DOS MIL CARACTERES
- ¡Estás escribiendo muy largo, Exe!
- ¡Para eso me paga poh!
- Es que mis lectores se aburren con tanta estupidez junta. ¿Por qué no eres más conciso y acortas tus temas? Es cierto que a veces son geniales, pero mis lectores no tienen tanto tiempo para leer tus largas boludeces.
- ¿Y cuanto quiere que escriba? Me dará una pista… ¿Cuántos caracteres?
- La semana pasada escribiste 5.600 caracteres. Creo que es mucho.
- ¿O sea, resumo?
- Esa es la idea. Corto, preciso y conciso.
- ¿Y me pagará lo mismo?
- Lo mismo Exe. Pero no más allá de dos mil caracteres.
Parece que el patrón estaba de malas y se descargó conmigo. ¿Cómo les voy a escribir una de mis aventuras en tan poco espacio y además que salga entretenida? Ni idea. Desde que se hizo fan de Twitter, anda con eso de los caracteres. ¿Se estará poniendo viejo o será para sacarme de quicio?
“Ayer vino Sofía, mi paquita. Le puse pilas al gato para que moviera su manito. Cenamos y me hizo arrumacos. Ella andaba con pilas nuevas. Estábamos en lo mejor cuando la llamaron de la Central. Una 4 x 4 había realizado un alunizaje en una bencinera de Ñuñoa. Se vistió y salió corriendo. Me quedé mirando el techo.” ¡Qué historia más entretenida, jefe! Si seguimos así, le juro que nos van a dar el Pulitzer. Ni siquiera alcancé a contarle mis entretelones con la Kel y la Vale. Pero usted dijo que no podía excederme de los 2.000 caracteres… y ahí los tiene. Que los disfrute o se aburra a discreción. Lo que es yo, mientras no me de chipe libre, no seré feliz ni tampoco lo serán sus lectores.
Le recomiendo un par de ravotriles y tres piscolas. Parece que por ahí va la cosa. Usted quería 2.000 caracteres y nada más. Y si se quedo metido con mis andanzas con la Kel y la Vale, déme más espacio. ¿Le pica la curiosidad? Lo único que le puedo contar es que yo y el Magallanes somos casi hermanos. Y con estos 2 mil caracteres me despido por esta semana.
Que disfrute la lectura; y mis lectores, que se chupen el dedo.
Exequiel Quintanilla