MÁS CAFÉS Y MENOS
FARMACIAS
A
nosotros no nos molestan, pero a los extranjeros sí. ¿Tan enfermos están los
chilenos? - se preguntan. Pareciera que sí, ya que no hay esquina que se salve
de esta verdadera invasión de farmacias. De todo y para todos. Además,
generalmente llenas de un ávido público comprando remedios para cualquier mal.
Me
gusta Buenos Aires y Mendoza ya que allí encontrar una farmacia es más difícil.
En vez de ellas hay pequeños cafés y trattorias donde la gente conversa, se
entretiene y discute de la vida. Y ellos no se complican por los remedios.
¿Será la felicidad que transmiten que son más sanos que nosotros? No dudo que
la gran mayoría de los chilenos puede pasar una semana sin ir a un café pero
sus visitas a las farmacias son estables y periódicas. ¿Qué duele la cabeza?,
un fármaco; que para la presión, otro. Incluso para prevenir lo que nunca
tendremos. Pecamos de padecer de hipocondría o síndrome de Münchausen, donde
nos prefabricamos dolencias para hacernos cientos de exámenes y gastar fortunas
en pastillas y elixires que no nos llevan a ninguna parte.
Si
en vez de ocupar parte del sueldo en remedios lo invirtiéramos en un café, una
cerveza, una copa de vino y una buena conversación, seríamos un país más feliz
y les aseguro que en esos momentos los dueños de las farmacias deberán buscarse
otro giro comercial. La culpa no es de ellos. La demanda los llevó a llenar el
país de medicamentos para todos los males, que nosotros mismos nos fabricamos.