CARLOS REYES (Unocome.cl)
(6 abril) EL FOGÓN DEL RANCHO (Ruta 78 KM. 5, Parcela 2, Talagante, fonos 08-4497784; 09-2068504 y 09-2068505): “Se deja ver para quien transita por el camino concesionado. Un gran espacio construido íntegramente en madera y pensado en grande. Tan amplio que a ratos recuerda a una iglesia, del credo que sea. Y se emparenta un poco a ese tipo de construcciones, porque fueron maestros chilotes los que la construyeron, dando como resultado un edificio de líneas recias, tan claro como lleno de calidez, lo que se agradecerá de seguro durante los días fríos, o ahora que las noches están más que frescas. Un detalle importante: más de tercio del espacio es para la cocina (lo que debe ser, por cierto), lo que permite al equipo de trabajo moverse con comodidad, despachando con soltura platos tanto de carnes -el fuerte de la propuesta- como de pescados y mariscos, para un público que andaba buscando algo de nivel cerca de sus casas. Me refiero a los habitantes de Lonquén, Peñaflor, Talagante, Isla de Maipo, con recursos para comer fuera, pero sin muchas ganas de conducir kilómetros y kilómetros a los sitios clásicos de este Santiago que crece de manera escandalosa. Aquel es el gran aporte inicial de este restaurante al que le quedan varios pasos más por recorrer a la vuelta de un año, al menos (más abajo, algunos alcances a su propuesta), pero que así como está, es sin duda una alternativa que enriquece el listado de comedores de los suburbios metropolitanos.”
ESTEBAN CABEZAS (Wikén)
(8 abril) JOHNNY ROCKETS (Avenida La Dehesa 1201, local 103, fono 321 2029): “ El objetivo manifiesto de esta franquicia norteamericana es ofrecer una experiencia.” “Para quien sólo desee ver y hacerse una opinión, nada mejor que pasar a tomarse una malteada ($2.400 las sencillas, $2.900 las de luxe). Servida en vasos de vidrio grueso y con un poco más -de relleno- al costado. Las bombillas se extraen de un dispensador oldie. Y en cada mesa hay un pequeño jukebox que funciona con monedas antiguas de cien pesos.” “Para el que vaya en plan almuerzo familiar, hay entradas para compartir, como unos grandes aros de cebolla ($2.490) o tríos de pequeñas hamburguesas -algo secas- con mayo y pepinillo ($3.900), entre otras elecciones del menú.” “Para terminar, un pedazo de pastel de manzana de masa fina y harta canela ($3.100). Y la prole, feliz, aunque algunos errores de servicio le restaron eficiencia a este almuerzo.”
SOLEDAD MARTINEZ (Wikén)
(8 abril) CATEDRAL (José Miguel de la Barra esq. Merced, Santiago Centro): “Dado su numeroso público, en el Catedral abundan las ofertas para compartir, como el clásico belga de choritos al vino blanco en su caldo con papas fritas, o el "combinado Donaldo", que probamos, con sabrosas carnes de palanca y lomo vetado de vacuno y plateada de cerdo, marinadas en cerveza y hierbas, papas con su piel gratinadas en láminas de queso Cheddar, y tomate picado ($12.600). De fondo pedimos corvina al estilo Catedral, "a lo pobre" con excelentes papas fritas, pero con huevo pochado y cebolla acaramelada en pocillo separado, mezclada con mayonesa fría ($5.800), y spaghetti Paul Crusoe, en espesa crema con queso y ciboulette, blandos trozos de pulpo de Juan Fernández y delicadas y pequeñas machitas ($6.200). En la lista destacan también la sopa de tomates al vodka, el crocante de hoja con jamón serrano, espárragos y queso emmental, los "locos mayo" con ensalada chilena, las gyosas thai de cerdo y camarones, y el estofado a la belga en cerveza con papas fritas y mayonesa. Como postre probé los pastelitos de milhojas y arroz con leche y salsa de damascos ($2.800). Bebimos rica cerveza Ch'ti Brune, francesa ($2.800). Una comida bien pensada y sin fallas, con buena música en las noches, para un público mayoritariamente joven, pero diverso y fiel.”
RODOLFO GAMBETTI (Las Últimas Noticias)
(8 abril) OSAKA (Hotel W Santiago, Isidora Goyenechea 3000, fono 770 0074): “. La carta otoño-invierno trae, para picar, tiradito picantito, shot de ceviche al ají amarillo, sushi chicharoll de camarón y choritos y empanaditas de tacután, en masa phillo. O sea, una cuchara con variaciones de picante, ceviche en vaso, sushi crocante y tacu tacu en empanada. Con impecable realización, a la altura del local. A la mesa, tiradito criollo al sichimi togarashi, sea lo que sea. O el tiradito Saigón, cortes de atún con confituras de rocoto y naranja. O el delicioso nigiri de Niku, un tiernísimo bocado de filete de vacuno que se deshace en la boca. Y el Osaka maki de centolla, camarón frito, coronado por chupe de centolla.” “Para picar, en caliente, shirami robata, brochetas de pescado a la parrilla con chimichurri nipón. O ebi robata, brochetas de camarón en marinada thai. Y como bocados especiales, el shiromi wrap, filete de pescado blanco a la parrilla con leche de coco envuelto en hoja de plátano…” “Pequeñas delicias, conjugando lo casero con técnicas depuradas. Combinaciones extremas de sabores y texturas, más una estética milenaria, donde hasta cortar un pescado tiene su reglas absolutas.
PILAR HURTADO (Mujer, La Tercera)
(10 abril) OZAKI (Santa Beatriz 135, Providencia, fono 727 2787): “Probamos cuatro platos de la carta. Un tiradito Tokio de Lima: pescado del día en shoga y camarón tempura en mayorocoto, combinaba el pescado del tiradito, suavemente aliñado y frío, con los camarones calientes, de fritura un poco apretada pero rica, mayo no muy picante. El Wantán Chinatown: relleno de pollo y cerdo, venía montado sobre un encebollado con piña fresca y salsa de tamarindo. De solo leerlo se me hacía agua la boca, pero no me mató el resultado, pues la masa del wantán se sentía muy gruesa y el encebollado poco dulce y muy suave (yo esperaba lo contrario). Los otros dos platos fueron rolls: Huanca maki, con pescado y cebolla, en tempura y con salsa huancaína y pedacitos de queso fresco, buenísimo, y un curioso Amazon maki, con palta, cebollín, camarón tempura y un montoncito de puré de plátano encima. A este le pusimos soya y quedó también superrico. De postre, un Apple Ozaki, tarta de manzana en delgadas tajadas; era como una suerte de budín de pan casero y delicioso, con toques de jengibre y acompañado de una bolita de helado de vainilla, muy rico. Después de esta cantidad de comida, ¡ya ni café nos cupo!”
DANIEL GREVE (Qué Pasa)
(8 abril) OSAKA (Hotel W Santiago. Isidora Goyenechea 3000, piso 4, Las Condes, fono 770 0081): “Osaka lo hizo de nuevo. A partir de la cocina nikkei, es decir, una cruza japonesa y peruana, esta nueva carta de otoño logró ser lo suficientemente prolija como para merecer la etiqueta nipona; lo suficientemente sabrosa como para llevar la bandera peruana; lo suficientemente versátil para llevar ambas; y lo suficientemente creativa como para tomar una línea nueva y ser todo y nada a la vez. Y más vale grabarse ciertos nombres, e ir con el ánimo de querer ser sorprendido. A tomar nota: la suavidad y dulzor de su Cebichito al Ají Amarillo ($ 9.900), con locos y pulpo, wantanes y puré de camote ($ 5.900); el picor justo del Osaka Maki ($ 7.900), lleno de capas, con camarones y chupe de centolla; la jugosidad del Shiromi Robata ($ 7.500), esas brochetas de pescado con chimichurri; el sabor penetrante del Miso Truffle Beef ($ 12.900), que descansa en una salsa dulce. La nueva carta de Osaka está armada de micro refinería, cálida y precisa, y no necesita ningún maquillaje. Tanto, que la soya que ponen en las mesas está, literalmente, de adorno.”
HARRIET NARWOLD (Apuntesdesobremesa.cl)
(7 abril) INFANTE 51 (J.M.Infante 51, Providencia): “En la reciente visita que hicimos a este restaurante partimos, eso sí, con productos del mar, que todavía dominan ampliamente su carta. Lo primero que probamos fueron unos deliciosos langostinos del Antártico ($7.900), capturados cerca del Continente Blanco y cocidos en agua salada o a la plancha. Son de un sabor y una textura cremosa sorprendentes.” “El plato de fondo nos llevó al mundo de los vacunos. Pero no a cualquier trozo de estos animales. Se trató de una soberbia cola de buey estofada al carménère con papas risoladas ($7.900), un clásico de la cocina española, especialmente de los ambientes taurinos: todos los restaurantes y tascas cercanos a las plazas donde hay corridas de toros lo preparan. La gelatina de los cartílagos de la cola le da una consistencia y un sabor espléndido a la carne de esta pieza, que se trabaja mediante una larga cocción. Pero si usted no está todavía listo “psicológicamente” para comer rabo, en Infante 51 hay platos con filete, entraña y chuletas de vacuno, paletilla y chuletitas de cordero, callos y confit de pato, y también variados arroces y pastas.