BOUDOIR
Intrigante y sugestivo
La lujuria se exacerba cuando se entra al Boudoir, un novel lounge – bar y restaurante que crearon hace unos meses tres socios venidos de Francia. La idea era replicar en Santiago un tipo de negocios que está haciendo furor en Paris y en Nueva York. Un ambiente elegante pero a la vez íntimo. Lujoso y entretenido. Una mezcla atrevida para parejas que desean aumentar su pasión y a la vez discreto. Un espacio libre con una atmósfera de intimidad y de pasión. No es un bar propiamente tal, ni un restaurante o un lounge. Es, por así decirlo, un concepto donde se mezcla buena comida, mejor bebida, amplios y variados espacios y obvio, todos los pecados capitales.
Intrigante y sugestivo
La lujuria se exacerba cuando se entra al Boudoir, un novel lounge – bar y restaurante que crearon hace unos meses tres socios venidos de Francia. La idea era replicar en Santiago un tipo de negocios que está haciendo furor en Paris y en Nueva York. Un ambiente elegante pero a la vez íntimo. Lujoso y entretenido. Una mezcla atrevida para parejas que desean aumentar su pasión y a la vez discreto. Un espacio libre con una atmósfera de intimidad y de pasión. No es un bar propiamente tal, ni un restaurante o un lounge. Es, por así decirlo, un concepto donde se mezcla buena comida, mejor bebida, amplios y variados espacios y obvio, todos los pecados capitales.
Lugar de amantes y de parejas que quieran sentir nuevas sensaciones, el Boudoir es en esencia un lugar para parejas o grupos. Amelie Kayser, una de las socias francesas del local me explica: “Boudoir es el espíritu del cuarto privado de la esposa del rey, el ambiente femenino e íntimo donde recibe a sus amigos. Esa idea de clandestinidad, de que puedes venir con tu amante y no con tu esposo -porque éste, de hecho, tenía prohibido el acceso al boudoir-, es el ambiente que hemos creado”.
No es un club privado aunque en la puerta un negro haitiano de muchos kilos y con cara de pocos amigos cuida la puerta principal. Tras él, una pesada cortina de terciopelo doble se corre apenas para poder entrar. Estoy en el Boudoir, un restaurante lounge, donde las lámparas de lágrimas y de tul rosado conviven con asientos de terciopelo, mesas de maderas oscuras, piso de parquet original, altos espejos biselados, pinturas barrocas de mujeres desnudas y amantes que derrochan placer e invitan, con su ejemplo, a la conquista.
Los socios, Amelie Kayser, Eduardo Jara y Clement Boisseau están contentos aunque aun afinan detalles. Como su gastronomía, por ejemplo, que en un principio no era su foco principal pero que con el tiempo se dieron cuenta que era necesaria. Claro. El público santiaguino no es de los que cambian de lugares en una misma noche. Acá no se va de tapas y el que llega temprano desea comer. Para ello contrataron a un cocinero del Mestizo y aunque no lo presentan, la carta tiene algunas reminiscencias de ese lugar.
Hace calor. Es posible que aun les falte la frescura de un aire acondicionado ya que las temperaturas de este verano han sido demasiado fuertes. Espumoso para iniciar… y seguir durante toda la cena. La idea era conocer la gastronomía del lugar (y su filosofía).
Carpaccio de filete para comenzar. Finas láminas de filete sellado en sal gruesa y pimienta, marinado en Mostaza Dijon y tomillo (5.900), Mi acompañante se decidió por un cebiche tradicional con leche de tigre y todo. (5.500). Ricas entradas que ayudaron a apagar en algo el calor reinante.
De fondo, salmón cocido al horno servido en papillote y su crema de eneldo (7.500); a mi lado, trozos de lomo de cerdo con chutney de mango, cebolla morada y ratatuille ( 7. 000). Los platos, gigantes, más que para una persona. La idea, nos cuenta Amelie, nuestra anfitriona, es un plato para dos, así todos quedan contentos.
El vodevil o vaudeville en francés se hace presente en los salones del Boudoir con pequeños actos de canto y danza que le dan un valor agregado de gran gusto al local.
Pero no vaya a creer que el Boudoir es una invitación exclusiva al pecado; también es el sitio exacto para matrimonios que buscan reavivar la pasión. “Es un concepto habitual en París o Nueva York, que hacía falta en Santiago”, nos cuenta Amelie. Además, indica, “los boudoir eran el lugar de juegos sociales, donde la aristocracia se liberaba y desataba sus fantasías. Quisimos recrear ese espíritu”.
A la hora del postre, Pain perdu (3.300), típico pan dulce francés, mojado en su preparación de huevos, leche y canela, salteado en mantequilla y con helado de vainilla.
Indicado para los que deseen conocer algo diferente en la capital, el Boudoir es uno de esos lugares donde todos se sienten bien y a tono con la propuesta presentada por estos franceses que importaron el concepto. Abren de martes a sábado desde las 18 horas en adelante.
Imperdible (Juantonio Eymin)
Boudoir: Constitución 97, Barrio Bellavista, fono 249 8649
Los socios, Amelie Kayser, Eduardo Jara y Clement Boisseau están contentos aunque aun afinan detalles. Como su gastronomía, por ejemplo, que en un principio no era su foco principal pero que con el tiempo se dieron cuenta que era necesaria. Claro. El público santiaguino no es de los que cambian de lugares en una misma noche. Acá no se va de tapas y el que llega temprano desea comer. Para ello contrataron a un cocinero del Mestizo y aunque no lo presentan, la carta tiene algunas reminiscencias de ese lugar.
Hace calor. Es posible que aun les falte la frescura de un aire acondicionado ya que las temperaturas de este verano han sido demasiado fuertes. Espumoso para iniciar… y seguir durante toda la cena. La idea era conocer la gastronomía del lugar (y su filosofía).
Carpaccio de filete para comenzar. Finas láminas de filete sellado en sal gruesa y pimienta, marinado en Mostaza Dijon y tomillo (5.900), Mi acompañante se decidió por un cebiche tradicional con leche de tigre y todo. (5.500). Ricas entradas que ayudaron a apagar en algo el calor reinante.
De fondo, salmón cocido al horno servido en papillote y su crema de eneldo (7.500); a mi lado, trozos de lomo de cerdo con chutney de mango, cebolla morada y ratatuille ( 7. 000). Los platos, gigantes, más que para una persona. La idea, nos cuenta Amelie, nuestra anfitriona, es un plato para dos, así todos quedan contentos.
El vodevil o vaudeville en francés se hace presente en los salones del Boudoir con pequeños actos de canto y danza que le dan un valor agregado de gran gusto al local.
Pero no vaya a creer que el Boudoir es una invitación exclusiva al pecado; también es el sitio exacto para matrimonios que buscan reavivar la pasión. “Es un concepto habitual en París o Nueva York, que hacía falta en Santiago”, nos cuenta Amelie. Además, indica, “los boudoir eran el lugar de juegos sociales, donde la aristocracia se liberaba y desataba sus fantasías. Quisimos recrear ese espíritu”.
A la hora del postre, Pain perdu (3.300), típico pan dulce francés, mojado en su preparación de huevos, leche y canela, salteado en mantequilla y con helado de vainilla.
Indicado para los que deseen conocer algo diferente en la capital, el Boudoir es uno de esos lugares donde todos se sienten bien y a tono con la propuesta presentada por estos franceses que importaron el concepto. Abren de martes a sábado desde las 18 horas en adelante.
Imperdible (Juantonio Eymin)
Boudoir: Constitución 97, Barrio Bellavista, fono 249 8649