MI TÍA ADELAIDA (I)
Mi
tía Adelaida debe estar cerca de los noventa años ya que es la madre de mi
primo Axe. Según mi primito, su madre fue muy liberal en sus tiempos y producto
de una aventura pasajera con el ex alcalde de Renaico, nació él. Ese cuento lo
supo años después, ya mayor, cuando lo llevó a la iglesia el día que el famoso
alcalde se murió de cirrosis.
¿A
qué viene todo esto?
El
huaso bruto me llamó ayer para preguntarme si yo podía recibir a su mamucha en
mi departamento. “-Serán sólo tres días, -comentó. “-La vieja anda medio
achacosa y quiere conocer Santiago antes de morirse”. “Además, ¡es tu tía
carajo!, así que tendrás que hacerte el lindo nomás.”
Esperaba
encontrarme con una veterana vestida de negro y con zapatones de charol. Y eso
busqué cuando llegó el bus al terminal. Bajó el último pasajero y no la
encontré. Un chiflido me hizo volver a la realidad. “-¡Hey!, ¿tú eres Exe?”,
pregunta una mujer canosa, de manos arrugadas pero bastante atractiva pese a su
edad”
- ¡Tía Adelaida!
- ¡No me digas tía!, veterano de mierda.- ¿Cómo quieres que te diga, tía?
- ¡Dale con lo de tía! Dime Adelita
- Perfecto Adelita.
- Mi hijo habló mucho de ti, dice que eres un cartuchón y con esa cara que tienes no me extraña.
- ¿Qué más te contó?
- Puras verdades mijito, pero tengo hambre. Este bus de mierda se demoró 10 horas para llegar a tu Santiago. ¿Dónde cenamos hoy?
- Donde tú quieras Adelita.
- ¿Cómo mierdas voy a saber dónde, si el que conoce Santiago eres tú?
Pasamos
a dejar su equipaje al departamento. Mi tía, perdón, Adelita, deslenguada y
todo, me estaba pareciendo interesante y mis preocupaciones poco asidero
tenían. Mientras ella guardaba su ropa en el closet, me pidió un cortito.
-
Exe, si tení guindao da lo mismo, aunque preferiría una inyección de vodka a la
vena.
La
veterana tenía más aguante que yo. La llevé a cenar a la Confitería Torres y
ella partió con una entrada de lengua al estilo vitel tone y después se zampó
unos riñones al Jerez de lindo aspecto y mejor sabor. Nos empinamos dos
botellas de vino de distinto color y como postre pidió dos bolitas de helado de
vainilla con whisky (una especie de café helado pero sin café).
- ¿Dónde vamos por el bajativo, sobrino?
Hasta
las tres de la mañana estuvimos pegados en La Chimenea, un bar citadino del
centro. Al tercer vodka tónica me dice que le gustó el “morochito, ese que hace
de dueño y te vino a saludar”.
- Es casado, Adelita
- No soy celosa, Exe- ¿No será hora de irse a acostar?
- Como tú digas, Exe. Mañana seguimos.
Me
dio algo de vergüenza ajena cuando salimos de La Chimenea y ella se puso a
cantar a viva voz… Si Adelita se fuera
con otro / la seguiría por tierra y por mar /si es por mar en un buque de
guerra / si es por tierra en un tren militar…
Traté
de dormir mientras pensaba en mi tía Adelaida. Desde mi habitación escuchaba
sus ronquidos. Mi primo Axe es una alpargata vieja al lado de ella. Con razón
en su pueblo le dicen “la poto de pistola” ya que han fallecido sus cuatro
maridos y un par de amantes. Yo, su sobrino, trataré de seguirle su ritmo durante
los próximos tres días. Ojalá lo logre y no muera en el intento.
Exequiel Quintanilla