LA NUEVA LEY
Póngase en el siguiente caso: usted es un conductor de 30 años, mide 1,70 de estatura, pesa 70 kilos y una noche decide salir a cenar. Llega al restaurante a las 22 horas, bebe como aperitivo una cerveza chica, luego dos copas de vino con la comida y un bajativo junto al café. Resultado: a medianoche su nivel de alcohol será de 1,4 gramos por litro de sangre. Es decir, se encontrará en estado de ebriedad y si la policía lo sorprende manejando, usted se expondrá a las duras sanciones que contempla la nueva Ley de Tránsito.
Más aun. Si sólo bebe una cerveza antes de regresar a casa, la Ley lo considerará bajo los efectos del alcohol y la multa no es de las más gratas. Sin embargo las penas y multas van en crecimiento de acuerdo a los gramos de alcohol en el cuerpo y la recurrencia del hecho.
¿Qué hacer?
Definitivamente dejar el auto en casa y confiar en un taxista o en el chofer del radiotaxi. La Ley se ha puesto dura no sólo en nuestro país ya que otras naciones también tienen leyes draconianas para los conductores bebedores. Y ni hablar de los que vivimos de esta profesión ligada a la gastronomía. Nadie nos creería que cenamos foie gras demi cuit con un vaso de Fanta ni un risotto al azafrán con jugo de papayas. Estamos, por así decirlo, condenados a dejar el auto en casa e ir a nuestros compromisos en taxi, colectivo o lo que sea.
Definitivamente dejar el auto en casa y confiar en un taxista o en el chofer del radiotaxi. La Ley se ha puesto dura no sólo en nuestro país ya que otras naciones también tienen leyes draconianas para los conductores bebedores. Y ni hablar de los que vivimos de esta profesión ligada a la gastronomía. Nadie nos creería que cenamos foie gras demi cuit con un vaso de Fanta ni un risotto al azafrán con jugo de papayas. Estamos, por así decirlo, condenados a dejar el auto en casa e ir a nuestros compromisos en taxi, colectivo o lo que sea.
Y aunque no lo crea, también es una comodidad y terminamos acostumbrándonos al sistema. El hombre es un animal de costumbres.