CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA
(FEBRERO) EL RINCÓN DEL POETA (Poeta Neruda s/n, Isla Negra / 35246 1774): “Los niños cucharearon incrédulos un pebre de cochayuyo muy rico. Para compartir, pedimos un ceviche de la misma alga con camarones, generosa porción que es parte de las recetas de la mítica Ingrid Weinrich, una de las primeras chefs de Chile y dueña de este local, aunque hoy, debido a su edad, más bien en la retaguardia del negocio. Y también probamos el causeo de lapas, un molusco típico de la zona, que es, como decía mi padre, “el loco del pobre”: una delicia. En este caso, con trocitos de palta. Como fondos, hubo varias opciones. Un par de platos fueron el muy rico congrio frito sobre pastelera con ensalada chilena tibia, con un buen pescado frito que por dentro está a punto y con costra crujiente, encima de una sabrosa pastelera que aprovecha los choclos de verano. También trucha con salsa de alcaparras, que a su dueño le gustó y el pescado estaba muy bueno.
WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(FEBRERO) LA
SOGA (Las Tranqueras 1677, 22710 0306): “… un restaurante
donde se come MUY, pero muy chileno, pero quien traduce en las ollas pone todo
el rato de su cosecha y obtiene platos que son más bellos que el referente
tradicional.” “Para entender tanto blablá, mejor un ejemplo: un trozo de
costillar de chancho ($8.400). Y lo que llega no es un plato estilo Picapiedra,
pero sí es un magno trozo, sin huesos y con sus grasitas, bien tostado en su
superficie. No es pituco, sino que está hecho para ser admirado y comido entero.
Y al lado viene, en vez de alguna espumita o deconstruccioncita, una cebolla en
escabeche como una de esas que uno compra en La Vega, cortada en cuatro y
entibiada. Nuevamente: nada de pituquismo, o de alguna búsqueda consciente de
la yerba endémica perdida, o de "abajismo", esa tendencia tan hipster
de glorificar lo rasca porque sí. No. Aquí, en La Soga, la idea es comer
sabroso. Y que se note todo el rato que estamos en Chile.” “La carta de vinos
ahonda en la misma vocación: muy chilena, de verdad, como con olor a piso de
tierra mojada, pero sin olvidar que se está en Vitacura.”
WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(FEBRERO) PEZ QUIERO (Borderío, local 4. Escrivá de Balaguer 6400 / Vitacura. 22219 1544): “Ubicado en Borderío y con unos precios sumamente razonables (que debieran servir de ejemplo a muchos otros locatarios del lugar que cobran, coherentemente, como locos), hemos disfrutado realmente de esta visita.” “Esta cocina es de clara raigambre peruana. Comenzamos con unos tequeños de mariscos saltados ($8.900) muy bien hechos: se asemejan estos tequeños a los ubicuos "rollos primavera" de los chinos (y no sería raro que de ahí vinieran), rellenos con un picadillo de mariscos (un "pino", digamos), de lo más sentador. Fritura seca, crujientita.” “Fue un acierto la merluza austral, cocida en riguroso punto de perfección, con unos calamares a la parrilla, unas hortalizas salteadas y la novedad de un puré con tinta de calamar, negro como la noche, que resulta muy agradable ($12.900). Y nuestro pulpo a la parrilla ($9.900), que es siempre un desafío y una incógnita, porque el punto de blandura que hace falta no acepta transacciones, fue, como era de esperarse, perfecto en este particular, y rodeado de su puré de papa morada, de alcaparras fritas (muy ricas en esta forma), morrón y ajo crocante. Para quedar contentísimo.”