Luego de un receso obligatorio de cerca de dos meses, La Mar abre nuevamente sus puertas a un par de cuadras de su antigua locación.
Ya no hay filas esperando mesas, como hace cinco años atrás, cuando Gastón
Acurio abrió su segundo restaurante en Santiago. En esos entonces, La Mar se
transformó en un fenómeno tan grande, que muchos restaurantes (peruanos y no
tanto), copiaran sus ideas, incluso su festiva decoración. Hace un tiempo, los
propietarios del antiguo local decidieron vender el paño de terreno para la
construcción de un mall de lujo, lo de derivó en el cambio de ubicación, a sólo
dos cuadras del anterior emprendimiento.
Todo es igual. Los arquitectos trataron de hacer un símil del lugar
antiguo y lo lograron. Sin embargo, su capacidad creció gracias a un segundo
piso que construyeron y que le dará un plus a las ventas del local. A pesar de
sus precios, que no son baratos, La Mar sigue siendo uno de los íconos en lo
que a comida peruana se refiere, a pesar de que la competencia es bastante
dura.
Pisco sour, chilcano (pisco + ginger ale + jugo de limón) y pisco punch (con
frutas) entre los favoritos para comenzar a conocer los nuevos platos de esta
segunda etapa. Una gran brigada de mozos para un servicio alegre y rápido. Un
Cebiche Lujurioso (12.400), con ostras, erizos, machas, pescado y leche de
tigre con jugo de erizos, para comenzar el festín.
Música peruana, como debe ser, para seguir alabando alguno de sus mejores platos. Buena Causa limeña coronada con un mejor pejerrey apanado en quínoa y su clásica ensalada criolla (9.800); blandas láminas de pulpo al olivo con rocoto, coronando el almuerzo con Langosta y merluza austral sudadas en leche de tigre y pepián de choclo (14.800). Un plato para destacar dentro de esta nueva carta.
¿Más aún? Sí: un steak de atún a las brasas con papitas perfumadas en
huacatay (14.800) y unos demasiado buenos y esponjosos picarones con miel que
dejan la boca con sabor a poco.
La Mar es como una escuela de cocina y de servicio. Y como director de
ella se encuentra el peruano polaco Bogdan Piotraszewski, que ha realizado una
impecable gestión a cargo de este restaurante, donde es muy importante saber
escoger bien los platos, ya que la carta es bastante larga. Y como no todo es
miel sobre hojuelas, los cebiches (sin ser para nada picantes ya que los
elaboran para el cliente normal chileno), a mi parecer, están sobrecargados de
ajinomoto, un detalle pequeño, pero de rápida solución.
Si se toma en cuenta que La Mar es una cebichería (y no un restaurante
de mantel largo), y a pesar de sus precios que están sobre la media, le
pronostico un porvenir bastante provechoso. (Juantonio Eymin)
La Mar: Av. Nueva
Costanera 4076, Vitacura.