LA TASCA DE ALTAMAR
En
tiempo de vacaciones (que están finalizando esta semana), miles de capitalinos
invaden balnearios y caletas costeras para descansar y reponerse de un arduo
año de trabajo. Muchos son también los que repletan las pescaderías y los
restaurantes marinos con la finalidad de “darse un gustito” y comer pescados y
mariscos con vista al mar.
Un
panorama tan idílico como lo son las vacaciones. Pero si todo este proceso lo
vemos en forma racional, la comida de caletas y balnearios –salvo contadas
excepciones- deja sinsabores, ya sea por la calidad de lo ofrecido o por los
altos precios que se registran durante la temporada.
Es
realmente ir en contra de la lógica aun sabiendo que nuestra capital es el
centro neurálgico de la distribución de los productos del mar al menos en todo
el centro del país. No niego que comerse unas machas o erizos con vista al mar
es maravilloso y se acerca al Nirvana que todos buscamos, pero… ¿encontraremos
lo que realmente deseamos en un balneario cualquiera de nuestras costas, o
comeremos lo que ellos (los propietarios de esos lugares) nos ofrecen?
Larga
introducción para comentar algo más de La Tasca de Altamar, un restaurante
prácticamente hecho a mano durante sus 35 años de existencia. Un lugar
tranquilo, bien ubicado, bien atendido (de martes a domingos) y –lo principal-
con materia prima de primera calidad (En la actualidad eso de “fresco” no es
sinónimo de “pesca del día”, ya que saber -y tener cómo- congelar a bajas
temperaturas y descongelar apropiadamente es parte del “know how” gastronómico,
algo realmente difícil de encontrar en todos los lugares).
Lo que comenzó como una pequeña marisquería ubicada justo al frente del ex cine Las Condes, hoy es un local de dos pisos con capacidad para más de cien personas, siempre bajo la atenta mirada de sus dueñas, la segunda generación de los Oettinger Castro. Para esto, tienen los mejores proveedores de pescados y mariscos: las ostras y picorocos son de Chiloé, los erizos de Chañaral, las jaibas de Papudo, las machas llegan los jueves fresquísimas directamente traídas desde el Terminal Pesquero, y la mayoría de los pescados provienen del litoral central, sobre todo de Los Molles.
Hay
de todo o casi de todo. El día de mi visita no tenían erizos por las marejadas
de los días anteriores. Del resto, el Especial Tasca (15.500 para dos), con una
gran selección de mariscos difícil de enumerar. De lo degustado, váyase a la
segura con el Congrio frito (11.200), realmente uno de los mejores de la
capital, que viene en forma de un enorme medallón con un batido bien crujiente.
O con los sabrosos Choritos endiablados (7.900), cocinados en su concha con
tomate, cebolla y ají cacho de cabra, de suave picor. ¿Algo aún más complicado
de conseguir? También tienen Picorocos a la mantequilla –o al vapor- ($ 9.200),
y langostas (28.000), uno de los pocos
lugares de Santiago que los ofrecen en su carta.
Buenos
blancos, tintos y espumosos en una carta no muy extensa pero a valores más que
convenientes. Para los que “veranean” en Santiago durante febrero o los que no
lograron encontrar algo bueno durante sus vacaciones, la Tasca se convierte en
una verdadera y completa caleta de productos marinos que incluso ofrece platos
más elaborados y de gran sabor, como panqueques, fettuccine, pulpo a la gallega
y chupes. Tengo la impresión que este es el primer restaurante de la capital
donde el famoso “cebiche” pasa a segundo plano, conservando así el respeto
familiar a los creadores del restaurante, que cuando abrieron el lugar en el
año 1982, la invasión gastronómica peruana aún no se instalaba en nuestras
costumbres.
Definitivamente,
un imperdible que nunca falla. (Juantonio Eymin)
La Tasca de Altamar. Noruega 6347, Las Condes / 22211 1041.