PECCATORE
MÁS QUE BAR, MÁS QUE PIZZAS
Siempre he comentado que cuando en un restaurante el pisco sour es de calidad, lo que viene a continuación es –en una gran mayoría de las veces- muy bueno. Me pasó la semana pasada cuando llegue al Peccatore, esa pizzería y bar que hace más de un año llegó a BordeRío y reemplazo al Innsbruk, un local tipo alemán que pasó sin pena ni gloria por ese centro gastronómico. El Peccatore me era desconocido y tenía comentarios tan diversos los cuales me dieron pie para conocerlo y degustar sus especialidades, a sabiendas que la pizza era la reina del lugar.
El jueves a la hora de almuerzo estaba repleto. Mesas de grupos y parejas repletaban sus dos comedores y la terraza techada. A primera vista las pizzas y ensaladas eran las más pedidas por los clientes. También cerveza. Mucha cerveza. Acompañamiento ideal de las pizzas para muchos, entre los cuales me incluyo.
Partí con un pisco sour. ¿Cómo le gusta? Me preguntó el mozo. –Bueno, le repliqué. El sour es bueno o malo. No hay alternativas. Ojala algún día el Gobierno firme un decreto –tal como lo hicieron en Brasil con la caipiriña- para regular la forma de elaboración del pisco sour. Seria la solución a tanto sour malo que se ve por ahí y donde no se escapan ni los hoteles cinco estrellas. Mi sour, bueno y más que bueno me contentó y me dispuse a probar las pizzas que había solicitado para el almuerzo.
Fueron tres pizzas las que deguste. La mediterránea (aceitunas, alcachofa, berenjenas, pimientos y champiñones) a la que pedí que le agregaran rúcula y prosciutto. La base, una masa delgada y crujiente y queso. Mucho queso. Buena y sabrosa. Me habría encantado disponer en la mesa de aceite de oliva para agregar ese toque mágico a la rúcula. La siguiente variedad, la “marina” (con machas, calmares y camarones), no logró superar mis expectativas ya que las trabajan con productos congelados y estos pierden parte de su sabor al cocinarlos. La última, a pesar de que ya llevaba varios trozos en mi estómago fue una de las mejores: la “puttanesca”, con tomates deshidratados, anchoas, aceitunas, alcaparras, ajo y ají. Una delicia para el paladar. Ni decir que les faltaba queso, ya que en Pecattore pareciera que lo compran por toneladas.
Buenas las pizzas, y con cerveza, mejor. A pesar de que la carta incluye una selección de variados vinos (y a buen precio), un shop de 500 cc. me mantuvo fresco y feliz durante la jornada que terminé con una versión chilena de un acaramelado de manzana (postre italiano y bonaerense por antonomasia) y que acá lo elaboran bastante bien y acompañado de una bola de un muy buen helado.
Aquí se nota oficio. Los Delano, una marca registrada de restaurantes en Santiago y que han tenido –como todos- bastantes altibajos en sus negocios, han sabido aplicar todo lo bueno de sus anteriores experiencias y las han traspasado a este Pecattore. Es un lugar económico si se toma en cuenta en lugar donde esta emplazado. Sus ofertas, diarias, de happy hours, días femeninos, campeonatos de cacho y novedades hacen de este lugar una entretención para cualquier día de la semana. Para tranquilidad de muchos, se reservan el derecho a entrada sólo a mayores de 26 años (no 21… 26). Y con eso evitan algunos excesos que se producirían cuando la “barra” es de las más económicas del sector.
En resumen: una alternativa vigente y muy apropiada para los tiempos difíciles que muchos pronostican. Hay ambiente, pizzas y ensaladas de calidad, algunas pastas y una oferta de tragos, vinos y cervezas casi perfecta. Un restaurante que vale la pena conocer o revisitar. (Juantonio Eymin)
Peccatore: BordeRío. Monseñor Escrivá de Balaguer 6400, local 9, fono 247 8130
MÁS QUE BAR, MÁS QUE PIZZAS
Siempre he comentado que cuando en un restaurante el pisco sour es de calidad, lo que viene a continuación es –en una gran mayoría de las veces- muy bueno. Me pasó la semana pasada cuando llegue al Peccatore, esa pizzería y bar que hace más de un año llegó a BordeRío y reemplazo al Innsbruk, un local tipo alemán que pasó sin pena ni gloria por ese centro gastronómico. El Peccatore me era desconocido y tenía comentarios tan diversos los cuales me dieron pie para conocerlo y degustar sus especialidades, a sabiendas que la pizza era la reina del lugar.
El jueves a la hora de almuerzo estaba repleto. Mesas de grupos y parejas repletaban sus dos comedores y la terraza techada. A primera vista las pizzas y ensaladas eran las más pedidas por los clientes. También cerveza. Mucha cerveza. Acompañamiento ideal de las pizzas para muchos, entre los cuales me incluyo.
Partí con un pisco sour. ¿Cómo le gusta? Me preguntó el mozo. –Bueno, le repliqué. El sour es bueno o malo. No hay alternativas. Ojala algún día el Gobierno firme un decreto –tal como lo hicieron en Brasil con la caipiriña- para regular la forma de elaboración del pisco sour. Seria la solución a tanto sour malo que se ve por ahí y donde no se escapan ni los hoteles cinco estrellas. Mi sour, bueno y más que bueno me contentó y me dispuse a probar las pizzas que había solicitado para el almuerzo.
Fueron tres pizzas las que deguste. La mediterránea (aceitunas, alcachofa, berenjenas, pimientos y champiñones) a la que pedí que le agregaran rúcula y prosciutto. La base, una masa delgada y crujiente y queso. Mucho queso. Buena y sabrosa. Me habría encantado disponer en la mesa de aceite de oliva para agregar ese toque mágico a la rúcula. La siguiente variedad, la “marina” (con machas, calmares y camarones), no logró superar mis expectativas ya que las trabajan con productos congelados y estos pierden parte de su sabor al cocinarlos. La última, a pesar de que ya llevaba varios trozos en mi estómago fue una de las mejores: la “puttanesca”, con tomates deshidratados, anchoas, aceitunas, alcaparras, ajo y ají. Una delicia para el paladar. Ni decir que les faltaba queso, ya que en Pecattore pareciera que lo compran por toneladas.
Buenas las pizzas, y con cerveza, mejor. A pesar de que la carta incluye una selección de variados vinos (y a buen precio), un shop de 500 cc. me mantuvo fresco y feliz durante la jornada que terminé con una versión chilena de un acaramelado de manzana (postre italiano y bonaerense por antonomasia) y que acá lo elaboran bastante bien y acompañado de una bola de un muy buen helado.
Aquí se nota oficio. Los Delano, una marca registrada de restaurantes en Santiago y que han tenido –como todos- bastantes altibajos en sus negocios, han sabido aplicar todo lo bueno de sus anteriores experiencias y las han traspasado a este Pecattore. Es un lugar económico si se toma en cuenta en lugar donde esta emplazado. Sus ofertas, diarias, de happy hours, días femeninos, campeonatos de cacho y novedades hacen de este lugar una entretención para cualquier día de la semana. Para tranquilidad de muchos, se reservan el derecho a entrada sólo a mayores de 26 años (no 21… 26). Y con eso evitan algunos excesos que se producirían cuando la “barra” es de las más económicas del sector.
En resumen: una alternativa vigente y muy apropiada para los tiempos difíciles que muchos pronostican. Hay ambiente, pizzas y ensaladas de calidad, algunas pastas y una oferta de tragos, vinos y cervezas casi perfecta. Un restaurante que vale la pena conocer o revisitar. (Juantonio Eymin)
Peccatore: BordeRío. Monseñor Escrivá de Balaguer 6400, local 9, fono 247 8130