miércoles, 11 de mayo de 2011

EL PIRATEO

LENTEJAS PARA ALEGRAR EL ALMA


* Pepe Iglesias. www.enciclopediadegastronomia.es

Estudiando el simbolismo esotérico de las lentejas, con gran sorpresa descubrí que esta denostada legumbre, de la que el propio Don Quijote, a pesar de sus hambrunas, renegaba por tenerlas en la olla cada viernes, formaba antaño, en el antiguo Egipto y en la Grecia clásica, parte del ágape ritual de las liturgias mortuorias, porque al parecer, según el historiador romano Apiano: “Las lentejas de Egipto, cuando se las come, tornan al hombre confiado y locuaz, alegre y divertido”.

Aún se comen ceremonialmente en la cultura judía durante las cenas de duelo de la víspera del ayuno del Ab, aniversario de la destrucción de los dos templos, y en el Pentateuco ya se habla de ellas cuando narran como Essau vendió los derechos de su primogenitura por un plato de lentejas (de ahí la expresión: venderse por un plato de lentejas).

Extrañas virtudes las de un alimento que provoca tanta hilaridad que hasta las antiguas religiones las recomendaban para aliviar las penas de sus duelos.

El caso es que después de ser vilipendiadas durante siglos, ahora vuelven a subirse al candelero porque con eso de la dieta mediterránea, los nuevos yuppis norteamericanos han descubierto sus virtudes y se las comen a puñados, aunque eso sí, de las formas mas extravagantes que se puedan ustedes imaginar.

Estas cualidades alimenticias no son nada nuevo.

Me imagino que todos ustedes recordarán como de pequeños nuestras madres nos decían: “Comeros todas las lentejas, que tienen mucho hierro y son muy sanas”. Y aun remontándonos un poco más en el tiempo, las legiones romanas se alimentaban básicamente de lentejas porque los médicos de la época, aun sin saber a ciencia cierta de sus propiedades ni contenidos vitamínicos y minerales, lo que sí sabían empíricamente era que los soldados aguantaban más con ellas que con ningún otro alimento.

Ahora el Departamento de Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid nos confirma que son equilibradas y naturales, que aportan dos veces y media más hierro que la carne de vaca, más proteínas que el queso Emmental, tanto calcio como el huevo y más del doble de fibra que el propio pan integral.

Pero hay más: el Comité de Selección sobre Nutrición y Necesidades Humanas de los Estados Unidos, ante la alarmante situación de insalubridad que viven los americanos por su mala alimentación, ha marcado unas pautas para mejorar el régimen nutricional de sus ciudadanos y, entre otras cosas propias de la dieta mediterránea, recomiendan que coman lentejas por un tubo. Y como allí son así de obedientes, pues están poniéndose como quicos de esta legumbre. Hasta han inventado una lenteja de cocción rápida que se está vendiendo con gran éxito.

Para terminar con estas polémicas legumbres, les contaré una anécdota que ocurrió en el mítico restaurante parisino La Tour d'Argent. Antes de la Gran Guerra, el intocable y genial Frédéric Delair, chef a la sazón de ese templo de la gastronomía, inventó su célebre "Potage Tour d'Argent", que no era otra cosa que un puré de lentejas, y cuando se lo dio a probar con toda pompa al Gran Duque Wladimiro de Rusia, el cocinero constató con indignación como la gran duquesa seguía hablando por los codos sin hacerle mayor aprecio a su guiso, entonces se acercó, le retiró el plato y le dijo: "Alteza Imperial, cuando uno no sabe comer un plato como este, con el debido respeto, es mejor no pedirlo."

Dicen que en esa ocasión el Gran Duque no pudo esconder tras la servilleta su mordaz risita de conejo y el plato de lentejas casi provoca un cisma imperial.