miércoles, 21 de abril de 2010

LOS CONDUMIOS DE DON EXE


DE CONCURSOS Y DE SOMMELIERS

Aun me cuesta entender la razón de que las mujeres sommeliers se visten como hombres. ¡Ni un tris de pechuga al aire! Se enfundan en unos ternos negros y se ponen unas horripilantes corbatas de color burdeos para confundir aun más a los clientes. Son serias, lo entiendo, pero eso de no ser coquetas en un mundo que vive con tangas y jeans ajustados, me tienen aproblemado. Lo viví en el Mundial de Sommeliers que se realizó la semana pasada en Santiago. Muchas chicas regias vestidas de negro, una romería de jotes sin destino alguno. A varias me las imaginaba en Ibiza o en Varadero con todas sus presitas al aire. Pero como andaban trabajando y concursando, parecían más bien monjitas de claustro en búsqueda de aromas y sabores de los buenos y de los otros.

Tengo muchas amigas sommeliers y me soslayo con ellas cuando andan “de franco”. Visten regias. Poleritas ajustadas y falditas que poco dejan a la imaginación. Cuando trabajan cambian su personalidad, son otras. Y el último Mundial de Sommeliers me lo confirmó. A la poca pelota que le dan los medios de comunicación a las actividades gastronómicas y vitivinícolas en nuestro país, me di el tiempo de observar “in profundis” este congreso. Harta gala, harto vino y más espumoso. Mucha visita a viñas y mucha comida. Es lógico. Los sommeliers son parte fundamental del buen comer y beber

¿Estamos lejos de tener los mejores sommeliers? En realidad estamos cerca pero no somos los tigres que pensábamos ser. Los ingleses, que no hacen ni un puto vino pero son capaces de ganar el Mundial de Sommeliers dándose el lujo de importar un ciudadano francés. Nosotros, que nos creíamos los reyes de Latinoamérica y mirábamos con desprecio hasta a nuestros vecinos argentinos, nos damos cuenta, ahora, que nos llevan ventajas difíciles de remontar. Y en esto no hay que ponerse una venda en los ojos ya que es una realidad a toda prueba.

Me extravié en mis elucubraciones cuando pensé que el ganador del concurso tenía pinta de profesor de matemáticas de colegio pagado. A decir verdad cero glamour y eso habla bien del comité que lo evaluó. Gerard Basset tenía hambre de premio. Seis años anduvo tras la corona y al final la consiguió. Nuestro querido Ricardo Grellet quedó atrás, pero por más conocimientos que pueda tener, las limitantes de ser sudaca le cortaron sus ansias. Para la próxima vez Ricardo, juro que alcohol raro que llegue a mis manos lo beberemos juntos. Además, si hubieses ganado sería difícil tenerte entre nosotros. Y eso no es bueno ya que eres de los nuestros.

Estoy complicado. Me gustan las sommeliers pero discrepo en la forma que visten. Se ven poco sensuales. A decir verdad, un poquito ahombradas y poco puedo confiar en ellas cuando andan disfrazadas. ¿Qué tal un vestidito de gasa negra con breteles y sus atributos a la vista?

Harto ganaría la profesión.

Exequiel Quintanilla