miércoles, 19 de noviembre de 2008

LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY



EL HÓRREO
¡OLÉ!

No hay duda. Españolísimo.
Y de ahí nadie los saca.

Es que Philippe Gaugirand y Fernando Padruno, ambos chefs y propietarios de este lugar tienen la convicción que la comida española es su fuerte y su futuro. A pesar de que Philippe es francés, adoptó la cocina ibérica como su bandera y es esa la que diariamente entregan en El Hórreo, uno de los íconos de la comida española en Santiago.

Y para muestra, un botón. Noviembre. Calor en la capital. Plato de fondo: puchero. ¿Qué más español que obviar las estaciones y degustar cuándo y dónde uno quiera platos excelsos de la Madre Patria? Eso. Así es en El Hórreo. Su carta de verano y de invierno son casi similares. Solo se limitan en caso de que les falle el producto, ya que de eso saben y de eso de jactan.

Partí la degustación con unas croquetas de chipirones en su tinta y calamares a la romana. Suaves y sabrosos que acompañé con el resto de un jerez Tío Pepe que quedaba de mi aperitivo. Un chardonnay Gran Tarapacá 2007 sirvió de perfecto acompañante para degustar a continuación unas gambas al ajillo y un trozo inmaculado de merluza austral con angulas (o puyes como les llamamos en Chile a estos alevines), de gran factura y delicadeza. Imperdible para los amantes de los pescados. Tanto como un bacalao a la Vizcaína que alcanzó cotas de perfección y grandes alabanzas.

Un Sangre de Toro de Miguel Torres 2006 elaborado en el Penedès español sirvió para degustar una finas y deliciosas empanadas de chorizo y otras de pulpo, delikatessen muy apropiadas para ser pedidas de aperitivo. El mismo vino sirvió sin embargo para degustar tres de las especialidades más famosas de la cocina ibérica: la fabada, el puchero y el rabo de buey. Obvio, en porciones pequeñas para no morirse ahí mismo. La fabada, con “fabes” o porotos, grandes y cremosos es una de las recetas más elaboradas donde uno pueda encontrar un español cocinando. El puchero, preparado con garbanzos sin pelar, es todo un estudio al sabor y a la raza española y el rabo de buey, cocinado largas horas para lograr blandura y sabor, una delicadeza con Denominación de Origen.

Creo que esa noche había probado parte importante de la carta del Hórreo. Ocho platos a decir verdad y como para “dormir sentado”. Sin embargo aun faltaba la parte dulce. Y cómo no: crema calatana, la versión española de la crème brulée y el cassadielles, postre asturiano a base de nueces, jerez, anís y hojaldre, ambos de buen poder calórico pero de gran calidad.

Y que fue una muestra, así fue. La carta, con más de cincuenta especialidades, también aventura con una cocina de producto que tanto gusta a los nacionales. Un día, y de acuerdo a sus compras, erizos, al otro, locos, y así se configura una carta diaria casi “de mercado” ya que los patrones del Hórreo son fieles visitantes de los amaneceres del terminal pesquero de la capital, donde se abastecen de gran parte de las materias primas que trasforman en grandes recetas españolas.

Con apetito, no hay mejor recomendación. Lejos uno de los mejores españoles de la ciudad. Y vale la pena reservar. (Juantonio Eymin)

El Hórreo: Av. Vitacura 7482, Vitacura, fono 219 9331