no me lea nunca más ya que no merezco recomendarle buenos establecimientos.
En esta apuesta voy a la segura (Juantonio Eymin)
Normandie: Av. Providencia 1234 (estacionamiento público en Manuel Montt), fono 236 3011.
Las tres “B”
Tenía curiosidad por conocer el Normandie. Aunque no lo crean y aunque sabía de su calidad, nunca había entrado a este lugar. Un rico enclave francés en Santiago me comentaban. Quise salir de dudas y la semana pasada me apersoné por el lugar. Dos ambientes y un restaurante. Una decoración muy de la belle époque que gusta y encanta. Su clientela, fiel, mantiene sus hábitos: algunos llegan por un café y a leer el diario; otros van por una sopa de cebollas o una tortilla; o una botella de buen vino para conversar. No hay estridencias y se respira paz y sabor.
No hay chef ni paseos para los aplausos. Es un cocinero el que hace todo allí. Gustavo Romero se llama y muchos ni siquiera deben saber de su existencia. Los parroquianos saben, eso sí, que cocina rico y sabroso. De la barra, y para comenzar, un buen pisco sour. Lo bebo mientras miro a la clientela. Variada y heterogénea. Grupos de jóvenes compartiendo una botella de vino. Una pareja de enamorados deleitándose con uno de los varios guisos que ofrecen. Los ruidos de la calle, en plena Providencia, desaparecen una vez cerradas sus puertas de vidrio. Dos pantallas de plasma transmiten imágenes sin sonido. Calma y sabor. A lo que se va a un restaurante.
La carta es típica francesa, o la criolla que se afincó en el país a mediados del siglo XIX. Comida de la clásica: sardinas al vinagre; pato en tres versiones (magret, a la naranja y a las aceitunas verdes); boeuf bourguignon de alto calibre; codornices guisadas; sopa de cebollas y una que otra receta no propia de la Francia como una muy bien lograda tortilla española.
¿Por qué gusta? Dos razones: un ambiente bohemio y cálido a la vez y una cocina que encanta. Hay una tercera razón eso si y es la más valedera ya que los precios son más que sensatos. No sólo ofrecen buena comida y ambiente sino que la cuenta final le sorprenderá. Pocos restaurantes se pueden dar el lujo de que la calidad no interfiera con los precios de su carta. Uno de sus caballitos de batalla, el conejo al vino blanco y mostaza lo ofrecen a $ 5.200. No hay donde perderse.
Lo recomiendo a ojos cerrados. Estoy tan seguro que le gustará que me atrevo a apostarle que si no le va bien en el Normandie, no me lea nunca más ya que no merezco recomendarle buenos establecimientos.
En esta apuesta voy a la segura (Juantonio Eymin)
Normandie: Av. Providencia 1234 (estacionamiento público en Manuel Montt), fono 236 3011.