ASTRID Y GASTÓN
Una sonrisa… por favor
El modelo es peruano. Franquiciado pero peruano. Y cuando ellos cocinan, lo hacen como nadie. Sazón y sazón. Y en el caso de Astrid y Gastón, sazón y producto. Una mezcla explosiva que lo mantiene como uno de los mejores representantes de esa gastronomía en Chile. La mano de Acurio es ya casi una religión. Lo que toca lo convierte en placer y muchos se inclinan ante sus propuestas. Nosotros también.
La casona de la calle Antonio Bellet les queda muchas veces chica pero no pretenden moverse de ahí. La escogieron en conjunto con Gastón Acurio con el fin de mantener una línea con el aquel entonces el inicio del proyecto que hoy ya tiene sucursales en Bogotá, Caracas, Quito, Madrid, Ciudad de México, Ciudad de Panamá, Santiago y Lima. Pronto abrirán en Buenos Aires. El bar es pequeño pero intenso. Desde su tradicional pisco sour hasta licores preparados en base a hierbas hacen agradable la espera. Cada día ofrecen alguna novedad, como, por ejemplo, Chola Rosita, mezcla de vino rosé, pisco acholado y Cointreaux, o el Big Boss, a base de pepino dulce. La gastronomía está a cargo de Oscar Gómez, un peruano formado en las cocinas de Acurio y que no se ha movido de Santiago desde su arribo. Cada cierto tiempo viaja a Lima, al laboratorio-cocina de Gastón a empaparse con las nuevas recetas de corte internacional pero de inspiración nortina, y las trae a la roja casona de Antonio Bellet.
¿Rico? Si. Y bastante. Una larga carta de especialidades hace muchas veces dudar a los clientes por cuál de todas optar. Sazón y producto es la clave del Astrid y Gastón y entre cebiches, causas, tiraditos, anticuchos, piqueos, chupes, ajíes, sudados y saltados se puede estar una tarde entera probando y comiendo. El producto es casi todo nacional, con excepción de algunos imperdibles peruanos que acá no se consiguen y el resultado es perfecto. La perfección que busca Acurio y que acá se consigue fielmente.
Quizá no sea necesario hablar de todo lo degustado ya que se podrían llenar páginas y páginas de texto. Pero hay en esta nueva carta un par de íconos que no se deben pasar por alto: un congrio con quinoto (un risotto de quinoa) con un fondo de crustáceos, de enviciante y perfecta factura y para los amantes de cerdo (pareciera que todos lo somos), un trozo de cochinillo (de tres semanas) con papas panaderas y pera rellena. Un lujo de preparación que a los españoles debe darles envidia.
Larga y buena carta de vinos y licores. Una hermosa vajilla de presentación y un servicio acorde hará que esta nueva carta, renovada en un 80% en relación a la anterior, sea todo un éxito, algo que ya están acostumbrados.
¿Todo, todo perfecto? No. A pesar de que el servicio es de muy buena calidad, me faltó algo de la cordialidad peruana. Los nortinos son serviciales (no confundir con serviles) y acá, donde todo es tan perfeccionista y profesional, encontré una actitud –por así decirlo- más inglesa que peruana. Una lejanía entre el mozo y el comensal. Todo muy bien servido, todo muy rico, todo de calidad y aunque la atención sea cien por ciento profesional, una sonrisa es siempre bienvenida. Y acá faltan sonrisas. (Juantonio Eymin)
Astrid y Gastón: Antonio Bellet 201, Providencia, fono 650 9125
Una sonrisa… por favor
El modelo es peruano. Franquiciado pero peruano. Y cuando ellos cocinan, lo hacen como nadie. Sazón y sazón. Y en el caso de Astrid y Gastón, sazón y producto. Una mezcla explosiva que lo mantiene como uno de los mejores representantes de esa gastronomía en Chile. La mano de Acurio es ya casi una religión. Lo que toca lo convierte en placer y muchos se inclinan ante sus propuestas. Nosotros también.
La casona de la calle Antonio Bellet les queda muchas veces chica pero no pretenden moverse de ahí. La escogieron en conjunto con Gastón Acurio con el fin de mantener una línea con el aquel entonces el inicio del proyecto que hoy ya tiene sucursales en Bogotá, Caracas, Quito, Madrid, Ciudad de México, Ciudad de Panamá, Santiago y Lima. Pronto abrirán en Buenos Aires. El bar es pequeño pero intenso. Desde su tradicional pisco sour hasta licores preparados en base a hierbas hacen agradable la espera. Cada día ofrecen alguna novedad, como, por ejemplo, Chola Rosita, mezcla de vino rosé, pisco acholado y Cointreaux, o el Big Boss, a base de pepino dulce. La gastronomía está a cargo de Oscar Gómez, un peruano formado en las cocinas de Acurio y que no se ha movido de Santiago desde su arribo. Cada cierto tiempo viaja a Lima, al laboratorio-cocina de Gastón a empaparse con las nuevas recetas de corte internacional pero de inspiración nortina, y las trae a la roja casona de Antonio Bellet.
¿Rico? Si. Y bastante. Una larga carta de especialidades hace muchas veces dudar a los clientes por cuál de todas optar. Sazón y producto es la clave del Astrid y Gastón y entre cebiches, causas, tiraditos, anticuchos, piqueos, chupes, ajíes, sudados y saltados se puede estar una tarde entera probando y comiendo. El producto es casi todo nacional, con excepción de algunos imperdibles peruanos que acá no se consiguen y el resultado es perfecto. La perfección que busca Acurio y que acá se consigue fielmente.
Quizá no sea necesario hablar de todo lo degustado ya que se podrían llenar páginas y páginas de texto. Pero hay en esta nueva carta un par de íconos que no se deben pasar por alto: un congrio con quinoto (un risotto de quinoa) con un fondo de crustáceos, de enviciante y perfecta factura y para los amantes de cerdo (pareciera que todos lo somos), un trozo de cochinillo (de tres semanas) con papas panaderas y pera rellena. Un lujo de preparación que a los españoles debe darles envidia.
Larga y buena carta de vinos y licores. Una hermosa vajilla de presentación y un servicio acorde hará que esta nueva carta, renovada en un 80% en relación a la anterior, sea todo un éxito, algo que ya están acostumbrados.
¿Todo, todo perfecto? No. A pesar de que el servicio es de muy buena calidad, me faltó algo de la cordialidad peruana. Los nortinos son serviciales (no confundir con serviles) y acá, donde todo es tan perfeccionista y profesional, encontré una actitud –por así decirlo- más inglesa que peruana. Una lejanía entre el mozo y el comensal. Todo muy bien servido, todo muy rico, todo de calidad y aunque la atención sea cien por ciento profesional, una sonrisa es siempre bienvenida. Y acá faltan sonrisas. (Juantonio Eymin)
Astrid y Gastón: Antonio Bellet 201, Providencia, fono 650 9125