martes, 22 de enero de 2013

LA NOTA DE LA SEMANA


DE SOMMELIERS Y BUEN SERVICIO

Es difícil entender el poco interés que tienen los restaurantes tener entre sus filas a nuestros sommeliers. Son pocos los casos en que el empresario gastronómico se convence que la figura del experto (y no sólo en vinos) es una inversión y no sólo un gasto.

 Pero vamos por partes: la iniciativa de formar sommeliers profesionales en Chile nació a finales de 2001, y respondió a la necesidad de profesionalizar esta actividad y de ofrecer oportunidades concretas para quienes optan por esta labor. Más de 1.500 alumnos han pasado por la escuela y tales son las exigencias que sólo cerca del 5% del alumnado ha sorteado todas las dificultades académicas. Una labor encomiable que gracias a un grupo de expertos en la materia, entre ellos Héctor Vergara,
Felipe Pizarro, Alejandro Farías, Miguel Silva, Pascual Ibáñez  y Ricardo Grellet, decidieran, a finales del 2001, crear una Asociación que los representara y posteriormente crear la Escuela respectiva.

Es cierto que un sommelier es difícil de pagar en nuestra bipolar industria gastronómica. Por ello el buen servicio escasea en los restaurantes. No es que sean dioses y que con tan sólo su contratación el restaurante va a mejorar toda su cadena de servicio, pero basta un par de botones de muestra para darse cuenta que la figura del sommelier es fundamental en la cadena administrativa y logística de los establecimientos. Los grandes casinos, hoteles y restaurantes nacionales cuentan con uno de ellos y confían plenamente en sus conocimientos.

Es real también que las exigencias que la Escuela de Sommeliers le pone a sus alumnos son altísimas –y eso lo demuestra la poca cantidad de expertos graduados-, los cuales son prácticamente peleados por la industria del vino, aceites y licores, que ven en ellos un buen pronóstico para el desarrollo de sus marcas. Nos gustaría una mayor participación de nuestros sommeliers en los restaurantes con la finalidad de profesionalizar el sector. Desde esta columna, deseamos larga vida a este emprendimiento de formación de profesionales del servicio, con la esperanza de que periódicamente podamos tener más expertos en esto del vino y sus derivados. Una labor tremendamente exigente pero a la vez muy cautivadora.