martes, 16 de junio de 2020




Año XXXII, 18 al 24 de junio, 2020

TRANSICIÓN:
En espera del renacimiento de nuestra hotelería y gastronomía.

LA NOTA DE LA SEMANA: ¿Café con sal?
MIS APUNTES: La red social más grande del mundo
RECUERDOS DE DON EXE: La Shakira


LA NOTA DE LA SEMANA



¿CAFÉ CON SAL?

Si a diario bebe café con azúcar y cree que es la mejor forma ya que disminuye el amargor de esta bebida, es porque aún no lo prueba con sal.

Esta nota no es propia, pero la encontré demasiado freak: ¿Ha escuchado esto del café con sal?, los expertos afirman que añadir sal al café no solo mejora su sabor, sino que también ayuda a disminuir el amargor de una bebida particularmente fuerte. De acuerdo con VinePair, un sitio web dedicado al arte de beber, la sal es la forma más fácil de salvar una taza de café demasiado concentrada, y una simple pizca de esta sustancia, ya sea añadiéndola al café molido antes de prepararlo o directamente a la taza, puede hacer maravillas.

El sitio advierte que no es necesario añadir siempre sal al café, pero echar una pizca minúscula es un buen truco para ayudar a suavizar el sabor si nos ha salido un café demasiado amargo.

Los científicos incluso han explicado cómo sucede esto. Un estudio de la revista científica Nature descubrió que los iones de sodio suprimen la amargura y mejoran el sabor del café. Además, la sal no añadirá calorías a la mejor bebida despertador como sí lo hace el azúcar. ¿Probamos?


MIS APUNTES



LA RED SOCIAL MAS GRANDE DEL MUNDO

“Cada vez que se cierra un bar (o restaurante) se pierden para siempre 100 canciones. Se desvanecen mil te quiero, y ni los goles se repiten. Porque en un bar nos declaramos, escribimos guiones de cine y hasta redactamos la Constitución. Aquí, o eres de barra o eres de mesa, pero todos somos de bares y restaurantes: venimos así de fábrica. Los satélites detectan un local cada 18 segundos. Si no encuentras a alguien, está en el bar. La red social más grande del mundo se llama bar. Porque nos gusta vernos, tocarnos, estar juntos... Y juntos vamos a echar una mano a nuestros bares, el lugar donde siempre somos felices". Este anuncio de Coca-Cola, que apela a unas emociones ahora a flor de piel por el confinamiento, reivindica a nuestros benditos bares. Hoy cobra total actualidad y de ahí la necesidad de que abran pronto, aunque, en realidad, se emitió en las cadenas de televisión en el año 2013, tras los devastadores efectos de la crisis económica. En 2020 la crisis es otra, sanitaria, pero tanto el eslogan como todo el argumento son igualmente válidos.

El coronavirus ha obligado a cerrar por decreto y los empresarios de la gastronomía ya estudian todas las posibilidades a su alcance para minimizar el desastre cuando suceda la post-pandemia, ya sea tomar la temperatura a los clientes, las cartas desechables y los geles en las mesas en el lugar de los servilleteros. Las soluciones que se estudian para volver a acoger al comensal son múltiples en un incierto futuro muy distinto al pasado que conocemos. "Nunca como ahora nuestro futuro es el presente. Y es un presente que aún no tenemos claro, pero no solo en nuestra profesión, sino en todas. La lógica es saber a qué jugamos: como en una mesa de póker vamos a tener que funcionar con nuevos hábitos y depositar la confianza tanto en el cocinero como en la persona con quien nos sentaremos a comer".

"Nadie sabe ni cómo ni cuándo, así que lo mejor será aplicar el sentido común e ir preparándose para cuando den la luz verde. Disposiciones legales aparte, ofrecer seguridad y confort a los clientes van a ser un plus necesario para atraer comensales. Por ejemplo, instalar equipos de ozono o ultravioleta en todas las salas y cocina, contratar un servicio externo que desinfecte y certifique o redistribuir mesas en los comedores con la suficiente separación. Habrá que ingeniárselas para que los cubiertos se presenten al cliente como algo esterilizado para cada uso, quizá en un envoltorio desechable como los instrumentos de los dentistas. En definitiva, asegurar lo máximo posible la seguridad y además que el esfuerzo sea visible para que los clientes recobren la confianza de acudir a un lugar público. Si todo funciona como queremos, los clientes volverán. Y ese es el único propósito del rubro: que regrese el público, para hacer de nuestros bares y restaurantes nuestra gran red social.



LOS RECUERDOS DE DON EXE



LA SHAKIRA

Nota de Don Exe: En el baúl de mis recuerdos había quedado una aventura que viví con mi primo Axe cuando vino a Santiago hace un tiempo. Si mal no recuerdo, la historia comienza así:

La diferencia entre Shakira y “la Shakira” es grande. Un universo las separa. Axe, mi primo que tenía de visita, me despertó a las 9 de la mañana del sábado con unos huevos revueltos de gallina collonca. Ni se acordaba de la farra del día anterior y estaba fresco como lechuga de feria.

- ¿Qué haremos hoy, primito?

Estuve a punto de decirle que me encantaría llevarlo al terminal para que tomara un bus y se mandara a cambiar a sus tierras. Pero como la sangre tira y somos parientes, le respondí que estaba a su disposición.

- ¿Me llevas a la peluquería?
- No te entiendo Axe.
- ¡Quiero cortarme el pelo como lo hacen en Santiago! En Renaico el viejo peluquero aun usa esas máquinas que te dejan como milico.
- ¿Antes de almuerzo, Axe?
- Antes de almuerzo, Exe.

Llegamos a uno de esos caracoles pecaminosos del centro y entramos a Yenni’s. Allí, la encargada me pregunta si vamos por corte de pelo u otros servicios. Le cuento que mi primo quiere un corte más moderno que el actual. ¡Eso es trabajo para la Shakira!, comenta y la llama de un grito:

- ¡Shakira, ven pa’cá!

Axe abrió los ojos como plato cuando apareció. Rubia, platinada, chica, con un par de descomunales pechugas y un poto de colección. Todo exuberante. Las uñas de sus manos estaban pintadas de varios colores y olía a pachulí. Aun así, tenía un buen lejos… pero bien de lejos.

- ¿Qué querí, Pao?
- Que atendai al caballero, comentó.
- ¿A cuál de los dos?
- Al de la chaqueta verde, respondió.
- Hola lindo, le dice a mi primo, aun masticando su chicle.

Me senté en un rincón a leer La Cuarta mientras la Shakira trabajaba a mi primo. Axe estaba casi enloquecido ya que ella le aplastaba sus pechugas en la espalda y en los brazos. Como estaba lejos, no supe lo que conversaron, pero se veían contentos. Al final, ella le lavó el pelo, lo peinó y lo dejó como jugador de fútbol.

Me acerqué cuando terminaron el coloquio. Mi primo estaba pasado de revoluciones. –“La invité a almorzar”, me cuenta. ¿Cómo se llamaba el boliche de ayer?

- El Normandie, le dije. Pero hoy está cerrado a mediodía, mentí.
- Primito… ¡creo que me estoy enamorando!

Al huaso bruto le costó 8 lucas el corte de pelo y pagó con un billete de veinte. “Propina para la chica”, comentó. Salimos de la peluquería y me pidió diez minutos para esperar a su Shakira. Mientras, yo elucubraba donde llevar a almorzar a este par de tortolitos.

Llegó con chicle nuevo. – “Cómo te llamai”, me preguntó. Al decirle mi nombre se rió: “se parecen a Tuco y Tico”, comentó. - “Axe y Exe”. ¿Todo lo hacen juntos?

Realmente la Shakira no estaba ni para un hot dog en la Copec, pero mi primo, entusiasmado, poco menos quería llevarla al Happening. Finalmente decidí endilgarlos a un lugar donde hay mucha gente, baile y entretención. Allí poco se notaría.

Ellos se sentaron en la parte de atrás del taxi. Yo adelante. “Vamos a los Buenos Muchachos, le dije al taxista. Él, mirando por el espejo retrovisor de su auto me pregunta: “¿Usted cree que los dejen entrar?

Llegamos y pedimos una mesa para tres. ¿Se han dado cuenta que en los restaurantes hay mesas para dos o para cuatro y nunca para tres? Eso complica a los mozos. Como Axe era el conquistador, dejé que pidiera la comida. Locos con salsa verde y parrillada para tres (otro problema para los mozos); puré picante, papas fritas, ensaladas surtidas; espinacas a la crema (alguien le contó que pedir eso era topísimo); empanaditas de queso, y para que no se note pobreza, pisco sour y una botella de vino por nuca. Eso para comenzar.

Los tortolitos comían y se hacían arrumacos a cada instante. Shakira, dueña de un estómago envidiable, comió y bebió como mujer de cosaco. Tarde ya, pide permiso para ir a los retretes… y nunca más la vimos.

Axe pidió autorización para revisar los baños. No lo dejaron, pero le contaron que la Sarita (su Shakira) era conocida en el lugar y que no era la primera vez que dejaba a sus amigos botados.

¡Pero yo le pasé recién cien lucas para que pagara la cuenta!, gritó.
- Otra vez te cagaron, Axe. – comenté.
- Primito, le juro que nunca más regreso a Santiago. Ayer me la hizo un taxista y hoy la Shakira.
- Eso te pasa por caliente y confiado.
- ¿Le puedo hacer una pregunta, primito?
- Pregunte lo que quiera, iñor.
- ¿Sería rubia natural mi Shakira?

Nadie entendía en el comedor la razón de nuestras risas. – “Fue el corte de pelo más caro de mi vida”, dijo, “pero nunca me habían puesto las pechugas en la nuca. Capaz que cuando llegue a Renaico, ponga una peluquería y me llevo a dos minitas de la capital para que hagan lo mismo con los huasos de allá… Sería grito y plata.”

- Siga con su campito, le comenté. Si se lleva guachitas de acá, lo más seguro es que lo esquilmen.
- Tiene razón, primo. A decir verdad, quiero volver a Renaico.
- ¿Hoy y no mañana?
- Ahorita mismo. ¿Habrá pasajes? A decir verdad, prefiero estar en mi pueblo leyendo sus diarios de vida.
- ¡Eres un carajo Axe!
- ¡Y tu otro carajo Exe! ¡Te comiste a la Rosita hasta hace poco y ella nunca me lo contó!
- Es que ella es una dama.
- ¿Dama? Me tinca que la pillaste enferma de borracha.
- Bueno primo, por lo menos me resultó. ¿Quiere que lo lleve al terminal?
- Por favor primito lindo, me da pánico esta capital. Lo único que falta es que me violen.
- ¿Otra vez?

Exequiel Quintanilla