SANTERÍA
Afinando las cuerdas
Con el nombre de la religión originada en África, que funde creencias católicas con la cultura tradicional yoruba del pueblo nigeriano, hace un año abrió en pleno barrio Bellavista, a pasos de La Chascona -una de las casas de Neruda y hoy por hoy romería de cientos de extranjeros que llegan a la capital-, un lugar que agrupa los conceptos de bar, restaurante, terraza y lounge. Abrió sus puertas bajo el alero de la actriz Delfina Guzmán, su socia y propietaria aunque en la actualidad el negocio es manejado por Juan Cristóbal Meza, su hijo. Llegue allá una noche de la semana pasada a probar la oferta gastronómica y me encontré con un lugar muy agradable, bien presentado y amplio. La cocina, una incógnita que pronto dilucidaría.
Ofrecen -y divulgan- una cocina latinoamericana bajo la responsabilidad de la chef Pilar Morlans, cuya carrera la ha llevado a trabajar en Guatemala, Antigua, en las Islas Canarias y en el Explora de San Pedro de Atacama. La tendencia existe ya que luego de un azucarado sour comenzamos a probar algunos de sus platos. Un carpaccio de avestruz para comenzar. Sabroso con su salsa de mostaza y ají amarillo. (Entre nos, la única forma de comer avestruz es como carpaccio. Podrá ser algo exótico para los turistas, pero no para el grueso de los chilenos. Definitivamente esta carne no entró en el gusto nacional). Luego, y acompañados de un Morandé sauvignon blanc del 2008, llega un trío de cebiches: corvina, camarones y pulpo. Buena materia prima pero faltos de sazón, al igual que un especial “martini” con ostiones, camarones, jengibre, pisco quebranta y limón de pica. La chef Pilar se nos adelanta y nos cuenta que sus clientes le han pedido que reduzca los picores de los platos. Sin embargo retrucamos que el picor no tiene nada que ver con la sazón… y prometió corregir los puntos.
Dos de los tres fondos degustados fueron muy interesantes. Un filete a punto y blandísimo con “arroz y pallares”, una mezcla entretenida de sabores, acompañado de ensalada de cebolla morada. Bien. Más allá, un mero con arroz, plátano frito y ají panca de buen sabor y para finalizar un experimento fallido: pavo con chocolate. Con la intención de replicar el clásico mole mexicano, la porción de pavo entró tarde en contacto con el mole y el producto quedó seco y sin sabor. Detalles que hacen la diferencia y que ya están corrigiendo, ya que el lugar “da el ancho” para tener una buena gastronomía. Pilar, bella ella (debería ser la Miss de las chefs chilenas), aceptó el desafío de corregir los detalles. Bueno sería también un cursillo a los mozos, ya que aun confunden los tenedores de carne y los de pescado. Como buena mujer y chef, los postres son de buena factura: chocolatitos “borrachos”, brownies con helado y más… que no logramos comer debido a la saciedad.
El proyecto gusta y tiene futuro. Su target es adulto joven y sus ambientes lo permiten. No hay estridencias y se permite fumar. Muchas veces se habla de que un restaurante necesita una reingeniería. Acá no, sólo es necesario tensar las cuerdas y afinar la guitarra. Y eso no cuesta tanto. (Juantonio Eymin)
Santería: Chucre Manzur 001, Barrio Bellavista, fono 732 9316 (Estacionamiento propio en Constitución 215)
Afinando las cuerdas
Con el nombre de la religión originada en África, que funde creencias católicas con la cultura tradicional yoruba del pueblo nigeriano, hace un año abrió en pleno barrio Bellavista, a pasos de La Chascona -una de las casas de Neruda y hoy por hoy romería de cientos de extranjeros que llegan a la capital-, un lugar que agrupa los conceptos de bar, restaurante, terraza y lounge. Abrió sus puertas bajo el alero de la actriz Delfina Guzmán, su socia y propietaria aunque en la actualidad el negocio es manejado por Juan Cristóbal Meza, su hijo. Llegue allá una noche de la semana pasada a probar la oferta gastronómica y me encontré con un lugar muy agradable, bien presentado y amplio. La cocina, una incógnita que pronto dilucidaría.
Ofrecen -y divulgan- una cocina latinoamericana bajo la responsabilidad de la chef Pilar Morlans, cuya carrera la ha llevado a trabajar en Guatemala, Antigua, en las Islas Canarias y en el Explora de San Pedro de Atacama. La tendencia existe ya que luego de un azucarado sour comenzamos a probar algunos de sus platos. Un carpaccio de avestruz para comenzar. Sabroso con su salsa de mostaza y ají amarillo. (Entre nos, la única forma de comer avestruz es como carpaccio. Podrá ser algo exótico para los turistas, pero no para el grueso de los chilenos. Definitivamente esta carne no entró en el gusto nacional). Luego, y acompañados de un Morandé sauvignon blanc del 2008, llega un trío de cebiches: corvina, camarones y pulpo. Buena materia prima pero faltos de sazón, al igual que un especial “martini” con ostiones, camarones, jengibre, pisco quebranta y limón de pica. La chef Pilar se nos adelanta y nos cuenta que sus clientes le han pedido que reduzca los picores de los platos. Sin embargo retrucamos que el picor no tiene nada que ver con la sazón… y prometió corregir los puntos.
Dos de los tres fondos degustados fueron muy interesantes. Un filete a punto y blandísimo con “arroz y pallares”, una mezcla entretenida de sabores, acompañado de ensalada de cebolla morada. Bien. Más allá, un mero con arroz, plátano frito y ají panca de buen sabor y para finalizar un experimento fallido: pavo con chocolate. Con la intención de replicar el clásico mole mexicano, la porción de pavo entró tarde en contacto con el mole y el producto quedó seco y sin sabor. Detalles que hacen la diferencia y que ya están corrigiendo, ya que el lugar “da el ancho” para tener una buena gastronomía. Pilar, bella ella (debería ser la Miss de las chefs chilenas), aceptó el desafío de corregir los detalles. Bueno sería también un cursillo a los mozos, ya que aun confunden los tenedores de carne y los de pescado. Como buena mujer y chef, los postres son de buena factura: chocolatitos “borrachos”, brownies con helado y más… que no logramos comer debido a la saciedad.
El proyecto gusta y tiene futuro. Su target es adulto joven y sus ambientes lo permiten. No hay estridencias y se permite fumar. Muchas veces se habla de que un restaurante necesita una reingeniería. Acá no, sólo es necesario tensar las cuerdas y afinar la guitarra. Y eso no cuesta tanto. (Juantonio Eymin)
Santería: Chucre Manzur 001, Barrio Bellavista, fono 732 9316 (Estacionamiento propio en Constitución 215)