NORMANDIE
Las tres B
Es difícil encontrar hoy por hoy en Santiago un restaurante que sin aspavientos sea bueno, bonito y barato. Las tres B que tanto se anhela y que en el caso de la gastronomía son conceptos tan esquivos. Pero en plena Providencia e inserto en un sector bastante cultural por la presencia de teatros y otras expresiones artísticas, se encuentra el Normandie, un bistrot francés de esos que dan ganas de aplaudir.
Dos ingresos que sirven para diferenciar a los que fuman y los que no lo hacen. En su interior todo puede recordar a Francia. Sus maderas, su decoración, sus espejos y mil y un detalles hacen que sentarse en una mesa sólo a tomarse un café ya sea una delicia. Da la sensación que es bastante más longevo aunque sólo tiene 8 años de vida. Pero el Normandie es más que un café o un bar. Es un restaurante hecho y derecho y su especialidad es una mezcla entre la sabrosa comida belga, la refinada gastronomía francesa, algo escandinavo y un poquito de la Madre Patria.
Un calor de los mil demonios me recibe temprano para una cena familiar. Mientras espero bebo con ansias una cerveza ya que es lo único que realmente aplaca la sed y a la vez hidrata el organismo. Mientras tanto me entretengo oteando la fauna que llega a este lugar: por ahí un señor, calvo ya, bebiendo un café y leyendo La Segunda tranquilamente y sin prisas. Más allá, un grupo de cuatro chicas son sendos pisco sours en la mano y riéndose de cualquier cosa. Cerca mío, un matrimonio con bolsas de regalos pascueros bebiendo una botella de vino blanco. En la barra, dos parroquianos bebiendo cerveza y haciéndose los lindos con las mozas del lugar.
No existen los manteles pero sí enormes individuales de papel kraft que cubren la mesa completa. Pan fresco y caliente, paté de la casa, mantequilla y una buena mostaza francesa para comenzar a picotear. Tortilla a la española para comenzar (3.500), algunos con cerveza y otros con un fresco sauvignon blanc William Cole (7.900, una ganga). Una tortilla a punto, con un jugoso interior y elaborada con huevos, papas, cebollas y chorizo. Si bien se aleja de la ortodoxia española de normas de elaboración de una tortilla, acá quedamos todos felices con los agregados de cebolla, chorizo y pimentón.
Cuando le dimos el bajo a las tortillas, el Normandie ya estaba repleto de un heterogéneo público. Jóvenes y no tanto compartiendo platos y tragos en un ambiente casi europeo, donde no faltan (ni sobran) artistas, cineastas, escritores y toda una gama de intelectuales que ven el Normandie un lugar que les es propio.
Nosotros seguimos con nuestra propia tounée. Si las tortillas fueron para compartir, los choritos al vapor y vino blanco (servido en unas enormes olletas de fierro), acompañado de papas fritas cortadas a mano (7.600 la porción para dos), también las compartimos. ¡Todo un éxito! Incluso la atención de calentar las olletas de fierro para libar esa gran mezcla de vino blanco con el jugo de los choritos.
La carta es para ilusionarse y de precios bastante moderados. Crêpes, Conejo a la mostaza (5.900); Boeuf Bourguignon (5.500) y así sucesivamente. Hay ensaladas para las que cuidan la figura, como la Salade Parisienne que incluye lechuga, champiñones, espinaca, pepinillos, roast-beef, huevo, queso parmesano, crutones y salsa a la mostaza, además de la clásica sopa de cebollas gratinada, con crutones y queso.
Un lugar ameno que llama a la charla. A conversar una botella de vino sin preocuparse de la hora. Lugar para atreverse a comer unos escandinavos roll mops (pejerreyes macerados en vinagre y especias) o sencillamente compartir una tortilla a la española. Más de un famoso llega de noche a sentarse en una de sus mesas. Y se sienten cómodos ya que nadie los molesta. Créame… posiblemente este sea un lugar para enamorar o enamorarse.
De fondo y sólo para algunos, conejo al vino blanco (5.900), delicioso, y crème brulée de postre (2.400) para un fin de fiesta muy celebrado.
Un promedio de 15 mil pesos por persona con vino incluido es casi una extravagancia en un Santiago donde generalmente una botella de vino tiene ese valor. Si resumimos, es uno de los locales más económicos (y buenos) que he visitado este año que se termina. Un best value que es imprescindible recomendar. (Juantonio Eymin)
Normandie: Av. Providencia 1234, fono 236 3011
Las tres B
Es difícil encontrar hoy por hoy en Santiago un restaurante que sin aspavientos sea bueno, bonito y barato. Las tres B que tanto se anhela y que en el caso de la gastronomía son conceptos tan esquivos. Pero en plena Providencia e inserto en un sector bastante cultural por la presencia de teatros y otras expresiones artísticas, se encuentra el Normandie, un bistrot francés de esos que dan ganas de aplaudir.
Dos ingresos que sirven para diferenciar a los que fuman y los que no lo hacen. En su interior todo puede recordar a Francia. Sus maderas, su decoración, sus espejos y mil y un detalles hacen que sentarse en una mesa sólo a tomarse un café ya sea una delicia. Da la sensación que es bastante más longevo aunque sólo tiene 8 años de vida. Pero el Normandie es más que un café o un bar. Es un restaurante hecho y derecho y su especialidad es una mezcla entre la sabrosa comida belga, la refinada gastronomía francesa, algo escandinavo y un poquito de la Madre Patria.
Un calor de los mil demonios me recibe temprano para una cena familiar. Mientras espero bebo con ansias una cerveza ya que es lo único que realmente aplaca la sed y a la vez hidrata el organismo. Mientras tanto me entretengo oteando la fauna que llega a este lugar: por ahí un señor, calvo ya, bebiendo un café y leyendo La Segunda tranquilamente y sin prisas. Más allá, un grupo de cuatro chicas son sendos pisco sours en la mano y riéndose de cualquier cosa. Cerca mío, un matrimonio con bolsas de regalos pascueros bebiendo una botella de vino blanco. En la barra, dos parroquianos bebiendo cerveza y haciéndose los lindos con las mozas del lugar.
No existen los manteles pero sí enormes individuales de papel kraft que cubren la mesa completa. Pan fresco y caliente, paté de la casa, mantequilla y una buena mostaza francesa para comenzar a picotear. Tortilla a la española para comenzar (3.500), algunos con cerveza y otros con un fresco sauvignon blanc William Cole (7.900, una ganga). Una tortilla a punto, con un jugoso interior y elaborada con huevos, papas, cebollas y chorizo. Si bien se aleja de la ortodoxia española de normas de elaboración de una tortilla, acá quedamos todos felices con los agregados de cebolla, chorizo y pimentón.
Cuando le dimos el bajo a las tortillas, el Normandie ya estaba repleto de un heterogéneo público. Jóvenes y no tanto compartiendo platos y tragos en un ambiente casi europeo, donde no faltan (ni sobran) artistas, cineastas, escritores y toda una gama de intelectuales que ven el Normandie un lugar que les es propio.
Nosotros seguimos con nuestra propia tounée. Si las tortillas fueron para compartir, los choritos al vapor y vino blanco (servido en unas enormes olletas de fierro), acompañado de papas fritas cortadas a mano (7.600 la porción para dos), también las compartimos. ¡Todo un éxito! Incluso la atención de calentar las olletas de fierro para libar esa gran mezcla de vino blanco con el jugo de los choritos.
La carta es para ilusionarse y de precios bastante moderados. Crêpes, Conejo a la mostaza (5.900); Boeuf Bourguignon (5.500) y así sucesivamente. Hay ensaladas para las que cuidan la figura, como la Salade Parisienne que incluye lechuga, champiñones, espinaca, pepinillos, roast-beef, huevo, queso parmesano, crutones y salsa a la mostaza, además de la clásica sopa de cebollas gratinada, con crutones y queso.
Un lugar ameno que llama a la charla. A conversar una botella de vino sin preocuparse de la hora. Lugar para atreverse a comer unos escandinavos roll mops (pejerreyes macerados en vinagre y especias) o sencillamente compartir una tortilla a la española. Más de un famoso llega de noche a sentarse en una de sus mesas. Y se sienten cómodos ya que nadie los molesta. Créame… posiblemente este sea un lugar para enamorar o enamorarse.
De fondo y sólo para algunos, conejo al vino blanco (5.900), delicioso, y crème brulée de postre (2.400) para un fin de fiesta muy celebrado.
Un promedio de 15 mil pesos por persona con vino incluido es casi una extravagancia en un Santiago donde generalmente una botella de vino tiene ese valor. Si resumimos, es uno de los locales más económicos (y buenos) que he visitado este año que se termina. Un best value que es imprescindible recomendar. (Juantonio Eymin)
Normandie: Av. Providencia 1234, fono 236 3011