miércoles, 3 de junio de 2009

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR



ADRA
NUEVA CARTA EN EL RITZ CARLTON

Para la lluvia un buen paraguas, dicen por ahí. Y para un año de crisis, Tomás Olivera, el chef ejecutivo del Adra, ha escogido una carta entretenida y con los pies en la tierra, con el fin de cautivar, como siempre, a sus fieles seguidores.

La escenografía es insuperable. Como debe ser en uno de los hoteles más fastuosos del país. El comedor, decorado con azules y dorados recuerda escenarios de la época de los zares, cuando con cucharas de plata rellenaban sus blinis con caviar de esturión antes de dejarse llevar con los ya universales zakusky (no confundir con Zarkozi)

Pero Olivera sintió que las delicias importadas y de gran valor debían postergarse por un tiempo. Y para ello creó, sin duda con gran trabajo y talento, una carta donde el producto nacional es la estrella. Un producto de calidad eso sí, el que sumado a la técnica de Olivera, potencia los sabores a un nivel sorprendente.

Un sencillo carpaccio de atún con una limoneta se sésamo abrió la degustación que asistí. Simple y gustoso, tanto como un especial arrollado de malaya de ternera (de la verdadera y escasa ternera) de sabor extraordinario. Más allá, unos ostiones canadienses, de un calibre que sorprende, sellados apenas, coronado con zestes de limón azucarado y espuma de camarones y un coulis de perejil. Los ostiones, que ya lo había conocido en una incursión anterior, no dejan de sorprender, tanto en su tamaño como en su peculiar sabor y consistencia. Más que recomendables.

¿Pantrucas en el Ritz? Si. Y aunque les faltó un poco de picardía, es toda una osadía del chef. Servidas con elegancia y distinción, se transforma en una sopa distinta. Tienen un cierto aire italiano. Más una zuppa que pantrucas; más un brodo que nuestro típico plato de fin de mes.

Una reineta con puré de papa de apio que no me inquietó en lo más mínimo; un trozo de congrio con coulis de champiñones de gran sabor antecedieron a un atrevimiento genial. “Prietas con papas salteadas” se lee en la carta. Y las prietas no son tal ya que la tripa tiene un contenido diferente: locos, almejas y calamares. Toda una experiencia digna de conocer.

Cuentan que Olivera es un hechicero con los pescados y mariscos y pocos se dignan a alabar sus carnes. Sin embargo esta última propuesta dice lo contrario. Un asado de tira de ternera acompañado con puré de papas topinambur se transformará sin duda en otro de sus Best Sellers. Y como este comedor es visitado por muchos extranjeros, sus chuletas de cordero son un muy buen aliciente para ellos. Correctas y sabrosas, una preparación clásica del Adra.

Maracuyá y chocolate en los postres. Nada nuevo. Ricos pero con falta de personalidad. Sólo para finalizar la comida y con poco de novedad.

¿Vinos? De todo y para todos. Una de las cartas más grandes de Santiago y con un servicio excepcional. Etiquetas nuevas, como Amaral, otras clásicas y otras que son toda una experiencia como un carménère Gran Reserva de Casa Silva y el siempre maravilloso Chardonnay Amelia. Una variedad de etiquetas como para marearse.

Olivera siempre sorprende. Decidió sacar de su nueva carta sabores que se venden por si solos, como las trufas o el foie gras. Aterrizó sus platos al origen, al producto. Y gusta.

El comedor del Ritz no es para todos los días. Es para ocasiones especiales. Y si quiere sentirse como un príncipe ruso en la era Imperial, no dude más y entenderá la razón de este comentario. (Juantonio Eymin)

Adra: Hotel Ritz Carlton, El Alcalde 15, Las Condes, fono 470 8500