¿Qué se teje?
Los Ríos, esa joven Región que hace algunos
años se separó de la Región de Los Lagos, tiene mucho que mostrar. Y por ello, Sernatur,
en un inédito desafío, invitó a cuatro cronistas gastronómicos y un chef (Juan
Morales, Arola, hotel Ritz Carlton), a visitar durante cuatro días la ciudad de
Valdivia y sus alrededores, para conocer su gastronomía y recibir un feedback
con nuestras opiniones, con la finalidad de hacer crecer su turismo. Fueron
cuatro agotadores días en que recorrimos gran parte de la Región, disfrutando
ciudades, pueblos y villorios y conociendo lo más típico de la zona.´
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PRIMER DESTINO: PANGUIPULLI
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DIA DOS: FUTRONO
¿Por qué los típicos desayunos de la zona
ofrecen jugo de naranjas artificial cuando tienen suspropias frutas para un
fresco despertar? Eso fue lo primero que pensé luego de levartarme en
Panguipulli. Café de tarro, pan de molde santiaguino, jugo artificial y
mantequilla Soprole para comenzar una larga jornada que nos llevaría a Futrono
y luego a Valdivia. En un desvío pasamos a Llifen a “Kume Yeal”, una cocinería
mapuche. En una especie de ruca -moderna, obvio, que incluso tiene un plasma y
cable-, Margarita Leiva (cel 9561 0868), una mapuche verdadera, nos introduce
en su típica cocina donde no faltan los catutos, en pan amasado y el milcao,
los dulces de membrillo, rosa mosqueta y miel de ulmo, además del tradicional
pebre y un refinado pebre de digueñes. Sin mayores comodidades, aquí se
potencian los sabores, la presentación, innovación y la buena atención a
precios realmente económicos. El lugar es muy limpio y sólo tiene el comedor y
la cocina de preparación donde pueden encontrar a Margarita Leiva orgullosa de
su cultura y sus ancestros. Ella también se dedica a la creación de prendas de
vestir en lana de ovejas teñidas naturalmente. Definitivamente un buen lugar y
un nuevo aprendizaje. 
Almorzamos camino a Futrono en “De pellin y
coigüe”, un restaurante de buen nivel donde la carne a las brasas es su
especialidad. Con una capacidad de 85 personas y con una privilegiada vista al
lago Ranco, un buen pisco sour de aperitivo nos
da el inicio a un almuerzo con carne y truchas a las brasas. Lindo y
turístico lugar, con buena cocina e implementación.
Duro día ya que entre plato y plato visitamos
un par de fábricas de cecinas ahumadas, donde las longanizas y los costillares
son los preferidos. Una especialidad de la zona a pesar de que ellos no
producen cerdos. “Los cerdos vienen de Santiago” -nos comentan entre
risas-, por acá hay puras vacas”.
Futrono crece. Y lo hace gracias al turismo y
a Bahía Coique, balneario de potentados. Por ello el pueblo debe modernizar sus
estructuras y lo último creado es el café y pastelería PEB, con elaboración
propia de finas tortas, dulces de la zona y sándwiches de miga. En verano casi
no cierran, en invierno, “descansamos”,-comentan.
Seguimos sumando kilómetros para regresar a
Valdivia. Cansados, depositamos los huesos en las buenas habitaciones del hotel
Diego de Almagro. Aun estábamos en la mitad del viaje.
TERCER DIA: CORRAL Y NIEBLA
De
Corral voy a Valdivia,
Mientras
se duerme la tarde;Por un camino de luna
Voy remontado las aguas.
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De ahí a Niebla, a almorzar en el Tilapia, un
moderno comedor donde logramos degustar excelentes erizos y picorocos.
Desgraciadamente los fondos, con mucho de osadía en creatividad, no lograron un
beneplácito mayor. Buen lugar, algo caro para la zona, pero que bien debería
hacer una reingeniería a sus platos y tratar los productos de la manera más
sencilla posible. Los turistas no necesitan espumas ni del arte del birbibirloque
cuando están de viaje. Ellos van por la buena cocina… y si es de la zona,
muchísimo mejor.
Visitamos un criadero de truchas, dos
sidrerías y otras tantas cervecerías. De noche ya, un pequeño recorrido por la
movida valdiviana y sus restaurantes. Carne y pasta en su gran mayoría. El
pescado, en segundo plano. Y tan perdido que en varios lugares ofrecen como
exclusividad el cebiche de tilapia, pescado ecuatoriano y congelado, en vez de
elaborar cebiches con su propia materia prima. Y si de carnes se trata, nuestra
cena fue en el Murtao, un lindo (y nuevo) restaurante ubicado en la Costanera
valdiviana. Quise despedirme de la gastronomía de la zona con una buena
plateada con puré, pero desgraciadamente al cocinero se le había caído el
paquete de sal en la carne. Salada a más no poder y una consulta: ¿prueban lo
que sale de la cocina?, ¿o piensan que el cliente no razona? Como pretexto
puedo decir que este problema de no probar lo que se prepara en la cocina,
sucede a lo largo y ancho de Chile, Santiago incluido.
Larga noche que finalizamos en la Última
Frontera, un resto bar de amanecida donde degustamos el primer y único
“valdiviano” de la gira. Curioso, ya que le ciudad tiene un plato símbolo y
casi nadie lo elabora. ¿No será buena idea que más restaurantes tengan en sus
cartas esta delicia culinaria?
CUARTO DIA: MERCADO Y FIESTA
Día de visitar el mercado fluvial. A un
costado de todo, cientos de vendedores traen lo suyo. Una nave donde a la derecha
se ubican los proveedores de pescados y mariscos y a la izquierda frutas y
verduras. Ordenado y nada de gritón, pasearse entre congrios y choritos
maltones es una delicia. Por aquí erizos; más allá, murta y castañas; a un lado,
jureles y salmones; y al otro lechugas y manzanas de la huerta. Colorido y
diverso, Valdivia debe enorgullecerse de este abasto central.
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Luego, y muy apurados, un almuerzo en Cabo
Blanco, la cocina taller de una de nuestras anfitrionas, Karime Harcha. Una
hermosa parcela destinada a eventos y talleres de cocina donde se reunió, y
como despedida, a parte de los anfitriones de Sernatur, periodistas, canales de
TV, chefs, autoridades e incluso el Intendente de la RegiónCaldillo de congrio, cancato de lenguado,
sardinas asadas, truchas y una fortaleza de ensaladas para cerrar el capítulo
de esta primera invitación realizada por Sernatur a este grupo de cronistas
gastronómicos. Un viaje donde se aprendió bastante de la zona y que deja,
aparte de buenos recuerdos, satisfacción por el trabajo que están realizando
los privados por la revitalización de la Región. Cuatro días de sol en pleno
otoño le dieron un plus a Valdivia, durante un viaje bastante regado, comido… y
bailado (Juantonio Eymin)