EL GALEÓN
EL SEÑOR DE LAS CENTOLLAS
EL SEÑOR DE LAS CENTOLLAS
Se miran, se saludan, se respetan. Augusto Vásquez, propietario del mítico Donde Augusto y Francisco Barrera, dueño de El Galeón. Dos importantes empresarios gastronómicos que se disputan una inmensa clientela, sobre todo turistas extranjeros, que día a día repletan dos de los más importantes restaurantes del Mercado Central
En las afueras del mercado están los poleras blancas y los poleras rojas. Con radiotransmisores, sonrisas e idiomas incentivan a los turistas y posibles clientes a ingresar alguno de los restaurantes aludidos. Los poleras blancas representan a El Galeón; los poleras rojas a Donde Augusto. Los extranjeros, muchos despistados, se dejan llevar por estos “representantes” que prácticamente los dejan sentados en el interior de uno de estos dos negocios. Allí, otro equipo, esta vez de mozos, comienzan a venderles las “especialidades” de la casa. Mariscales, chupes, pailas, caldillos, pescados en todas sus formas, aves, carnes y un largo etcétera. De todo. Muchos alucinan con las centollas, rojas y gigantescas que se ofrecen para dos, tres o cuatro personas. En El Galeón vimos el ritual: un mozo con sus manos enfundadas con guantes de látex llega a la mesa con un gran ejemplar y con unas inmensas tijeras comienza a cortar una a una las patas de la centolla y se las ofrece a los comensales. Estos, máquinas fotográficas en mano, inmortalizan el trabajo del garzón y de su asistente. Un verdadero show que los turistas pagan sin chistar a pesar del alto costo de este plato.
Y el show no sólo se ve en una mesa. El día de mi visita eran varios los grupos de turistas y parejas, brasileños en su gran mayoría, que felices comían la carne de este crustáceo el que acompañaban con vino en botella o por copas provenientes de un buen abastecido wine dispenser. Y los tiempos modernos se notan en estas instalaciones que cuentan incluso con aire acondicionado central. Un sistema computacional permite un trabajo perfecto entre los mozos y la cocina. Ésta, a la vista y ubicada en el primer piso, muestra mesones y cocinas de un brillante acero inoxidable. Su chef, Cristián Urrutia y sus ayudantas, todas trabajando con mascarillas, pelo tomado con una red o malla y guantes quirúrgicos. Nada puede salir mal de la cocina. Sus clientes y su prestigio no lo permitirían. Salvo la vajilla, sobre todo platos y pailas de greda que necesitan una renovación urgente, el resto está impecable y pulcro.
Tanto turista junto es también, por desgracia, una tentación para los amigos de lo ajeno. Para ello en el Galeón se jactan de tener un equipo de seguridad ejemplar y aconsejan siempre a sus clientes de no abandonar sus carteras o equipos fotográficos mientras permanecen en el local donde pueden disfrutar desde comida a la carta o tres menús apropiados para grupos, que incluye desde el aperitivo inicial hasta el café final, vino incluido. Estos menús, que varían entre los 13 y 22 mil pesos son significativamente más económicos que la carta menú.
Así es El Galeón. Para muchos de mis lectores será una sorpresa saber que además de Donde Augusto existe otro referente en el Mercado. El Galeón está muy bien posicionado en las agencias de turismo receptivo y en los turistas extranjeros que llegan “por el dato”. No es alta gastronomía, es más bien cocina de producto y eso también merece ser destacado. Y doblemente, ya que El Galeón tiene dos restaurantes (ambos independientes) en el lugar. Sin duda, un gran éxito comercial. (Juantonio Eymin. Fotos: Chile.com)
El Galeón: Mercado Central, Local 26, fono 696 4258