martes, 2 de octubre de 2018

MIS APUNTES


 
LA CABRERA
Best Seller
Ser famoso en Buenos Aires no significa que el producto tenga similar resultado en nuestra capital. Sin ir más lejos y muy olvidado en la escena gastronómica actual, el paso del Piegari y sus pastas fue (y es) un ejemplo de que no todo lo que brilla en Argentina es oro en Chile. Sin embargo, y a seis meses de su apertura, La Cabrera, franquicia de su similar bonaerense, se está llenando de elogios gracias a su parrilla, ambiente y servicio.

Completamente remodelado luce lo que antes fue “El Barrio” un restaurante de Christopher Carpentier. Su diseño actual juega con antigüedades, coloridas sillas y juguetes colgando en todos sus espacios. Acogedor y sin el protocolo que tienen las parrillas similares en la capital, lo lúdico se convierte en parte del ambiente, que, en conjunto con un equipo de sala bien armado, da la sensación de ser lo más informal del mundo… pero con un profesionalismo que ya quisieran replicar otros restaurantes capitalinos.

José Luis Ansoleaga es la cara de este proyecto en Chile. Se enamoró de La Cabrera en Buenos Aires y se dio la maña de perseguir a Gastón Riviera para traer la idea a nuestra capital. Como buen agrónomo, no sabía nada de operaciones gastronómicas ni lo complejo de administrar un negocio diferente. Aun así, logró su cometido y en marzo de este año iniciaron una marcha blanca (a tablero vuelto) que rápidamente lo hizo aterrizar en el entramado andamiaje de franquiciar un restaurante, más aun, cuando no tuvo siquiera el tiempo para pensar que este lugar se convertiría en uno de los favoritos de la capital.

La base de todo es la carne de la raza Angus. La carta no se aleja de lo que ofrecen en Buenos Aires y ahí está la clave. Desde unas deliciosas Empanadas argentinas ($5.900 las cuatro unidades), que vienen perfectamente fritas y rellenas de un sabroso y contundente pino con cebollín y aceitunas, hasta deliciosas longanizas, unas crujientes y maravillosas mollejas ($11.900), Provoletas ($8.900) y varias guarniciones que dejan los ojos blancos, como sus Papas fritas a la provenzal (4.900) con ajo y perejil.

El ambiente parece de fiesta. Los fondos son de todo agrado. Para los no fanáticos de la carne, dos platos de pasta y dos de pescado – salmón y merluza austral-, compiten con una batería de carnes de calidad superior. Los cortes son los argentinos y las porciones van entre los 400 y 800 gramos, lo que se deduce que cada plato es para compartir. Como buena parrilla y a la vez premiada durante cuatro años como uno de los mejores restaurantes de Latinoamérica, acá nada esta al azar y todo tiene su objetivo, como las pequeñas guarniciones que acompañan cada plato y que maridan, tanto como los vinos, con cada trozo de carne que llega a la mesa.

Hay Entrañas ($19.900) que llegan doradas y jugosas; Milanesas (19.900) que son de otro planeta. También opciones como Bife ancho, el clásico Bife Chorizo y el cautivante Ojo de Bife ($18.900): 400 gramos de carne jugosa, blandísima y de excelencia. A pesar de que cada plato tiene su precio, cada peso consumido es un lujito de esos que hay que darse de vez en cuando.

Hay que ir con tiempo, ganas y reservar con anticipación. Desde el aperitivo inicial hasta el lujurioso Dulce de leche a la hora del postre, lo envolverá una atmosfera diferente. Personalmente me atrevo a comentarles que La Cabrera es la apertura más interesante de este año y que de alguna forma cambió el panorama snob de las grandes parrillas capitalinas.

Un acierto de principio a fin. (JAE)

La Cabrera /  Av. Alonso de Córdova 4263, Vitacura / 22792 7967