EL HOYO Y BOURDAIN
Bourdain, el ex - cocinero díscolo, ese que se atreve a comer de todo en los lugares que visita, estuvo una semana en Chile. Llamó la atención ya que pocas veces vienen personajes de la farándula gastronómica al país. Antes de despedirse contó que le cautivó El Hoyo, la tradicional picada ubicada en las cercanías de nuestra popular –y populosa- Estación Central.
¿Y que tiene El Hoyo para hacerse merecedor a tal reconocimiento?
Chilenidad. Esa chilenidad que tanto despreciamos. Donde el vino pipeño y la chicha reemplaza al vino embotellado y a los cócteles de colores. Tiene prietas, que pocos comen ya que las encuentran asquerosas. Huevos duros y arrollados, que muchos le hacen el quite por perniciosos para la salud. Tiene sándwiches de lomito y de lengua. Conejo y guatitas. Garbanzos y pantrucas. Tiene todo eso que no nos gusta comer cuando estamos en Santiago y vaya como alucinaríamos por uno de esos platos si viviéramos en el extranjero.
Sinceramente creemos que El Hoyo merecía este reconocimiento. Y tenía lógicamente que venir de un extranjero ya que nuestra cultura aprecia más un mantel largo que una picada de comida típica nacional.
Nosotros también debemos hacer un mea culpa. Ahora que se ha convertido en una institución, no nos extrañemos si el día de mañana El Hoyo gana algún concurso culinario por allí o alguna medalla por allá. Así somos en Chile. Esperamos que los extranjeros descubran las maravillas que existen y luego todos vamos detrás de ellas. Así nos educaron y así vivimos.
¿Gusta un pipeñito?
Bourdain, el ex - cocinero díscolo, ese que se atreve a comer de todo en los lugares que visita, estuvo una semana en Chile. Llamó la atención ya que pocas veces vienen personajes de la farándula gastronómica al país. Antes de despedirse contó que le cautivó El Hoyo, la tradicional picada ubicada en las cercanías de nuestra popular –y populosa- Estación Central.
¿Y que tiene El Hoyo para hacerse merecedor a tal reconocimiento?
Chilenidad. Esa chilenidad que tanto despreciamos. Donde el vino pipeño y la chicha reemplaza al vino embotellado y a los cócteles de colores. Tiene prietas, que pocos comen ya que las encuentran asquerosas. Huevos duros y arrollados, que muchos le hacen el quite por perniciosos para la salud. Tiene sándwiches de lomito y de lengua. Conejo y guatitas. Garbanzos y pantrucas. Tiene todo eso que no nos gusta comer cuando estamos en Santiago y vaya como alucinaríamos por uno de esos platos si viviéramos en el extranjero.
Sinceramente creemos que El Hoyo merecía este reconocimiento. Y tenía lógicamente que venir de un extranjero ya que nuestra cultura aprecia más un mantel largo que una picada de comida típica nacional.
Nosotros también debemos hacer un mea culpa. Ahora que se ha convertido en una institución, no nos extrañemos si el día de mañana El Hoyo gana algún concurso culinario por allí o alguna medalla por allá. Así somos en Chile. Esperamos que los extranjeros descubran las maravillas que existen y luego todos vamos detrás de ellas. Así nos educaron y así vivimos.
¿Gusta un pipeñito?