martes, 24 de abril de 2018

LOBBY MAG


LOBBY MAG.

Año XXX, 26 de abril al 2 de mayo, 2018
LA NOTA DE LA SEMANA: La farándula gastronómica
MIS APUNTES: Mulato: un clásico en Lastarria
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: ¿Cuál es la mejor gastronomía del mundo?
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica

LA NOTA DE LA SEMANA


 
LA FARÁNDULA GASTRONOMICA

Los espacios para opinar de gastronomía en nuestro país siempre fueron muy limitados. La importancia que le daban los medios escritos fue mermando a medida que comenzaban a crecer las revistas de nicho, que tenían la gastronomía y el vino como estandartes de su quehacer. Aun así, los diarios mantuvieron algunos espacios –pocos a decir verdad- dedicados al negocio gastronómico, turístico y vitivinícola.

Con el advenimiento de las redes sociales, la gastronomía comenzó a expandirse insospechadamente. Antes, sólo algunos columnistas especializados en la materia tenían posibilidad de escribir del tema. Era un pequeño mundillo de profesionales que de la noche a la mañana se percataron que Facebook, Instagram, Twitter, Pinterest y otras aplicaciones que funcionan con esta nueva forma de comunicarse, entraban sin permiso en sus propios círculos, posiblemente perjudicando la crítica, pero aumentando el interés de los lectores por arte gastronómico.

Asistí la semana pasada al lanzamiento de un nuevo restaurante en el barrio alto de la capital. Entre los invitados, sólo un par de críticos (de los antiguos) ya que el resto eran chicas o muchachos líderes de opinión. Una foto tomada por cualquiera de ellos y enviada por su red social es vista de inmediato por miles de semejantes. La foto en sí no transmite sabores ni aromas, pero se ha transformado últimamente en una valiosa herramienta de marketing que no deja de ser interesante. A ello se están sumando variados programas de televisión abierta que se han sumado a este boom. Varios formatos e interesantes propuestas que son seguidas por miles de personas ansiosas de conocer más de los alimentos, productos y elaboraciones.

Si agregamos a ello los embajadores de las marcas, algo bastante común en nuestros días ya que convierte a un líder de opinión en un auspiciador insospechado del marketing moderno, es posible que nos demos cuenta que la bien llamada apertura gastronómica que está viviendo el país, aparte de interesante, es bastante complicada, ya que no todo lo que brilla es oro… ni todo lo que ve lindo es bueno.

A la población hay que entretenerla, y aparte del futbol pareciera que la cocina tiene mucho que decir. Me encanta esta apertura y ojalá sea un éxito. Espero que el tema no sature como las ferias gastronómicas que semana a semana están inundando las ciudades. Todo vale, pero aun así hay que poner cada cosa en su lugar. En la crítica gastronómica no hay invento ni espacio para confundir al lector. Al menos en esta faceta de la gastronomía los cronistas gastronómicos opinan de acuerdo a su criterio y nada -ni nadie- altera su opinión. Con más o menos años de trabajo gastronómico, los que escribimos del tema y no sólo sacamos imágenes lindas pero intangibles de un plato, estamos convencidos que si bien el desarrollo de nuestra cocina requiere marketing, la crítica -fundada en buenas razones- es indispensable y necesaria. (JAE)      

MIS APUNTES


 
MULATO
Un clásico en Lastarria
Cada cierto tiempo me doy el placer de almorzar en el Mulato. Dependiendo la ocasión, a veces opto por su diario menú ejecutivo que nada tiene que envidiar a la carta del lugar. Cuando escribo esta nota, leo el menú del día y me encuentro con una Crema de puerros y tocino o la posibilidad de degustar unas Calugas de pescado con un mix de verdes aderezado con mostaza y miel, dos alternativas de entradas. Luego y como fondos, la opción entre unas Albóndigas al jugo con charquicán o Pollo al ajo arriero sobre un guiso de lentejas. Todo por $ 7.800, valor que incluye una copa de vino o agua mineral. ¿Económico? Dada la calidad del producto, podría decir que éste es uno de los almuerzos ejecutivos más perfectos del barrio y de la ciudad.

Tan interesante como el menú de almuerzo es su carta. A la cabeza del restaurante está Cristian Correa, de amplio curriculum en varios restaurantes de la capital antes de convertirse en un empresario gastronómico y chef de su propio local. Quitado de bulla (eso no es sinónimo de seriedad), no calza con la imagen de los chefs de papel couché que inundan la capital. Emprendedor, posee una fábrica de cervezas (Quebrada) en Curacaví, además de una huerta propia en su parcela en Colina, donde siembra y cosecha casi la totalidad de los vegetales que ocupa en su restaurante, hoy en día en la cresta de la ola luego que fuese nombrado en un diario español como uno de los barrios más “cool” del mundo.

Su cocina y su carta no se olvidan fácilmente. Sus Erizos con huevo pochado y yuca frita (7.900) siguen sorprendiendo por su inigualable sabor, color y texturas. También sus Empanadas de mechada y queso mantecoso (3 x $ 5.900), se mantienen junto a nuevas recetas degustadas esta semana, tan maravillosas y selectas como un “jardín” al cual el chef Correa evita llamarlo de esa manera y lo ofrece como una Selección de ostiones, camarones, pescado, choritos, jaiba y machas sobre un “gazpacho” con porotos negros y aderezado con pisco (10.500); tan, tan bueno que merece al menos una fresca marraqueta para rescatar sus jugos, algo poco elegante, pero absolutamente necesario.

Luego, aplausos cerrados para unos bisteques de filete de vacuno con unos notables piñones picantes, ajíes rellenos con queso de cabra y puré de garbanzos (7.800), que realmente cautivó a los presentes. Piñones de temporada, cocinados y guardados en una mezcla de aceite y merquén, agrega al plato un sabor inconmensurable, digno de probarlos nuevamente.

Una carta para deleitarse. Como un filete de Palometa (en este caso salmón ya que por las marejadas no se logró capturar esta especie) sellado con salvia seca y acompañada de unos geniales ravioles de zapallo y todo ello sobre una crema de camarones (13.800), otra receta de un incomparable Correa, que brilla con luces propias en este pequeño pero tremendamente agradable local del barrio Lastarria.

Otro cásico para finalizar: Cheese cake de queso de cabra y dulce de membrillo (4.600), para reconocer que Cristian Correa es uno de los grandes cocineros que podemos disfrutar en nuestra ciudad. Sus platos sorprenden y son bastante generosos. Buena carta de vinos, cervezas y cócteles mantiene este lugar con buena asistencia desde el mediodía hasta la medianoche. Con cocina a la vista y hoy en día con un servicio bastante mejorado, el Mulato dicta pautas gastronómicas en un barrio que todos quieren regresar continuamente para seguir explorando esta nueva carta creada por este genial cocinero. (Juantonio Eymin)

 Mulato / José Victorino Lastarria 307 / 22638 4931

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR

 
¿CUÁL ES LA MEJOR GASTRONOMÍA DEL MUNDO?

Cuando la lengua y el paladar sienten una textura, un sabor o una temperatura, inmediatamente las papilas gustativas emiten un juicio: es bueno, malo o simplemente lo mejor que se ha probado en la vida. Los paladares de todo el mundo se pelean constantemente por definir cuál es la mejor gastronomía y ninguna se pone de acuerdo.

La española tiene a la paella y las tortillas, los italianos cuentan con la pasta y la pizza, la comida mexicana es patrimonio de la Unesco y la peruana asombra a todos... Hablar de la mejor comida del mundo es tan problemático como hablar de política y religión. Nadie se pone de acuerdo sobre cuál es la mejor y no existe una forma de definirlo.

Si el mundo de los restaurantes se rige por el mundo de las Michelin, el de la gastronomía mundial no tiene ningún límite ni inspectores secretos que se inmiscuyan en las casas o en restaurantes populares para evaluar si un cebiche es mejor que un asado o un sashimi.

En el mundo Michelin, la calidad depende de la técnica, del atractivo del local, de la presentación, la cantidad en los platos, las flores en la mesa y el tiempo de servir; sin embargo, los gustos universales y la pelea por el título de la mejor comida del mundo se pliegan al paladar popular sin importar ningún otro detalle más que su sabor.

Históricamente, la gastronomía italiana siempre fue una de las más reconocidas. En la antigüedad, muchas personas migraban a Roma por la diversidad de sus sabores desde que un tal Apicio creó las cocinas y los primeros recetarios durante la expansión del Imperio Romano. Mientras tanto, en América, la gastronomía mexicana llegó a tener una cocina autóctona, con sabores distintivos y una gran variedad de platillos.

En 2010, la Unesco reconoció a las gastronomías mexicana, francesa y a la dieta del Mediterráneo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero la verdad es que, sin importar títulos ni la cantidad de chefs con estrellas y reconocimientos mundiales, solo hay una cosa en la que todos estamos de acuerdo: la mejor comida es la propia.

El escritor Manuel Vicent es uno de los defensores de esta teoría. "No hay más que ver las cartas de hoy en día, son pura ficción", dice el autor de Comer y beber a mi manera. Como los verdaderos expertos de la comida, el escritor plantea que a diferencia de los platos simples y deliciosos de las madres, los restaurantes se han convertido en “laboratorios de farmacia donde se elabora una comida basada en espumas y emulsiones”.

La buena gastronomía se basa en la naturalidad, en los sabores y aromas con los que crecimos, en las texturas que nuestra lengua reconoce al minuto cero. Un español nunca podrá reconocer que cocinas hoy valoradas como la peruana superan un buen cocido o una paella casera hecha por mamá. Un francés jamás cederá ante unos buenos tacos. Un indio no se dejará seducir por una pasta. La cocina propia siempre será la mejor, como los porotos granados de la foto.

BUENOS PALADARES


CRÓNICAS Y CRÍTICAS                                           
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA
LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(ABRIL) MULATO (J.V. Lastarria 307 / 22638 4931): “No hay necesidad de recurrir a guías internacionales para saber cuáles son los buenos restaurantes por estas latitudes. La prueba: dese una vuelta por el barrio Lastarria y busque el Mulato, restaurante con cocina de mercado, en lo que fue la plazoleta Mulato Gil de Castro.” “Otro ejemplo: tomó unas láminas de filete (que suele ser desabrido), un puñado de piñones de la Araucanía, su pasta de garbanzos, ají relleno de queso de cabra y armó un plato ($7.800) definitivamente delicioso. Los piñones nada de harinosos, con gracia propia. No es sorpresa que consiga otro tanto con una porción de centolla, con palta en una vinagreta al estragón ($15.800), ni que su costilla de cerdo confitada a la chancaca con filete en tocino, puré de pallares y ajo chilote haga un goloso y equilibrado plato de fondo ($13.800).” “No le quite el ojo de encima a Cristián Correa. Cocina bien, es inteligente y apuesta por ideas propias, buscando la ingeniosa mariguanza que convierta un buen producto común en bocado alucinante. Tal como va dará que hablar este año, porque sigue lleno de esas ideas que entusiasman a los que gozamos comiendo.”

MUJER, LA TERCERA
PILAR HURTADO   
(ABRIL) MONKEY DOG (Menú Express): “Una noche aburrida decidí explorar en Menú Express qué locales ofrecía para pedir comida a domicilio. De los disponibles, elegí Monkey Dog, un food truck de sándwiches.” “El pedido fue un Monkey Burger, con tres agregados a elegir: lechuga, pepinillo y queso cheddar más salsa mayo azul. Un sánguche vegetariano de champiñones, aceitunas y cebolla acaramelada que estuvo muy bueno, con bastante relleno y rico pan, que acompañé también con equilibrada mayo azul.” “Y lo más rico de todo fue la fajita de sabrosa plateada desmechada, también con vegetales a elección que fueron tomate, papas fritas al hilo -que le daba un rico crocante- y choclo cocido, con salsa barbecue, la que también se puede escoger de una lista. Esta venía envuelta en papel de aluminio y en una caja biodegradable.” “La presentación impecable, en cajitas de plástico transparente con papel mantequilla estampado con los logos del local; todo venía caliente, como debe ser.”

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(ABRIL) WALK WOK (Avenida Italia 1479, Providencia / 22539 8059): “…este pequeño local ya está operando, se supone. Pero llegar y que el mozo diga que no tienen pad thai porque no hay pasta de tamarindo, porque hay un problema en aduana que los tiene sin este insumo, es uno de esos síntomas preocupantes. Hace veinte años sí podría haber sido un problema, pero hoy no. Y si no hay pasta de tamarindo en los supermercados de Patronato, o en el flamante China Market de Providencia, también están esas alucinantes tiendas donde apenas se habla castellano en el barrio Meiggs (en las que se puede encontrar hasta cabezas de pato confitadas). Entonces, algo huele raro. Y al rato se sumó otro aroma, el de una humareda desde la cocina que llenó el lugar.” “A todo esto se sumó, en esta ocasión, su buena demora de casi media hora, considerando que eran solo un par de mesas. Fue entonces que llegaron unos pinchos de pollo satay ($5.800), con un sabor que los gringos calificarían de funny. Al mismo tiempo llegaron unos camarones "tempurizados" ($5.800) que de tempura -el frito crocante nipón- tenían nada. A las finales, eran unos buñuelos de masa frita en los que nadaba en su interior un camarón.”Tras la raya para la suma, queda en claro que algo no está caminando muy bien en Walk wok.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(ABRIL) LE BISTROT (Santa Magdalena 80, Local 7, Providencia / 22232 1054): “En este bistró partimos con un buen crudo a la francesa, con manzanas, queso roquefort y nueces. Rico, armoniosamente aliñado; pero nos llegó sin acompañamiento de tostadas ni de ninguna otra forma de pan. No, pues: así no se sirve esto. Y la otra entrada fue un cuenco de deliciosos caracoles grand-mère, con su crema y su queso: notable plato.” “El conejo a la mostaza merece que uno se detenga en él un momento: plato estupendo, suculento (a pesar de que el conejo no lo es), con sus trozos grandes de zanahoria cocida a punto y de champiñones de París en una cremosa salsa de mostaza sutilmente ácida. Acompañado de papas fritas, fue un ejemplo magnífico de la cocina de bistró en su más alto nivel. Y en plato tamaño bistró, no de esos tamaño "si te he visto, no me acuerdo" que uno se zampa de un bocado.” “Servicio experto, amable. Precios muy convenientes.”

martes, 17 de abril de 2018

LOBBY MAG

LOBBY MAG.
Año XXX, 19 al 25 de abril, 2018
LA NOTA DE LA SEMANA: Pasteleros chilenos sacan la cara por la gastronomía
MIS APUNTES: The Raj
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: ¿Turista o viajero?
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica

LA NOTA DE LA SEMANA



 
 

PASTELEROS CHILENOS SACAN LA CARA POR LA GASTRONOMÍA

Después de intensas jornadas, el equipo chileno compuesto por Hans Ovando y Gustavo Sáez, capitaneados por  Franck Dieudonné, ganaron la Copa Maya 2018, obteniendo así su pasaporte para disputar la final de la Coupe du Monde de la Pâtisserie el 28 de enero de 2018, en Lyon, Francia.

Nuestros pasteleros recibieron el trofeo de la mano de Gabriel Paillasson, creador de la Coupe du Monde de la Pâtisserie, el 11 de abril pasado en Ciudad de México. Según la organización del certamen, “después de 6 horas de arduas batallas, estos jóvenes chefs han presentado sus creaciones de repostería ante el jurado. Gracias a su desempeño con gran pasión y creatividad, Hans Ovando y Gustavo Sáez han impulsado a Chile a la etapa de pastelería internacional y han ganado su derecho para ir a la final que se celebrará en enero en Lyon”.

Tras Chile, las duplas de Argentina y México terminaron en el 2do y 3er lugar respectivamente, obteniendo sus pasajes a la competencia mundial. Así, Chile, Argentina y México se unen a los 5 países que ya están calificados para la gran final en Lyon (Francia): Italia, Japón, Corea del Sur, Reino Unido y EE.UU. La próxima  final tendrá lugar los días 27 y 28 de enero de 2019.

MIS APUNTES


 
THE RAJ

Nada hace pensar que una casona esquina de la calle Manuel Montt, de paredes blancas y algo fría, esconde uno de los buenos restaurantes indios de la capital. Allí se  instaló hace un buen tiempo el indio Harish Kasu, en esos entonces exportador de frutos secos y propietario de un par de restaurantes de cocina india en Canadá y Dubai, esperando, sin hacer alardes, que su negocio fuera floreciendo. Un par de murales podrían indicar que en este lugar lo indio es su tema, pero más de algún despistado podría entrar pensando que acá tienen cocina peruana, a pesar de que su música es india y gran parte de ella en vivo, con destacados instrumentistas.

Famoso dentro de la colectividad india, el día de mi visita el embajador de la India en Chile recibía algunos invitados en los salones del segundo piso de esta casona. Normal para ellos, los clientes del primer piso ni se enteraron de tal visita y un poco más agitados, los garzones (también de esa nacionalidad y con un español precario pero entendible), cumplían los pedidos de los clientes, que van rotando desde mediodía a medianoche sin tregua.

La especialidad son las Dosas: finos –e inmensos- panqueques de harina de arroz y lentejas que no se ven en otros similares capitalinos. Desde la dosa simple (con salsas para untar, $ 5.900) hasta rellenas con papas y especias (6.900), queso (7.500), pollo (9.900) y otras variedades, se llevan las palmas de todos los que han visitado este lugar. La carta recorre la cocina del norte y del sur de la India en sus versiones carnívoras o vegetarianas, donde ningún plato, por excelente que sea, supera los 11 mil pesos, logrando así un público conocedor y bastante transversal.

El cordero, el pollo y las lentejas son otras de las grandes especialidades del lugar. Con una oferta de cerca de 100 diferentes platos, es difícil dar una opinión de toda esta batería de preparaciones. Sin embargo, saciado el apetito y la sed que provocan los diferentes currys y picores de los platos, es interesante comentar que por muy artesanal que se vea el lugar, la experiencia gastronómica supera largamente las expectativas de los foodlovers, conozcan o no de esta tradicional cocina que viene del oriente. Ellos se autocalifican como “cocina hindú”, cosa que aún no me convence ya que el hinduismo es una religión. Sin embargo y a pesar del logotipo del restaurante, que más parece ser jamaicano, The Raj merece un tremendo reconocimiento.

Un dato calado.

The Raj / Av. Manuel Montt 1855, Providencia / 22716

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
¿TURISTA O VIAJERO?

Ahora que por fin llega la baja temporada, es bueno pensar dónde pasar unos días de descanso, aunque - la verdad-, uno que nunca se ha caracterizado por realizar grandes viajes o “epopeyas”, nunca tiene demasiado que contar. ¿Descanso?... creo que no. Uno regresa reventado de los viajes.

Los motivos por los que cada cual se plantea viajar pueden ser muy diversos, casi siempre movidos por la curiosidad del saber, la gastronomía, la oferta cultural, la diversión o un compendio de todo ello y, también ¿por qué no?,  pertenecer a la “Champions League” de los viajeros. Me explico, hay una corriente humana cuyo mayor placer en el viajar no consiste en el viaje en sí mismo, sino en la “previa” (la preparación del viaje, la supuesta ilusión por viajar) y el “regreso”, es decir, el placer de contar con todo lujo de detalles el “inventario” de las “maravillosas” jornadas vividas en el Congo Belga, por poner un ejemplo.

Llegados a este punto, me asalta la duda, ¿somos turistas o viajeros? Identifico al turista como aquel que va cámara en ristre, con sus mapas y sus guías en plan Marathon Man con el objetivo de ver la mayor cantidad posible de sitios en el menor espacio de tiempo. Dudo mucho que lo lleguen a apreciar en su verdadera valía, es quizás mejor darle el sentido de placer al viaje, al dejarse llevar, ir a ver algo en concreto, pero detenidamente, ahí se ve la diferencia con el viajero.

El turista acumula la mayor cantidad posible de experiencias distintas en un corto espacio de tiempo, mientras que el viajero se deleita en algo muy determinado, como el buen gourmet puede apreciar una buena comida.

Es la mentalidad del cómo viajar lo que importa, se puede sacar más valor personal a un pequeño gesto que a una gran historia. Quizás haya que plantearse que el viaje que más valoraremos es aquél que menos planificamos, aquél que hacemos a un sitio cercano, en este país que a tantos y tantos sitios se puede ir sin el acelerador pisado a fondo. (JAE)

BUENOS PALADARES


CRÓNICAS Y CRÍTICAS                                           
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(ABRIL) CAFETERÍA LA MEXICANA (Placer 657, locales 109, 110, 111 / 97572 1147): “De lo probado, en dos visitas porque estaba muy rico: primero, unos chilaquiles, ese montón de totopos que se va poniendo lacio gracias a una salsa roja en este caso, con queso y crema y pollo en tiritas. Para reír y llorar, y sudar. De lo no picante, unos tacos al pastor, con su chancho y piña y cebollita picada y cilantro. También unos tacos dorados de pollo, crujientes y con unas tiritas de tomate y palta, servidas sobre una cama de lechuga. Y lo que podría ser no tan habitual, aunque el sabor de las real tortillas ya lo es, son los sopes: son más pequeños y gorditos, como una cruza entre tortilla y arepa, con puré de porotos, lechuga y pollo. Y para el que no guste del sabor a maíz, ahí están unas "gringas", en tortilla de trigo, en este caso con queso derretido y el chanchito agridulce al pastor.” “Y para llegar, que igual cuesta tantito, van las señas: está en el galpón Cordillera, el que está en la esquina de Víctor Manuel con Placer, pero la cafetería está justo en la entrada por Víctor Manuel. Donde ponen un pequeño cartel que dice "aguas".”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(ABRIL) LANACIONAL (Av. José Alcalde Délano 10.492, Lo Barnechea): “Las dos entradas, un tiradito de atún nikkei ($7.900) y un tártaro de salmón aromatizado con naranja (relamidamente llamado "tartar"; $8.900) fueron un muy buen introito a una comida para la que nos habíamos preparado: ambos platos bien presentados, con su ají, su crocancia y otras picardías, buenos exponentes del talento nikkei del Perú.” “Pero las desilusiones no se dejaron esperar. El lomo saltado Lanacional ($11.900) es una mescolanza que carece del indispensable toque chinesco, que es gran parte de la gracia del plato: en este caso, el lomo viene acompañado de choclo a la crema que desvirtúa por completo la idea original.” “El sudado de pescado ($8.900) hecho con reineta estuvo pesadamente lastrado por ese solo hecho: por muy "pesca del día" que sea, la reineta no es el mejor pescado. Sobre todo porque, en este caso, más que un sudado, que es, por si Usía no está familiarizada, como un estofado soposo, se trató, lisa y llanamente, de un caldo de pescado y mariscos (camarones, pulpo, calamares). Si al menos el caldo hubiera estado bien sabroso y picantito y picarón... Tuvimos que agregarle mucha sal para hacerlo potable. ¿Cómo puede un plato tan simple no estar bien en un restorán peruano que viene precedido de ínfulas?

LUN
RODOLFO GAMBETTI
(ABRIL) VENDETTA (Patio Bellavista, local 100):
De los nuevos merece un vistazo el Vendetta. Muy amplio para la media de los locales (250 puestos, promedio por persona $15.000), da hacia Constitución y se adentra en el Patio. Sin italianos en el equipo, con guiños argentinos, conocen el tema. Compran la pasta seca italiana importada; la rellena la fabrican ellos mismos. Apueste por un bien equilibrado crudo con sus papas fritas ($7.200), un carpaccio ($7.700) o un ceviche mixto ($9.200): es el trío de mayor demanda. La pizza buffala ($8.800) también promete buen comienzo. Y entrando al tema, seductores resultan los fettucine carbonara, con su huevo rampante, o unos sorrentinos al pesto que lo harán ver postales de Génova. O si ama la globalización, unos spaghetti con plateada deshilachada ($8.200). Vinos a buen precio, empezando con un sauvignon blanc Lapostolle de $8.700 o un pinot noir de Leyda, no menor. Y si es para platicar, de lunes a viernes y de 16 a 20 horas se pasa la tarde con los tragos clásicos a sólo $2.500, donde vuelan  sours, piscolas y daikiris."
    






 

 

 

 

 

martes, 10 de abril de 2018

LOBBY MAG


LOBBY MAG.

Año XXX, 12 al 18 de abril, 2018
LA NOTA DE LA SEMANA: La misión de los cronistas
MIS APUNTES: El Giratorio
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: La albahaca: no sé tú, pero yo…
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica

LA NOTA DE LA SEMANA


 
LA MISIÓN DE LOS CRONISTAS

Existen muchas personas que creen –y piensan- que los cronistas gastronómicos somos publicistas de algunas marcas --en este caso, restaurantes-, y que les ayudamos en su ascenso de las ventas y en su prestigio. Aprovechando la reciente  entrega de reconocimientos que el Círculo de Cronistas realizó la semana pasada y los comentarios surgidos de este evento anual, bien vale la pena aclarar algunos puntos.

De partida, y posiblemente el más interesante, es que el Circulo de Cronistas es la única institución a nivel americano (y posiblemente del mundo) que reúne en forma democrática a todos los columnistas del tema gastronómico de la prensa escrita e internet, lo que en sí es un logro importante, ya que unificar criterios en un universo de distintos medios de comunicación no es fácil.

A saber, nuestra misión es visitar y recomendar. A veces, visitar y censurar. A decir verdad, vamos tras el restaurante (como vulgares ratones de laboratorio), para anticiparnos a la visita del cliente. Lo hacemos con gusto y placer. Lo nuestro es la gastronomía y posiblemente sea bastante más fácil y menos peligroso que otros oficios. Nos admiran y envidian. ¿Envidiar a un tipo que pasa 20 horas comiendo en dos días 70 empanadas para dictaminar cuáles son las mejores? ¿Envidiar la batería de fármacos que se deben consumir tras una jornada que no fue gloriosa?

Pero es el oficio y ante eso no hay nada que hacer. Nosotros escogimos entrar en este mundo y tratamos de vivir en él.  Escribimos para nuestros lectores, para nuestros medios de comunicación, y no para los restaurantes o viñas de turno. Y eso tiene su mérito.

La gracia está que sin ponernos de acuerdo, matices más o matices menos, los resultados son similares. Y no existen pautas preestablecidas ni siquiera intercambio de opiniones. Llevamos 24 años premiando a los mejores y si bien en algunas oportunidades los galardones no coinciden con el parecer de algunos vaticanistas de la gastronomía, en el Círculo de Cronistas las opiniones –y las mayorías- se respetan.  

Escribimos en serio y para nuestros lectores. Es la única forma de asegurarle un lugar adecuado a una comida que aparte de ser buena o mala, no se deje influenciar por la propaganda de turno, ni por el ánimo del columnista.

Es nuestra misión y tratamos de cumplirla a como dé lugar. (JAE)

MIS APUNTES


 
EL GIRATORIO

Cuesta sacarse el sombrero –literalmente- cuando uno se encuentra con un modelo de restaurante cuya gestión de negocios haya sido exitosa por décadas. Ejemplos en Santiago tenemos muy pocos y uno de ellos es el Giratorio, en sus tiempos, el más alto de la capital.

Corría 1981. En el mismo año en que se inaugura la Torre Santa María -uno de los íconos de la ciudad de Santiago en esos entonces-, otro edificio llenaba las páginas de los diarios ya que contaría con un restaurante giratorio, un avance tecnológico que poseían pocos países en el mundo.

Por moda, por curiosidad y por ubicación, el Giratorio –como finalmente le llamaron- partió con el pie derecho ya que todos querían conocer este lugar donde prácticamente se veía (y se recorría) toda la ciudad mientras se almorzaba o cenaba. Su carta, con énfasis en lo internacional pero con un marcado acento a los pescados y mariscos, lo hicieron famoso entre cuanto turista visitaba la capital. Millares son los extranjeros que aun visitan este lugar que se ha convertido en un clásico. Miles también han sido los que más de alguna vez regresan con sus hijos o nietos para mostrarles cómo es la ciudad desde las alturas, muchos de ellos convertidos –en la actualidad- en asiduos clientes de este lugar.

Resulta irónico pensar que la prensa gastronómica nacional no esté atenta a estos modelos. Muchos se ven atraídos por los nuevos cocineros como si ellos fuesen la salvación de nuestra gastronomía. Otros, se maravillan con los birlibirloques de los restaurantes de turno, que más temprano que tarde pasarán al olvido. Páginas y páginas de papel picado que sólo servirán de combustible para la hoguera de sus propias vanidades. Los restaurantes de siempre –por lo menos en la capital- pasan al olvido, como si el target de público que los visita no fuera el adecuado para sus medios de comunicación.

Acá no hay cocina moderna ni chef que se pasee por las mesas. Acá el modelo de gestión que los ha llevado a mantener un promedio de 400 clientes diarios, se basa en la calidad del producto y la rotación de ellos. Centolla para los ávidos brasileños que la buscan desesperadamente; Locos mayo para cientos de chilenos que gustan de los lujos de antaño; pulpo a las brasas para los más osados e incluso un pollo a la plancha con arroz para los de estómago delicado. Hay un énfasis en el servicio y en la calidad del producto. No crea el lector que acá hay cocina de los años noventa. Han asimilado la vanguardia pero lo han realizado a su manera: sin espumas, aligenatos extraños o polisacáridos extracelulares.  

Romántico de noche y más grupal a la hora de almuerzo, los clientes disfrutan de una comida sabrosa y sin altibajos, además de una envidiable carta de vinos y cócteles. Cuesta imaginar que decenas de clientes esperen pacientemente uno de los ascensores que los lleva al piso 16 de este edificio de Providencia. Cuesta explicar el éxito que continúa atrayendo comensales a un comedor que no es precisamente económico. Cuesta pensar que aún existan empresarios gastronómicos que son capaces (y están felices) de atender a cuarenta clientes por día. Cuesta hacer entender que el negocio gastronómico es más que salir en la prensa una, dos o diez veces. Es como el vino: en la gastronomía, si no hay volumen, se pierde dinero.

Los motores del Giratorio siguen girando y su cocina continúa agradando a todos los que se asoman por el lugar. Con carta recién estrenada, esperan seguir manteniendo la fidelidad de sus clientes y el liderazgo que han mantenido durante 37 años seguidos. (JAE)

Restaurante Giratorio / Av. Nueva Providencia 2250, Piso 16, Providencia / 22232 18 27

 

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 


LA ALBAHACA
No sé tú, pero yo…

¿Quién sería el barman que se le terminó la menta y se le ocurrió ponerle al cóctel unas hojitas de albahaca? ¿Un iluminado? ¿Un precursor de la mixología?

No sé tú, pero yo creo que en mi vida he bebido todo (o casi todo). Desde el popular pipeño sólo o con frutas y helado, hasta el fino champagne Cristal. Hay cócteles que son mis favoritos y otros que definitivamente no los bebo, como el anís y sus derivados. Pero la albahaca me sacó de quicio. Gozo la hierba, sobre todo en una caprese o en una refrescante ensalada de tomates. Disfruto su pequeño amargor cuando me devoro una humita o me tiento con un pastel de choclo. Para qué decir cuando en invierno descongelo un pesto de ajo y albahaca que elaboro en verano para acompañar unos simples spaghetti. Incluso me doy el lujo de conservar en hielo algunas hojitas para presentarlas en invierno como si estuvieran recién cosechadas. Soy capaz de agregarla al arroz y al cordero. Y cuando llegan a la mesa unos porotos granados y una ensalada de tomate y albahaca… me siento en la gloria.

Sin embargo, por ahí salió un barman que decidió hacerse famoso y conquistar el mundo con una nueva apuesta. Reemplazó la menta por albahaca y desde ahí, en verano, muchos bares que se aprecian de tal y restaurantes de moderna estirpe, recomiendan a sus parroquianos este nuevo elixir.

Mojitos con albahaca en vez de hierbabuena. Sour de albahaca y limón. Vodkas y similares con un par de hojitas… Poco falta para que destruyan un buen escocés con ella.

No sé si a ti, pero el otro día me ofrecieron uno. Perdón, lo pusieron en mi puesto. Era un sour. O lo que puede quedar después de intervenir un sour. Color verde pasto detox y con una consistencia de gazpacho ocultaba incluso el pisco que se suponía iba a beber. A mi lado el barman esperando mi aprobación. Con una sonrisa de oreja a oreja me consulta -¿Qué tal? Estuve a punto de contestarle que era la mierda más grande que había probado en mi vida y que se lo cambiaba por una cerveza.  Fui un poco más benevolente y le respondí que para mí, la albahaca era una hierba que iba bien con las ensaladas. Ojalá pronto no me presente un sour de perejil… Hay de todo en esta vida.

Es cierto que la coctelería tiene algo de magia y de variaciones insólitas. Hay muchos tragos que tienen ingredientes inauditos y son gustosos al paladar. Años llevamos bebiendo alcoholes mezclados con frutas y frutos. Tabasco, salsa inglesa y apio para un buen Bloody Mary; piña y champagne para celebrar; tinto y frutos del bosque y blanco con chirimoya para refrescarse; navegado caliente con naranjas para las frías noches de invierno; canela, anís, pera, manzana, ron y coco, pomelo, mango y mandarina. Ingredientes no faltan. A decir verdad, sobran. Pero de ahí a ocupar hierbas aromáticas como la albahaca es mucho histrionismo para este cronista.

Es un consejo. Si en alguna de sus aventuras gastronómicas te ofrecen un sour de albahaca, aparte de no seguir el juego, desconfíe del barman. Lo más seguro en este caso es pedir algo envasado donde el encargado del bar no tenga que aplicar sus conocimientos. Vodka tónica, gin con gin, piscola o directo al espumante o al sauvignon blanc. Ni siquiera confíe en el pisco sour tradicional ya que es seguro que el barman le agregará una mariconadita extra a su preparación.

No se lamente si después de leer este artículo cae en la tentación. Personalmente no creo en los aperitivos “de la casa” y vivo feliz. En gastronomía hay que atreverse a degustar. En alcoholes, ya todo está dicho. Y si por ahí le cuentan que bebieron un cóctel de albahaca que estaba “de miedo”, no lo crea. Es una venganza. (JAE)

CRÓNICAS Y CRÍTICAS                                           
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(MARZO) LA BARRA CHALACA (Mall Costanera Center / 22617 0861): “La Barra funciona con ricos platos de postal chalaca. Además del muchame ofrece el “pan con chimbombo”, que incluye pejerreyes empanizados. El Tiradito Chicuito ($7.990), el Súper Chicharrón. Y por cierto los choritos y almejas a la chalaca ($6.990), explosión de sabores. Con detalles como el ají -amarillo o rocoto-, siempre muy finamente picado, nunca molido. Gran equilibrio de sabores, precios justos, en ambiente de silla de paja y mesa de madera, con vivencias de caleta compartidas a lo largo del Pacífico.  Con un copón de hierbabuena y salutíferos vegetales, chicha de jora y otros analcohólicos, esperando la demorosa patente respectiva para dejar entrar las codiciadas cervezas.”

WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(MARZO) TRATTORIA BRAMASOLE (Consistorial 2.100, local 201, Peñalolen):”Primero, unos ravioli Bramasole ($8.900), rellenos con pollo, espinaca y mozarella. Luego unos mezza luna ($8.900), pastas de betarraga rellenas de ricota y nuez. Y la solución para el eterno indeciso, una cuatripasta ($9.200), un muestrario de sabores entre los dos anteriores y un par de rellenos más, uno con picantito lomo al merkén (que resulta heterodoxamente bueno). En cada caso, con sus salsas bien hechas: Alfredo, pomodoro y aceite con ajo (para solteros o amantes de la soledad). En el papel, pueden sonar algo caros. Y en el mantel, algo tacaños en cantidad. Pero ambos son problemas generados por una expectativa patachera: mastique lento y disfrute de unos platos de lujo no más.” “Para cerrar, un chanchísimo volcán de manjar ($4.550) y el único punto bajo en esta experiencia: un tiramisú ($4.350) que estaba bien de sabor, pero que venía medio congelado. Fatal error fácilmente corregible, después de una experiencia que igual alimentó generosamente la fe en la pasta y en la posibilidad de salir a comer en familia con cero malos ratos.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(MARZO) LAS ROSAS CHICAS (Av. Luis Pasteur 6577, Vitacura): “Como es lo usual, uno encuentra aquí una serie de hojaldres y otras viennoiseries amadas de infantes y senescentes. Sólo que algunos nos parecieron sin relieve: unos hojaldres en forma de libritos y unas rosas enriquecidas con mermelada de frutilla.” “En el rubro "pasteles", hay lo que es usual hoy día, o sea, trozos rectangulares de tortas (la moda se da hasta en Viena, lo que no es poco decir; no, señor). Y de ellos probamos uno de panqueque de nuez que nos pareció muy católico. En cambio, el de panqueque de naranja, es soso: habiendo tanta naranja en este país, ¿cuándo se aprenderá a usarla en repostería? ¿Cuándo se descubrirá que se debe usar naranjas ácidas, de gruesa y perfumada corteza -que es lo que más sabor da a la preparación-? El pie de limón resultó igualmente soso y por igual motivo: miedo a la corteza. En fin: estos pasteles son una buena forma de catar la torta antes de comprarla, para no clavarse con una que no agrade.” “Entre muchas otras cosas disponibles (todas tentadoras, con ese aroma a vainilla que reina en estas panaderías), probamos unos "chilenitos" muy correctos (es de lamentar que no haya más variedad de dulces chilenos; quizá los hay habitualmente, pero no el día que nosotros fuimos, y eso no debe ser: la dulcería chilena debe ser columna estructural de estos lugares). Los alfajores con cubierta de chocolate, muy buenos también, pero demasiado chicos. Y mención aparte merecen las cocadas: unas doñas cocadas, de gran calidad, difíciles de encontrar similares. Resumen: recomendable.”

 

 

miércoles, 4 de abril de 2018

LOBBY MAG


LOBBY MAG.

Año XXX, 5 al 11 de abril, 2018
LA NOTA DE LA SEMANA: Una noche de reconocimientos
MIS APUNTES: Los 60 años del Danubio Azul
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica