¿CHILENO O PERUANO?
¡Nada nuevo bajo el sol!, podría decir
el lector cuando lea el titular de este artículo. Cierto, nada nuevo, ya que
pasan los años y esta guerrilla para
determinar quién es el dueño del aguardiente denominado Pisco, no tiene
esperanza de terminar. Sin embargo, nuevos antecedentes –que siempre han
existido- están saliendo a la luz y de ellos podremos sacar importantes
conclusiones, más que nada para tranquilidad de algunos fundamentalistas que
necesitan que “su” verdad sea valedera.
Con la intención de generar un diálogo
más allá de cualquier afán nacionalista, si nos remontamos al siglo XVII, en
plena colonia, dos siglos antes de las independencias de Chile y el Perú, los
propietarios de las tierras que cultivaban uvas, elaboraban un aguardiente,
cuyo principal objetivo comercial era satisfacer la demanda de Potosí,
principal polo de producción minera de América del Sur en esa época.
La extraordinaria prosperidad de Potosí
actuó como un fuerte estímulo para la producción de alimentos y bebidas en toda
la región. En este contexto, los productores del sur del Perú y el norte de
Chile, se esforzaron por poner en marcha una importante industria de
aguardiente de uva destinada al mercado de Potosí. Los productores del sur del
Perú despachaban las peruleras de aguardiente a través del puerto de Pisco (128
km al sur de Callao); de allí viajaban hasta el puerto de Arica, donde se hacía
el trasbordo a las mulas para seguir hasta Potosí, conducidas por los arrieros.
Por su parte, los productores del norte de Chile usaban dos rutas: una opción
era salir en barco por el puerto de Coquimbo, llegar hasta el puerto de Arica y
continuar por tierra hasta Potosí; y la segunda alternativa era realizar todo
el viaje por tierra: cruzar la cordillera de los Andes por los pasos San
Francisco o Agua Negra, y luego seguir por el camino que tocaba las ciudades de
Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy, hasta llegar a Potosí.
Las zonas vitivinícolas del sur del Perú
y el norte de Chile actuaron como un mismo espacio geoeconómico; los
productores tenían estrechas relaciones entre ellos, tanto familiares como
económicas y políticas. Era una unidad sociocultural, apenas separada por el
desierto de Atacama, pero integrada por múltiples lazos sociales. Esta unidad
facilitó la elaboración de un mismo producto (aguardiente de uva) destinado al
mismo mercado (Potosí). Un aporte considerable a la consolidación de esta
industria fue la producción de alambiques, liderada por el corregimiento de
Coquimbo. En esta localidad, y en el marco de una cultura del cobre labrado, se
manufacturaron numerosos alambiques que luego se comercializaron y
transportaron hacia toda la región.
La dinámica del puerto de Pisco
contribuyó a que, por usos y costumbres, se asociara el nombre del producto con
el nombre del lugar. En el mercado potosino se hizo costumbre llamar al
aguardiente con el nombre de Pisco. Fue el nombre usado para denominar los
productos generados en toda la zona de producción (sur del Perú y norte de
Chile).
Más
antecedentes
Es bastante claro concluir que el
aguardiente llamado pisco es una denominación que perteneció a ambos países.
Sin embargo hay más antecedentes que aclarar, ya que posteriormente a esta
fiebre minera de Potosí, Perú comenzó a abandonar parcialmente esta industria.
Introdujo la caña de azúcar y comenzó a destilar aguardiente con ese producto,
por sus menores costos. A ello hay que sumar los efectos de la fiebre del oro blanco:
la primera revolución industrial, que lanzó a los ingleses a comprar algodón a
altos precios y muchos peruanos se inclinaron a priorizar el algodón, perdiendo
el interés por las viñas. A ello se sumó el efecto de terremotos y erupciones
volcánicas, lo cual contribuyó a debilitar la industria vitivinícola peruana.
Mientras el Pisco (de uva) declinaba en
Perú, Chile lo mantenía vivo; los intentos de introducir la caña de azúcar no
prosperaron en el norte chileno. Esa situación contribuyó a mantener viva la
tradición del pisco. Chile sostuvo la continuidad de su vitivinicultura en
general, y su tradición de aguardiente en particular. Como resultado, en 1931
el presidente Carlos Ibáñez del Campo delimitó la Denominación de Origen Pisco.
En la segunda mitad del siglo XX, Perú
retomó interés por el aguardiente; poco a poco, se volvieron a movilizar las
fuerzas productivas y en 1991 produjo su propia delimitación de la Denominación
de Origen Pisco. Actualmente, conviven las dos Denominaciones de Origen Pisco,
una en Chile y otra en Perú. En realidad, se trata de una sola DO, nacida
durante la época colonial como esfuerzo mancomunado de los viticultores del sur
del Perú y el norte de Chile. Una obra colectiva que hoy no existiría de no
haber sido por el concurso de los viticultores del sur del Perú y el norte de
Chile.