LA TASCA DE ALTAMAR
30 años no es nada…
No vivo de los recuerdos, pero sí me gusta acordarme de buenos momentos. Uno de ellos fue conocer en sus inicios a la Tasca de Altamar. Corría el año 1982 cuando Cecil Oettinger, ex capitán pesquero, abría un pequeño restaurante con el fin de darle salida a los pescados y mariscos de una pescadería que tenía en Apoquindo. El gancho estaba en una carta acotada, bastante económica y algunas innovaciones en el servicio. En esos años Santiago no era lo que es hoy, y los asistentes al cine Las Condes, que quedaba al frente de este restaurante, eran sus clientes favoritos y frecuentes.
Recuerdo también su boleta un millón. Eso fue hace quince años atrás al menos. Una fiesta celebró este acontecimiento. Luego, Cecil, su mujer, Isabel y sus hijos se diversifican y abren en Maitencillo un hotel y una sucursal de su homónimo capitalino. Todo iba de viento en popa. Pero las crisis llegaron.
El diario vivir me alejó de ellos hasta la semana pasada cuando fui a visitarlos. Cecil ya no está entre nosotros y con gran sabiduría, Isabel, la viuda ahora, lo recuerda como un gran gozador de la vida y de largas conversaciones con sus amigos. La Tasca santiaguina esta reluciente. Creció y se mantiene siempre fiel a su gran clientela. Vendieron sus emprendimientos en Maitencillo y hoy se preocupan del local capitalino. Ya no existe ese papelito para elegir platos y las mozas toman el pedido. Pero la fresca cocina de aquellos entonces se mantiene en gloria y majestad.
Brindamos por tiempos pasados, por el patrón y por el buen futuro con Finca Flichman Extra Brut (10.500 la botella) y junto a él, un glorioso cebiche de camarones (6.900) con reminiscencias al mejor Bloody Mary que he tomado en mi vida, locos con salsa verde, patitas de jaiba y un maravilloso pulpo al pil pil (6.500). Los platos y productos, como de costumbre: abundantes y tremendamente sabrosos.
Los vinos, en una carta creada especialmente por La Vinoteca, bastante variada y de precios más que asequibles. Leyda Sauvignon blanc reserva para los fondos (8.600), donde brilló la especialidad de la casa y posiblemente el mejor congrio frito que se pueda comer en esta comarca (8.700), y que quede constancia que no soy el único que lo dice. El congrio, simplemente acompañado de una papa hervida y lechuga escarola, es un vicio.
De sus platos de siempre, probamos panqueques de camarones (6.700) y de los actuales, unos camarones thai (7.500) acompañados con arroz. Definitivamente nadie me saca de la majestuosidad del congrio frito, el Best Seller de la Tasca.
Los postres, tradicionales y que varían entre los dos mil y 2.500 pesos. ¿Será necesario algo más en este lugar?
En la actualidad y con una oferta de restaurantes casi ilimitada en este Santiago cosmopolita, poco tiempo tenemos para volver a nuestras raíces gastronómicas. Sin embargo mi corta pasada por la Tasca de Altamar, permitió reencontrarme con gente linda, entretenida y con una carta tradicional, esa que muchas veces buscamos y pocas encontramos.
La Tasca de Altamar, un must para estas fechas con la calidad de siempre. Volveré por sus erizos, esas anaranjadas lenguas del erizo nortino que el día de mi visita aun no recibían, ya que acá la gracia está en la frescura de los productos y el cariño que le tienen después de 30 años de constante renovación.
Altamente recomendable (Juantonio Eymin)
La Tasca de Altamar: Noruega 6347, las Condes, fono 211 1041
30 años no es nada…
No vivo de los recuerdos, pero sí me gusta acordarme de buenos momentos. Uno de ellos fue conocer en sus inicios a la Tasca de Altamar. Corría el año 1982 cuando Cecil Oettinger, ex capitán pesquero, abría un pequeño restaurante con el fin de darle salida a los pescados y mariscos de una pescadería que tenía en Apoquindo. El gancho estaba en una carta acotada, bastante económica y algunas innovaciones en el servicio. En esos años Santiago no era lo que es hoy, y los asistentes al cine Las Condes, que quedaba al frente de este restaurante, eran sus clientes favoritos y frecuentes.
Recuerdo también su boleta un millón. Eso fue hace quince años atrás al menos. Una fiesta celebró este acontecimiento. Luego, Cecil, su mujer, Isabel y sus hijos se diversifican y abren en Maitencillo un hotel y una sucursal de su homónimo capitalino. Todo iba de viento en popa. Pero las crisis llegaron.
El diario vivir me alejó de ellos hasta la semana pasada cuando fui a visitarlos. Cecil ya no está entre nosotros y con gran sabiduría, Isabel, la viuda ahora, lo recuerda como un gran gozador de la vida y de largas conversaciones con sus amigos. La Tasca santiaguina esta reluciente. Creció y se mantiene siempre fiel a su gran clientela. Vendieron sus emprendimientos en Maitencillo y hoy se preocupan del local capitalino. Ya no existe ese papelito para elegir platos y las mozas toman el pedido. Pero la fresca cocina de aquellos entonces se mantiene en gloria y majestad.
Brindamos por tiempos pasados, por el patrón y por el buen futuro con Finca Flichman Extra Brut (10.500 la botella) y junto a él, un glorioso cebiche de camarones (6.900) con reminiscencias al mejor Bloody Mary que he tomado en mi vida, locos con salsa verde, patitas de jaiba y un maravilloso pulpo al pil pil (6.500). Los platos y productos, como de costumbre: abundantes y tremendamente sabrosos.
Los vinos, en una carta creada especialmente por La Vinoteca, bastante variada y de precios más que asequibles. Leyda Sauvignon blanc reserva para los fondos (8.600), donde brilló la especialidad de la casa y posiblemente el mejor congrio frito que se pueda comer en esta comarca (8.700), y que quede constancia que no soy el único que lo dice. El congrio, simplemente acompañado de una papa hervida y lechuga escarola, es un vicio.
De sus platos de siempre, probamos panqueques de camarones (6.700) y de los actuales, unos camarones thai (7.500) acompañados con arroz. Definitivamente nadie me saca de la majestuosidad del congrio frito, el Best Seller de la Tasca.
Los postres, tradicionales y que varían entre los dos mil y 2.500 pesos. ¿Será necesario algo más en este lugar?
En la actualidad y con una oferta de restaurantes casi ilimitada en este Santiago cosmopolita, poco tiempo tenemos para volver a nuestras raíces gastronómicas. Sin embargo mi corta pasada por la Tasca de Altamar, permitió reencontrarme con gente linda, entretenida y con una carta tradicional, esa que muchas veces buscamos y pocas encontramos.
La Tasca de Altamar, un must para estas fechas con la calidad de siempre. Volveré por sus erizos, esas anaranjadas lenguas del erizo nortino que el día de mi visita aun no recibían, ya que acá la gracia está en la frescura de los productos y el cariño que le tienen después de 30 años de constante renovación.
Altamente recomendable (Juantonio Eymin)
La Tasca de Altamar: Noruega 6347, las Condes, fono 211 1041