miércoles, 27 de abril de 2011

LA NOTA DE LA SEMANA



SUMITO EN CHILE

Uno de los grandes chefs latinoamericanos llega a Chile el próximo lunes. Es posible que este viaje sea uno más de los que ha realizado el último tiempo a nuestro país ya que goza cada una de las instancias y momentos que vive junto a los chilenos. El es venezolano de madre india y antes de asumir que quería ser chef, estudio física, la misma profesión de su padre.

¿Que lo trae a Chile?

Un poco de paseo (tiene a una hermana viviendo en Santiago), y mucho de responsabilidad social empresarial. Los chicos y chicas que estudian carreras técnicas de cocineros en liceos y escuelas, que por sus bajos recursos no pueden acceder a estar en contacto con un chef de renombre, tendrán la oportunidad de conocerlo, tocarlo (con suerte lo han visto en televisión) y compartir sus experiencias. Y eso es un ejemplo digno de imitar. Más de trescientos estudiantes de bajos recursos llegarán el martes 3 de mayo a las instalaciones del restaurante Sukalde a escuchar sus siempre entretenidas intervenciones, ya que Sumito, más que un cocinero, es un conversador de esos que nos pueden tener horas embobados escuchando sus aventuras, sus recetas y su forma de vivir. Y eso debe agradecerse.

Una apretada agenda lo espera. Pidió, como es de comprender, un día para estar con su familia que vive en Santiago. El resto, charlas y dos cenas programadas en el restaurante Sukalde, donde junto a Matías Palomo presentarán un menú de seis tiempos (dos cuchillos, dos sabores), para deleite de los amantes de los desafíos gastronómicos.

Esos alumnos de Chillán, de San Felipe, de Rancagua y de muchos establecimientos periféricos de Santiago vivirán una experiencia única. Nunca, nadie, les había dado la oportunidad de ser protagonistas de una experiencia similar. Ellos son los que estarán en las primeras filas como invitados de lujo. Ellos serán los protagonistas de estas jornadas inolvidables ya que nunca olvidarán los momentos que vivieron junto a uno de sus iconos.

Responsabilidad social… ¡Por Dios que nos hace falta!