miércoles, 1 de septiembre de 2010

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR

CÓMO SER JURADO EN UN CONCURSO DE EMPANADAS
(Y no morir en el intento)

Sábado 28 de agosto. 11.50 A.M.


Apresuro mis pasos ya que voy algo atrasado a la cata de empanadas del Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile. No recuerdo a ciencia cierta qué me motivó a participar este año como catador de estas delicias dieciocheras. Quise declararme enfermo, pero no podía ser desleal con el grupo. Llego al ristorante Da Carla, lugar de las degustaciones cuando recién estaban terminando el aseo. Me derivan al segundo piso y allí estaba todo listo para lo que sería una larga sesión de comida y bebida.

No sé de dónde salió una tira de omeprazol. Un vaso de agua y dos capsulas para adentro. El comisario de la prueba nos da las indicaciones del caso y con una sonrisa maquiavélica nos indica que “sólo” cataríamos 33 muestras. Cuando llegó la primera brindamos con una copa de carménère Doña Dominga por el éxito de nuestra labor y comenzamos a trabajar.

Malitas las primeras diez. Todas sin parar y cada cinco minutos llegaban cortadas en tres a la mesa. Dos empanadas para comerlas y una para mirarla. En mis notas de cata
abundaban los 2, los 3 y los 4. Nada más. Hasta ese momento el vino estaba infinitamente superior a las empanadas.

Un pequeño suspiro para la segunda tanda. Oh, sorpresa, la empanada numero 19 me gustó y también fue del parecer del resto de los jurados. Por fin una muestra de buena calidad, bien horneada, buena relación de carne y cebolla, buenos aliños. El alma me volvió al cuerpo y pensé que de ahí en adelante se arreglaría el panorama. Como es de suponer por el lector, a esas alturas ya la cata era tarea titánica ya que nadie tenía hambre.

Pero volví a caer al pozo de la desilusión al catar la muestra siguiente: con ¡curry!... ¿Habrán aprendido hacer empanadas en la India o era una muestra de la nueva empanada chilena del siglo XXI? Nunca lo sabremos. ¿Dónde se compró? El comisario de la prueba es el único que sabe el nombre y los apellidos de cada producto degustado. Y no se lo mostraría ni a su gato regalón.

De dulce y de agraz el sábado. La muestra 22 la aplaudimos y brindamos por ella. Igual cosa pasó con las dos últimas del día, pero francamente una jornada para el olvido. ¿Será que los sábados en la mañana los negocios que venden empanadas se desprenden de las que no han vendido en la semana antes de sacar las nuevas horneadas? ¿Será que el grupo de cata tuvo mala suerte? Personalmente no creo en la mala suerte. Creo en las empanadas añejas.

¡Buena suerte y hasta mañana!, nos dice nuestro notario. Un par de horas después, dormía y soñaba con un gran campo de cebollas en donde yo las recolectaba con las manos y las dejaba en una bodega inundada a perfumes azufrados.

Domingo 29 de agosto. Mediodía

Dudé ir por segundo día consecutivo. Había dormido pésimo y el sueño de las cebollas se me repetía una y mil veces al igual como cuando se tiene fiebre. Estaba algo destruido pero milagrosamente no sentía malestar alguno. Bueno, tener el aliento algo fuerte no es un malestar precisamente. Malas pero sanitas las empanadas del sábado, pensé. Y ya vería como se vendría el segundo día de la competencia.

Como alumnos de colegio, todos presentes a las 12 del día. A esa hora comenzaría otra dura experiencia. ¿Hambre?, nada. ¡Les tengo una buena noticia! Nos cuenta nuestro ya odiado comisario. ¡Hoy solamente catarán 30 muestras, pero si quedan con hambre, les guardamos las empanadas de ayer para que se las coman!

Nada de simpático nuestro notario.

La milagrosa tirita de omeprazol apareció nuevamente y otras dos cápsulas se fueron directo a mi estómago. ¿A nadie se le ha ocurrido ponerle polvitos de omeprazol a las empanadas? Juro que se haría millonario…

Otro brindis con Doña Dominga por el éxito de la nueva jornada. Dos jurados del día anterior se excusaron y llegó sangre nueva al concurso. Partiríamos desde la muestra 34 a la 64. Una nimiedad, apenas un poquito más de cinco docenas en dos días. Con razón mi médico no me cobra cuando lo voy a ver. Creo que va a sacar un doctorado en The Johns Hopkins University con mi caso.

Y partimos. Lindas empanadas llegaron a nuestras mesas. Pero no hay que equivocarse, lindas pero por dentro un dramón mexicano: para llorar. Otras, no tan lindas gustaron a rabiar. Menos notas malas que el sábado. Definitivamente las empanadas que se compran el domingo son superiores. Más nota 4, 5 y 6 para este día. Me encantó la muestra 47, que nunca sabré su origen, la 54 y la 61. Números para la estadística quizá y prueba fehaciente de que nadie podía saber dónde se compraron las empanadas.

Otro largo día. Por la mesa de cata pasaron los cronistas Paula Minte, Pilar Larraín, Daniel Greve, Rodrigo Martínez, Rodrigo Ortega, Gastón Ross, Mariana Martínez y quien escribe. Aparte, nuestro odiado comisario fue Eduardo Brethauer quien nos comentó al final de la cata que las empanadas se habían comprado en once comunas de la capital y que sólo el 34% de las muestras habían superado la nota 5. Y de todas ellas, sólo una alcanzó un promedio sobre seis.

Bajativo de la casa (del Da Carla) para celebrar la finalización de la prueba. Casi todos optamos por una copa de Araucano. Santo remedio.

Finalizada la tarea y en una entrevista luego de conocerse los resultados me preguntaban la razón del porqué las ganadoras siempre eran del barrio alto de la capital, algo que a muchos les desagrada y piensan que la compra de empanadas es sólo en este sector de Santiago. Fue difícil responder pero creo fielmente que después de siete años catando empanadas para este concurso, en el barrio alto le ponen más “tinca” ya que el consumidor es bastante más exigente que en el resto de las comunas. Se positivamente que deben existir decenas de locales en toda la capital que expenden un producto de primera calidad y que merecerían estar entre las premiadas este año, sin embargo el esfuerzo por dar a conocer y destacar parte de lo bueno que se vende en estas fiestas, debe ser considerado por la comunidad.

Y aquí estoy. Sanito y con la conciencia tranquila para entregarles los resultados finales. O sea, las empanadas que tuvieron sobre nota 5.

6,16 La Punta, Los Abedules 3016, Vitacura ($1.150)

5,86 Las Hermanas
, Río Tajo 8361, Las Condes ($ 1.000)
5,82 Ña Matea, comprada en Rotisserie, Av.Luis Pasteur 5923-B, Vitacura ($1.000)
5,72 Las Palmas, Av. El Bosque Sur 42, Las Condes ($1.100)

5,72 Rosalía
, Pastor Fernández 15521, Lo Barnechea ( $ 1.200)
5,62 Las Bezanilla, Av. Vitacura 3744, Vitacura ($1.050)
5,56 San Rosendo, Luis Carrera 2247, Vitacura ($690)

5,54 Dulce Refugio, Av. Las Condes 14141– Loc.16, Las Condes ($1050)
5,48 Vasco, Pasaje Las Camelias 1419, La Florida ($ 750)
5,48 Café Colonia, Mac Iver 161, Santiago Centro ($1100)

5,26 Tomás Moro, Av. IV Centenario 1072, Las Condes ($900)
5,26 Bombón Oriental, Merced 345, Santiago Centro ($1200)
5,22 El Ingenio, Av. Vitacura 5346, Vitacura ($990)

5,22 Budian, Las Hualtatas 5194, Vitacura, ($1000)
5,16 Ambassador, Tobalaba 975, Providencia ($985)
5,16 Laura R, Av. Vitacura 3414, Vitacura ($ 1100)

5,14 Paula A, Los Militares 6946, Las Condes ($900)
5,10 Las Méndez, Av. Las Condes 9571, Las Condes ($750)
5,08 Café Bokato, Av. Eliodoro Yáñez 2209, Providencia ($1000)

5,04 Quincho Lo Arcaya, Gral. San Martín Oriente 13340, Parcela 12-K ($1300)
5,00 Dolce y Salato, El Matico 3899, Vitacura ($ 1200)

Es importante destacar que dentro de las mejores empanadas hubo varias que se destacaron por su gran relación precio-calidad, como los establecimientos San Rosendo ($690), Vasco ($750) y Las Méndez ($750).

Propuse hacer junto a las empanadas un concurso de chicha cocida. Ni les cuanto la sarta de improperios que recibí. Parece que no aceptaron mi moción. (Juantonio Eymin)