EL TENEDOR
Una historia puntuda
El
tenedor, al contrario que el cuchillo y la cuchara, no ha formado siempre parte
de los cubiertos de mesa. De hecho, su historia es relativamente reciente.
Aunque apareció en Grecia en el siglo IV, su uso no se generalizó hasta la Edad
Moderna. Antes del tenedor, la gente comía con sus manos, ayudándose a veces de
un cuchillo o una cuchara. Para los aristócratas, las buenas formas en la mesa
indicaban que sólo se debían usar tres dedos para tocar la comida, dejando el
meñique y el anular sin utilizar.
Entre
los siglos VII y XIII, los tenedores eran bastante usuales entre los poderosos
en Oriente Medio y Bizancio. En el año 1005, la aristócrata bizantina María
Argiropoulina se casó con el futuro Duque de Venecia. Durante las celebraciones
ella osó rechazar comer con sus manos. Hizo que uno de sus eunucos le cortara
la comida en pequeños trozos que ella pudo comer con un pincho de oro que llevó
con ella, hecho que fue considerado como decadente por todos. La princesa murió
poco después a causa de una enfermedad, y esto fue percibido como un castigo
divino. El cardenal obispo de Ostia, San Pedro Damián, habló "de la mujer
del Duque de Venecia, cuyo cuerpo, después de su excesiva delicadeza, ha
acabado totalmente podrido". Predicó extensivamente contra este extravagante
instrumento, llamándolo tanto diabólico (probablemente debido a su forma de
tridente) e inútil, ya que los spaghetti y macarrones eran difíciles de comer
con él. Debe notarse que los tenedores de la época eran planos y con dos
puntas, por tanto, mucho más difíciles de manejar.
El
tenedor desapareció durante 300 años de la mesa italiana, hasta el siglo XVI,
cuando fue redescubierto gracias a un renovado interés social en la higiene. En
1533, otra boda real, entre Caterina de Medici y el rey Enrique II de Francia,
extendió el uso del tenedor a este país. La princesa italiana lo puso de moda
en la corte francesa. Introdujo la costumbre de que cada invitado llegara a una
cena con sus propios cubiertos en una caja llamada "cadena".
Inglaterra
vio su primer tenedor cuando un viajero llamado Thomas Coryate describió su uso
como de buena educación, después de un viaje a Italia en 1608. Al principio fue
burlado y ridiculizado, y el tenedor visto como un afeminamiento.
"Furcifer" le llamaron, que significa "el que usa el
tridente" en latín. El clero proclamó su uso como un acto impío, diciendo
que "Dios en su sabiduría ha dado al hombre tenedores naturales - sus dedos.
Por tanto, es un insulto sustituirlos por instrumentos artificiales." Sin
embargo, en 1633, Carlos I de Inglaterra declaró que "es decente usar un
tenedor", una frase que anunciaba el comienzo de las buenas maneras en la
mesa. En algunos años, todos los miembros de la familia real británica poseían
un tenedor. Su uso fue lentamente extendido entre los ricos de Inglaterra, ya
que imitar las costumbres italianas se veía como señal de cultura y
refinamiento.
Sin
embargo, la manera de usar el tenedor siguió siendo un misterio conocido sólo a
unos pocos, hasta bien entrado el siglo XVIII. Joseph Brasbridge, un fabricante
de objetos de plata, escribía sobre su confusión en la casa de un cliente,
"sé cómo vender estos artículos, pero no cómo usarlos". El rey Luis
XIV de Francia siguió comiendo con sus dedos o un cuchillo durante muchos años.
Pero cuando descubrió su utilidad se convirtió en el primer huésped de Europa
en proporcionar juegos completos de cubiertos a sus invitados, suprimiendo la
necesidad de la "cadena". También ordenó cambios en la forma de los
cuchillos de mesa, como el redondeo de su punta, ya que su tarea de pinchar ya
no era necesaria. En el siglo XIX, la producción en masa y la invención del
proceso de galvanoplastia pusieron los tenedores de metal al alcance de las
nuevas clases medias que querían imitar a la nobleza.
La
forma del tenedor ha estado sujeta a varios cambios. Al final del siglo XVII,
los fabricantes ya añadían una tercera punta para indicar la antigua costumbre
de comer con sólo tres dedos. En Italia, Gennaro Spadaccini fue el primero en
añadir una cuarta y redondear sus puntas, bajo la orden del rey Fernando para
adaptarla a la comida de spaghetti. Finalmente, a comienzos del siglo XVIII, el
tenedor curvado fue desarrollado en Alemania, acabando en el utensilio que
conocemos hoy. Las puntas adicionales hicieron que la comida no se cayera, y
las puntas curvadas servían de pala para que los comensales no tuvieran que
cambiar constantemente a la cuchara al comer.