LA CABRERA
Best Seller
Ser
famoso en Buenos Aires no significa que el producto tenga similar resultado en
nuestra capital. Sin ir más lejos y muy olvidado en la escena gastronómica
actual, el paso del Piegari y sus pastas fue (y es) un ejemplo de que no todo
lo que brilla en Argentina es oro en Chile. Sin embargo, y a seis meses de su
apertura, La Cabrera, franquicia de su similar bonaerense, se está llenando de
elogios gracias a su parrilla, ambiente y servicio.
Completamente
remodelado luce lo que antes fue “El Barrio” un restaurante de Christopher
Carpentier. Su diseño actual juega con antigüedades, coloridas sillas y
juguetes colgando en todos sus espacios. Acogedor y sin el protocolo que tienen
las parrillas similares en la capital, lo lúdico se convierte en parte del ambiente,
que, en conjunto con un equipo de sala bien armado, da la sensación de ser lo
más informal del mundo… pero con un profesionalismo que ya quisieran replicar
otros restaurantes capitalinos.
José
Luis Ansoleaga es la cara de este proyecto en Chile. Se enamoró de La Cabrera
en Buenos Aires y se dio la maña de perseguir a Gastón Riviera para traer la
idea a nuestra capital. Como buen agrónomo, no sabía nada de operaciones
gastronómicas ni lo complejo de administrar un negocio diferente. Aun así,
logró su cometido y en marzo de este año iniciaron una marcha blanca (a tablero
vuelto) que rápidamente lo hizo aterrizar en el entramado andamiaje de
franquiciar un restaurante, más aun, cuando no tuvo siquiera el tiempo para
pensar que este lugar se convertiría en uno de los favoritos de la capital.
La
base de todo es la carne de la raza Angus. La carta no se aleja de lo que
ofrecen en Buenos Aires y ahí está la clave. Desde unas deliciosas Empanadas
argentinas ($5.900 las cuatro unidades), que vienen perfectamente fritas y
rellenas de un sabroso y contundente pino con cebollín y aceitunas, hasta
deliciosas longanizas, unas crujientes y maravillosas mollejas ($11.900),
Provoletas ($8.900) y varias guarniciones que dejan los ojos blancos, como sus
Papas fritas a la provenzal (4.900) con ajo y perejil.
El
ambiente parece de fiesta. Los fondos son de todo agrado. Para los no fanáticos
de la carne, dos platos de pasta y dos de pescado – salmón y merluza austral-,
compiten con una batería de carnes de calidad superior. Los cortes son los
argentinos y las porciones van entre los 400 y 800 gramos, lo que se deduce que
cada plato es para compartir. Como buena parrilla y a la vez premiada durante
cuatro años como uno de los mejores restaurantes de Latinoamérica, acá nada esta
al azar y todo tiene su objetivo, como las pequeñas guarniciones que acompañan
cada plato y que maridan, tanto como los vinos, con cada trozo de carne que
llega a la mesa.
Hay
Entrañas ($19.900) que llegan doradas y jugosas; Milanesas (19.900) que son de
otro planeta. También opciones como Bife ancho, el clásico Bife Chorizo y el
cautivante Ojo de Bife ($18.900): 400 gramos de carne jugosa, blandísima y de
excelencia. A pesar de que cada plato tiene su precio, cada peso consumido es
un lujito de esos que hay que darse de vez en cuando.
Hay
que ir con tiempo, ganas y reservar con anticipación. Desde el aperitivo
inicial hasta el lujurioso Dulce de leche a la hora del postre, lo envolverá
una atmosfera diferente. Personalmente me atrevo a comentarles que La Cabrera
es la apertura más interesante de este año y que de alguna forma cambió el
panorama snob de las grandes parrillas capitalinas.
Un
acierto de principio a fin. (JAE)
La Cabrera / Av. Alonso de
Córdova 4263, Vitacura / 22792 7967