miércoles, 4 de noviembre de 2009

LOS APUNTES GASTRONÓMICOS DE LOBBY


ADRA
QUE PASE EL SIGUIENTE

Cuando los vinos son las estrellas de la noche pero se les atraviesa una gastronomía de buen talante, el placer es doble. Y eso me pasó la semana pasada cuando me invitaron a una de las ya famosas Cenas Noches Únicas del Ritz Carlton, lugar donde cataríamos lo mejor de Altaïr, uno de los vinos premium del país.

Vertical, por decirlo en lenguaje vitivinícola. Tres añadas (2003, 2004 y 2005) que se someterían al veredicto de los presentes. Y también tres platos, preparados por el incansable Tomás Olivera que van a la dirección de armonizar y que el protagonismo sea parejo. Vino y gastronomía acorde. ¡Vaya responsabilidad!

Y Altaïr tiene su prestigio y su precio. No baja de $50 mil la botella en las tiendas de vino. No me atrevo ni siquiera pensar cuánto cobrarán en los restaurantes. A decir verdad, pocos paladares predispuestos a desembolsar tan importante suma. Pero de haberlos, como dice el dicho,… los hay. Y por eso la viña vende parte de su producción en el país.

Tres añadas. 2003: para morderlo, como dicen en el campo. Lo escolta una variación de pato. Una fina lámina tibia; paté y foie gras sobre una pequeña tostada melba. Un lujito de esos que este año se ha visto poco.

Segundo acto: 2004: potente y aplaudido. Alabado tanto como un canelón relleno con champiñones trufados que encantó a un comedor repleto de invitados y especialistas. Este era la guarnición de un lomo de wagyu que por esta vez paso desapercibido. Otro destacado del chef Olivera que prometió integrarlo rápidamente a la carta.

Última escena: 2005: joven, brioso pero aun nervioso por su poca guarda. Como queriendo decir, esperen un par de años y me mostraré en toda su plenitud. “Si ahora estoy bueno, mañana estaré mejor”. Lo acompaña una chuleta de cordero con coulis de vegetales y una papa asada, como las de casa. Interesante plato aunque reconozco que el cordero ya no encanta como antes. Feliz lo habría reemplazado por una cola de buey, algo que no me cabe duda que Olivera trabaja a la perfección.

The End: Tiramisú de mote con huesillos, rico. Y como a falta de pan… o sea a falta de un vino adecuado para el postre (algo que Altaïr no tiene), whisky Macallan de 12 años, con hielo, agua o sólo. Un acierto de los organizadores.

Gran cena. Como para perderle el respeto a una crisis económica que ya viene de vuelta. Grandes vinos y alto nivel gastronómico para una de esas noches del vino que quedan en el recuerdo.

Como para repetirse el plato. (Juantonio Eymin)

La Vinoteca / Wain: Distribuidor de Altaïr: Av. Nueva Costanera 3955, Vitacura, fono 953 6290 / Av. Manuel Montt 1450, Providencia, fono 343 3607
Adra. Hotel Ritz Carlton. El Alcalde 15, Las Condes, fono 473 7556