PLANEANDO VIAJE
¿Por qué será, Exe, que cuando la gente viaja al exterior encuentra la comida la raja de buena y no valoramos lo propio?
Volvió filosófica Mathy de Iquique. La fui a buscar al aeropuerto y le tenía almuerzo preparado en mi departamento. Comprado, obvio, pero bastante bueno. Abrí una botella de espumoso nacional (champagne le llamábamos en nuestros años felices) para brindar por su regreso. Regresó tostadita, como si hubiese estado en el Caribe. Si a eso le suman sus ojitos verdes y un vestido primaveral, la suma es demasiado explosiva.
- ¿Te gustó la comida en Iquique que me preguntas eso?
- No guachito. Lo que pasa es que me entretuve leyendo de Mistura, la feria que hicieron los peruanos en Lima.
- Yo no fui, querida, así que poco y nada te puedo decir de ello.
A decir verdad, me habría encantado ir, pero mi jefe se adelantó y partió con un lote de mujeres a cubrir la feria. Me dejó a cargo de la oficina y se marchó más feliz que perro con dos pichulas. Yo me quedé en Santiago cuidándole las espaldas y sus eternos sobregiros. A su regreso escribió de lo fantástico que se come en Lima y de ahí nació la necesidad de Mathy para saber las razones del porqué encontramos la comida extranjera mejor que la propia.
- Lo que pasa Mathy es que cuando uno sale de viaje va en plan de descanso y relajo, y eso de manifiesta en que encuentras todo distinto y rico.
- Perdóname guacho, pero yo no como cuyes aunque me tengan secuestrada.
- ¿Los has probado?
- ¡Se te ocurre! Pobrecitos animales. Es como comerse un perro.
Mira linda, le dije. Yo no fui a Lima y tampoco he comido cuyes. Pero tú acá igual comes ranas, piures, erizos con su pancora y todo además de toda una gama animal que en muchas partes no las comen. ¿No te estarás poniendo medio talibán en esto de la comida?
- Tienes razón Exe, me dijo mientras degustaba unas machas con salsa verde que había comprado en la mañana en La Tasca de Altamar. – Lo que pasa es que tengo ganas de que nos vayamos de luna de miel fuera de Chile.
¿Luna de miel? ¿A mis años? ¿A qué? ¿A comer?
-¿Estás con fiebre o con calentura Mathy? ¿Te sientes bien?
- Mejor que nunca Exe. En Iquique me di cuenta que si no lo paso bien estos años, nunca lo podré hacer. ¿Qué te parece que ahora nosotros vayamos a Lima? ¡Tengo unos datos divinos! Mira: Los pasajes los compramos con tarjeta de crédito. Eso es baratísimo. Y según lo que leí en la prensa, muchos periodistas se fueron a un hostal que queda en Miraflores, algo así como nuestra Las Condes, y que pagaban una miseria por dormir.
- ¿Miseria?
- Lo tengo todo anotado, me contaba mientras comíamos unos ravioles que me había conseguido Atilio Barbieri en el Da Carla. – Fíjate que la noche cuesta 35 dólares por los dos, con baño privado y un lugar exquisito. Son 17 lucas Exe… ¿Te animas?
- ¿Es una sucursal de la Fundación Las Rosas?
- No Exe. Es una casa transformada en hostal y es la maravilla.
Saqué las cuentas y no me cuadraban. ¿Estaba todo tan barato en realidad? ¿Dónde estaría la trampa?
- ¿‘Tas segura Mathy?
- Totalmente, guachito. ¿Vamos?
Pensé en el pisco sour peruano, en sus cebiches y sus tacu tacu; en sus chicharrones de cerdo y en su variedad de pescados y mariscos; pensé también en las limeñas, que son lindas a rabiar; en sus cremoladas y en los choritos a la chalaca. Pensé en causas multicolores que he hicieron babear. En los rocotos y múltiples ajíes. En sus picarones y postres coloniales que aun conservan. Pensé en conocer la capital del Reino y sus múltiples atractivos. ¡Mañana mismo le pido permiso al jefe para arrancarme unos días a Lima!
- Listo Mathy. Nos vamos a Lima.
- No po’ Exe. Primero hay que ponerse con las tareas al día. Hace tres semanas que no te veo y mal que mal eso vale un cariñito que sea.
No es que sea una bestia a estas alturas del partido, pero me intriga saber si se puso tanga o traje de baño completo para tomar sol. Eso lo averiguaré en un rato. Demás decirles que el postre se quedó en el refrigerador y partimos con sendas copas de coñac a nuestros aposentos.
Mañana Lima. Hoy, a ponerse al día.
Exequiel Quintanilla
LAN tiene vuelos diarios a Lima. Lunes, martes, miércoles, viernes y domingo operan cinco vuelos, los jueves y sábado operan cuatro. Las tarifas van desde US$149 más impuestos. Más información en www.lan.com
El Malecón Hostel: Av. de la Aviación 470, Miraflores, Lima, Perú, fono 51-1- 446 2368
¿Por qué será, Exe, que cuando la gente viaja al exterior encuentra la comida la raja de buena y no valoramos lo propio?
Volvió filosófica Mathy de Iquique. La fui a buscar al aeropuerto y le tenía almuerzo preparado en mi departamento. Comprado, obvio, pero bastante bueno. Abrí una botella de espumoso nacional (champagne le llamábamos en nuestros años felices) para brindar por su regreso. Regresó tostadita, como si hubiese estado en el Caribe. Si a eso le suman sus ojitos verdes y un vestido primaveral, la suma es demasiado explosiva.
- ¿Te gustó la comida en Iquique que me preguntas eso?
- No guachito. Lo que pasa es que me entretuve leyendo de Mistura, la feria que hicieron los peruanos en Lima.
- Yo no fui, querida, así que poco y nada te puedo decir de ello.
A decir verdad, me habría encantado ir, pero mi jefe se adelantó y partió con un lote de mujeres a cubrir la feria. Me dejó a cargo de la oficina y se marchó más feliz que perro con dos pichulas. Yo me quedé en Santiago cuidándole las espaldas y sus eternos sobregiros. A su regreso escribió de lo fantástico que se come en Lima y de ahí nació la necesidad de Mathy para saber las razones del porqué encontramos la comida extranjera mejor que la propia.
- Lo que pasa Mathy es que cuando uno sale de viaje va en plan de descanso y relajo, y eso de manifiesta en que encuentras todo distinto y rico.
- Perdóname guacho, pero yo no como cuyes aunque me tengan secuestrada.
- ¿Los has probado?
- ¡Se te ocurre! Pobrecitos animales. Es como comerse un perro.
Mira linda, le dije. Yo no fui a Lima y tampoco he comido cuyes. Pero tú acá igual comes ranas, piures, erizos con su pancora y todo además de toda una gama animal que en muchas partes no las comen. ¿No te estarás poniendo medio talibán en esto de la comida?
- Tienes razón Exe, me dijo mientras degustaba unas machas con salsa verde que había comprado en la mañana en La Tasca de Altamar. – Lo que pasa es que tengo ganas de que nos vayamos de luna de miel fuera de Chile.
¿Luna de miel? ¿A mis años? ¿A qué? ¿A comer?
-¿Estás con fiebre o con calentura Mathy? ¿Te sientes bien?
- Mejor que nunca Exe. En Iquique me di cuenta que si no lo paso bien estos años, nunca lo podré hacer. ¿Qué te parece que ahora nosotros vayamos a Lima? ¡Tengo unos datos divinos! Mira: Los pasajes los compramos con tarjeta de crédito. Eso es baratísimo. Y según lo que leí en la prensa, muchos periodistas se fueron a un hostal que queda en Miraflores, algo así como nuestra Las Condes, y que pagaban una miseria por dormir.
- ¿Miseria?
- Lo tengo todo anotado, me contaba mientras comíamos unos ravioles que me había conseguido Atilio Barbieri en el Da Carla. – Fíjate que la noche cuesta 35 dólares por los dos, con baño privado y un lugar exquisito. Son 17 lucas Exe… ¿Te animas?
- ¿Es una sucursal de la Fundación Las Rosas?
- No Exe. Es una casa transformada en hostal y es la maravilla.
Saqué las cuentas y no me cuadraban. ¿Estaba todo tan barato en realidad? ¿Dónde estaría la trampa?
- ¿‘Tas segura Mathy?
- Totalmente, guachito. ¿Vamos?
Pensé en el pisco sour peruano, en sus cebiches y sus tacu tacu; en sus chicharrones de cerdo y en su variedad de pescados y mariscos; pensé también en las limeñas, que son lindas a rabiar; en sus cremoladas y en los choritos a la chalaca. Pensé en causas multicolores que he hicieron babear. En los rocotos y múltiples ajíes. En sus picarones y postres coloniales que aun conservan. Pensé en conocer la capital del Reino y sus múltiples atractivos. ¡Mañana mismo le pido permiso al jefe para arrancarme unos días a Lima!
- Listo Mathy. Nos vamos a Lima.
- No po’ Exe. Primero hay que ponerse con las tareas al día. Hace tres semanas que no te veo y mal que mal eso vale un cariñito que sea.
No es que sea una bestia a estas alturas del partido, pero me intriga saber si se puso tanga o traje de baño completo para tomar sol. Eso lo averiguaré en un rato. Demás decirles que el postre se quedó en el refrigerador y partimos con sendas copas de coñac a nuestros aposentos.
Mañana Lima. Hoy, a ponerse al día.
Exequiel Quintanilla
LAN tiene vuelos diarios a Lima. Lunes, martes, miércoles, viernes y domingo operan cinco vuelos, los jueves y sábado operan cuatro. Las tarifas van desde US$149 más impuestos. Más información en www.lan.com
El Malecón Hostel: Av. de la Aviación 470, Miraflores, Lima, Perú, fono 51-1- 446 2368