¿SE PUEDE
SEDUCIR CON VINO?
No, no se puede.
A ver: de poder se puede, pero sinceramente
creo que no es definitivo. Es más, creo que nunca lo ha sido. El vino es algo
que cautiva y que acompaña bien. Es un buen complemento, achispa, tiene su
toque dulce; si además es espumoso, es juguetón; pero no es una panacea. No es
la poción mágica que va a suplir tus carencias ni le va a poner ironía a tus chistes.
Si no sabes contar chistes, no sabes contar chistes, no esperes que una botella
de vino los cuente por ti.
Si vamos a pasarnos rollos (como el decadente
pero siempre socorrido -y divertido-) como “voy a emborracharla con vino”, lo
único que vas a hacer es perder tiempo. Emborrachar con vino necesita mucho
trabajo. Si tu táctica es la embriaguez ajena, déjate de vinos, cena rápido -o
ni cenes- y pasa a los Gin-tonics, mucho más efectivos y eficientes.
Y es que el vino es algo inspirador y sensual
si se sabe llevar bien. Pero no el líquido en sí, sino todo lo que hay
alrededor de él. Y en este caso al vino hay que utilizarlo como aliado, no como
arma. Hay que escogerlo con cierta seguridad, probarlo con satisfacción,
servirlo con educación y beberlo con placer. Ser seductor a través del vino,
pero no seducir con vino (ya, parece una simpleza, pero piense en los matices
de ambos conceptos.) O abra una botella, lo que prefiera.
Y un último detalle, nada de vino en caja
-con gran respeto a las cajas y a sus vinos-. Estire un poquito las lucas, que
la ocasión la merece. Además, si al final esa noche no acierta y termina solo
en casa, al menos habrá disfrutado de un vinazo, que nunca está de más.