HOTEL CUMBRES LASTARRIA
Un comedor patagónico
A
veces -no siempre- hay que agradecerles a los arquitectos por sus obras. Entre
sus grandes logros está el hotel Cumbres del barrio Lastarria, que en pocos
metros cuadrados lograron construir un icónico edificio con setenta
habitaciones, salones, terrazas, piscina, un gran bar y un mejor restaurante
que ubicaron en el último piso de esta pequeña torre.
Ocho
pisos que en la actualidad se ha convertido en uno de los hoteles con la mejor
tasa de ocupación de la capital. Un barrio que poco a poco ha ido tomando
protagonismo entre los turistas y que hace años se ha convertido en uno de los
preferidos de los capitalinos a la hora de almuerzo, cena o simplemente un
paseo por sus calles. Acá todo es distinto. Desde sus vecinos a la oferta
gastronómica y cultural, hacen de este barrio un fenómeno interesante.

Le
ha costado al Cumbres Lastarria posicionar su cocina. Este es un hecho que no
se puede desmentir. Desde su inauguración han tenido varias propuestas que no
tuvieron buena respuesta del consumidor. Tres chefs han pasado por sus cocinas
sin mayor trascendencia. El Punto Ocho, un nombre que imagina un salón de pool,
cuenta desde hace unos meses con un par de novedades dignas de mencionar. Por
una parte, la argentina Virginia Velásquez, nueva jefa de Alimentos y Bebidas,
que está absolutamente concentrada en ajustar todas los mecanismos humanos y
tecnológicos de la cocina y salón para mejorar las debilidades, y la llegada
del chef Cristian Urrutia, que tras varios años desempeñándose como chef
ejecutivo del hotel Las Torres (en Torres del Paine), regresa a Santiago con un
ojo puesto en los productos patagónicos y el otro buscando nuevas técnicas y
sabores.

Probando
y degustando varias preparaciones me topé con una entrada de esas que quitan el
aliento: delgadas láminas de Lengua de cordero, con cintas de espárragos confitado y
vinagreta de zarzaparrilla (8.900),
que alucina de principio a fin. Igual celebración para un Caldo de cordero con luche, arvejitas y
cilantro (6.900), que bien puede
reemplazar cualquier entrada de la carta.
El
cordero magallánico (más suave y tierno que el de la zona central) aparece
también en los fondos -y de muy buena forma-, gracias a un trozo de Cordero con salsa
de calafate, hongos a la mantequilla de eucaliptus y polvo de mate
(15.500), que disputa su supremacía con un Lomo de guanaco orgánico al carménere, espárragos, y hierbas (15.900),
o un destacado Conejo
a la cerveza con papas michuñe (13.900). Para los menos aventureros,
los típicos cortes de vacuno, las infaltables pastas de los comedores hoteleros
y pescados de la zona, son opciones que no desentonan en esta carta con guiños
magallánicos.
Para
los amantes del pescado, insustituible el Rollizo con salsa de murtilla, cebollines asados y hongos en
aceite de merquén (12.900), y sus ya famosos Pejerreyes fritos con riubarbo encurtido en
vinagre de manzana (10.900).
Definitivamente
el chef Urrutia tiene buena mano y buenas ideas para encontrar los agregados
que más calzan con la materia prima, a lo que se suma un correcto servicio, una
carta de vinos con etiquetas originales y una atmosfera amena, con una
elegancia casual.
Un
comedor diferente que vale la pena visitar. Un revival de la gastronomía
patagónica que gusta y entretiene. ¡No se lo pierda! (Juantonio Eymin)
Hotel Cumbres Lastarria /
Punto Ocho/
J.V. Lastarria 299 / 22496 9010