CUATRO BOCAS
Sin
tomar en cuenta la ubicación de los restaurantes de la Av. Manuel Montt, ya que
muchos de ellos se encuentran en
Providencia, da la sensación que esta larga avenida fuera una
prolongación de Ñuñoa, una comuna más pueblerina que citadina, con una
población joven que gusta de gozar la vida en grupo. Por eso, los empresarios
que deciden instalarse en sus límites (o prolongaciones) deben saber que en
esta comuna la calidad es fundamental… y los precios también.
También
hay que tener una visión correcta de los negocios. Con una oferta que incluye
cocina turca, india, thai, china, cubana, española, peruana y chilena –entre otras-,
Ñuñoa vive una constante renovación de propuestas que van de las sangucherías a
restaurantes más elaborados, siendo Cuatro Bocas, una de las últimas en
aparecer. Abierto desde diciembre en el espacio que antes ocupó Varanasi – el
cual se trasladó al Paseo el Mañío en Vitacura -, este restaurante apuesta por
el formato simple y sabroso de las meatballs –albóndigas- , que aquí llaman
“bocas”, en un batallón de frescas y entretenidas preparaciones para compartir.
Si
el afán es pasar un buen rato, acá hay de sobra para ello. Desde un bartender
que prepara jugos y cócteles de excelente factura hasta una pulcra cocina a la
vista y una gran terraza. Tras varios comentarios positivos, el viernes de la
semana pasada –con un calor de locos- decidí conocer el lugar. Sin aire
acondicionado, potentes ventiladores trataban de amainar un cálido día. Mejor
me fue con una jarra de Sangría Blanca –con chancaca y jugo de huesillos- que
logró enfriar algo el cuerpo. Al 60% de su capacidad, cuentan que de noche el
lugar desborda. Sin hambre (pero con apetito) debido a la canícula de un
soleado mediodía, pido un mix de sus albóndigas más populares y unas papas
fritas, que para muchos son sublimes. Al cabo de unos minutos el pedido estaba
en la mesa y las meatballs –como les llaman- eran más grandes de lo que
imaginaba. Soberbia la de prietas, similar apreciación para la de carne con
salsa pomodoro, encontrando un poco más débiles las de jaiba y otras de pollo.
Su
carta tiene de todo en el formato “arme su propio plato”. Están las
tradicionales albóndigas a base de carne y acompañadas de espagueti, salsa
pomodoro, pesto y queso parmesano ($ 7.500), bocas clásicas que también tienen
su versión con salsa BBQ, que incluye papas fritas rústicas, queso cheddar,
ciboulette y chips de tocino ($ 7.900). Siguiendo en esta misma y contundente
línea – o “bocas gordas” como indica la carta -, imperdible son las bocas de
jaiba ($ 8.000), las cuales vienen con espagueti en salsa de limón y perejil,
cuyo cremoso y suave relleno contrasta muy bien con el lado cítrico de salsa,
lo que termina realzando el sabor al conjunto.
Las
“bocas flacas”, ideales para vegetarianos y similares, cuentan con propuestas
como las albóndigas frías de porotos negros ($ 5.900), las cuales vienen junto
a palta, tomate, rúcula y confit de pimentón, listas para devorarlas con
tortillas de maíz, una combinación fresca y de sabor dulce y terroso. Otras que
también llegan frías son las bocas de salmón crudo ($ 7.900), acompañadas de
ensalada de hojas verdes y palta, además de almendras tostadas para darle
crocancia. También tienen sánguches en variadas versiones, que tendré que
dejarlos para otra oportunidad.
En
resumen: una propuesta nueva, diferente, sabrosa y entretenida, apta para
todos, pero particularmente para aquellos que gustan diferenciar sabores y no
juntarlos todos entre dos láminas de pan. En un Santiago repleto de
sangucherías, esta idea diferente logró cautivar y está convirtiendo al Cuatro
Bocas en uno de los best seller del verano.
Cuatro Bocas, Av. Manuel
Montt 983, Providencia / 99799 5117