martes, 25 de agosto de 2009

PRODUCTOS


SI NO HAY BUENA MÁQUINA… NO HAY BUEN CAFÉ

Así de simple, así de cierto. Por años los chilenos estuvimos acostumbrados a los café solubles, a los instantáneos. Sólo en lugares especiales probábamos los expresos, concepto italiano que invadió nuestro país hace décadas ya. Sin embargo, en los hogares, el café-café era algo difícil de elaborar. Cuando lo preparaban, en unas viejas cafeteras de aluminio la mayoría de las veces bebíamos un líquido oscuro, ácido y poco reconfortante.

Es que de café poco sabemos. Los árabes en Chile lo preparan en olla y con cardamomo. Otras versiones, más modernas, filtran el café en papel absorbente y la mayoría de las veces, para beber buen café, recurrimos a las cafeterías, de las que han abierto como callampas. Para nosotros eso si, debe ser del tipo expreso ya que nunca apreciamos -ni conocimos- las categorías intermedias.

Y es que el mercado del café en Chile es muy complicado. Generalmente los restaurantes y hoteles no adquieren café. Transan máquinas. Negocian con productores que aportan los equipos aunque el producto les salga más caro. Falencias de una economía de mercado que desgraciadamente no tiene vuelta.

Pero los café expreso han llegado al hogar y a las oficinas de la mano de los alemanes. Conociendo la afinidad de un café bien preparado, varias marcas han ingresado al país con maquinas de última generación capaz de entregar un café-café como el más soñado. Entre ellas, KRUPS (www.krups.cl), multinacional que ocupa tecnología de punta para sus productos. Ellos presentaron hace unos días en el hotel Ritz Carlton de la capital algunos de sus equipos aprovechando la visita del experto colombiano Juan Pablo Villota, exportador de una gama cafetera de alto nivel en su país y reconocido por sus ya conocidos “Bautizos del Café”, donde demuestra la alta calidad de los granos colombianos y los de su finca San Alberto, allá en los altos tropicales de su país.

Buena máquina y buen café. La fórmula ideal. Un lujito que cuesta sus pesos pero que tiene mercado. Incluso, los equipos se mantienen solos. Tener en casa u oficina una cafetera como las descritas es, para los amantes del buen café, la proyección del placer máximo. Enviciante, por así decirlo. (JAE)