En tiempos de vendimias, creemos que es hora
de rendir un pequeño reconocimiento a Miguel Torres, no el abuelo o el hijo,
sino el del medio, el que llegó un día a Curicó a establecerse en un país que
sólo conocía por oídas y que si bien sus vinos se tildaban de buenos, no lo
eran.
En los años ochenta comienza esta historia llena
de tradiciones que hoy nadie se asombra. La Fiesta de la Vendimia la instauró
en aquellos años en que nadie se preocupaba de ello. Hoy, son decenas las
fiestas que acaparan la atención durante los meses de marzo y abril. Pero más aún.
Renovó el servicio del vino instando a los restaurantes que vendieran vino por
copas, algo insospechado también en ese tiempo. También fue el primero en poner
un restaurante en sus propios viñedos, a sabiendas que sería pésimo negocio
inicial y fue el que renovó la guarda de vino ya que trajo estanques de acero a
su viña.
Busco suelos donde nadie plantaba nada. Se preocupó del medio ambiente, de la salud y se daba la maña de venir al país un par de veces al año a entregar nuevas ideas y hacer negocios. Hoy-y tal como lo hiciera alguna vez su padre-, entregó el poder a su hijo Miguel (tercera generación), en una jubilación que no lo tiene convencido para nada. ya que tendremos Miguel Torres para bastante rato.
Pensamos que en estos tiempos de vendimias,
donde cada viña o bodega saca lo mejor de sí para mostrarlo a sus potenciales
clientes, darle un minuto de nuestro tiempo a Miguel Torres, es lo menos que
podemos hacer.