martes, 5 de julio de 2016

REVISTA LOBBY


REVISTA LOBBY
Año XXVIII, 7 al 13 de julio 2016
LA NOTA DE LA SEMANA: Pura quínoa es tu cielo azulado
MIS APUNTES: Coquinaria
EL REGRESO DE DON EXE: La Perlita
TURISMO: El mundo es un pañuelo: Toronto
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica

LA NOTA DE LA SEMANA


 
PURA QUÍNOA ES TU CIELO AZULADO…

Confieso que la quínoa no es uno de mis cereales favoritos. Más bien le hago el quite cada vez que puedo y si bien valoro sus propiedades proteicas, comerla es –para mí- lo más parecido a ese plástico que tiene burbujas en su interior ya que no sabe a nada. Alimento de indígenas en un comienzo, fue redescubierta hace un par de décadas y forma parte de una serie de platos típicos de la región.

Con denominación de origen boliviana y de gran producción en Perú, Colombia y Chile, la quínoa posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano, lo que la convierte en un alimento muy completo y de fácil digestión. Tradicionalmente, los granos de quinua se tuestan y con ellos se produce harina. También pueden ser cocidos, añadidos a las sopas, usados como cereales o pastas e incluso se fermentan para obtener cerveza o chicha, bebida tradicional de los Andes.

Poco conocía de este producto (aparte de comerla en variadas formas sin conseguir ninguna de ellas una apreciación altamente positiva), hasta que tuve la necesidad de comprarla por encargo, lo que me hizo ir en búsqueda de este cereal en un supermercado de la capital. Me costó encontrarla y ahí recién me enteré que un kilo quínoa tiene un valor aproximado a los $ 12.000. ¿Caro?

Posiblemente el producto sea difícil de producir y comercializar. No cabe duda de ello. Sin embargo me llené de contradicciones y dudas con respecto a este cereal. Su valor sólo le permite ser adquirido por un ínfimo porcentaje de la población chilena y lo deja como un producto de élites y de grupos socioeconómicos que no les interesa administrar los costos de la alimentación de sus familias. En definitiva, es casi imposible y nula la posibilidad de que sea parte de la cadena alimenticia de los chilenos en general. Un producto que se comercializa a doce veces el precio de un kilo de arroz no es precisamente la salvación alimenticia para nuestro pueblo. Aun así, cientos de recetas “populares” incluyen este seudo cereal entre sus ingredientes.

La quínoa en Chile está al mismo nivel que las morchellas o la centolla. Productos que si bien son abundantes en nuestro territorio sólo pueden ser consumidos por un pequeño porcentaje de los chilenos. De alimento de los indígenas pasó a ser una extravagancia. Y aunque no lo crean – y pasa lo mismo con los vinos- es posible encontrara más barata en el exterior.

¿Digno de Ripley?  (JAE)


MIS APUNTES


 
COQUINARIA
 
Trufas y mucho más
El concepto de mercado – tienda – restaurante no es nuevo en la gastronomía del mundo. Usualmente las grandes ciudades tienen al menos un negocio de este tipo. Cuando Coquinaria abrió sus puertas en Santiago a inicios del año 2008, la idea de sus propietarios era hacer un símil de Dean & DeLuca o de Eataly, grandes mercados culinarios que incluyen restaurantes de buen nivel en sus instalaciones. Por ello, luego de montar dos exitosos restaurantes en Santiago - el Frederick´s, en el centro y Mollie´s, en el Boulevard de Parque Arauco-, al inglés Kevin Poulter se le abrió el cielo de un solo flashazo. Un deli – corner de mil metros cuadrados en plena Isidora Goyenechea.

Luego de una inversión de poco más de un millón de dólares, la configuración de la sociedad por acciones dejó a Alejandra Elgueta con la parte mayoritaria -como gerente general, para hacerse cargo de la parte retail de Coquinaria-, y a Kevin con el resto, para tomar la responsabilidad del servicio y todos los matices de la restauración, desde la cafetería hasta la cocina, como gerente de restaurante. ¿El modelo de negocios? Simple: la tienda actúa como gran proveedor del restaurante y, al mismo tiempo, el restaurante abastece a la tienda con productos preparados. Pasado un tiempo, sus propietarios decidieron contratar un chef ejecutivo para que se hiciera cargo del restaurante y las futuras aperturas, momento que aparece en escena Pamela Fidalgo, una de las escasas mujeres cocineras que aun trabaja directamente en la cocina. Desde ese lugar ha colaborado para la apertura del Coquinaria Alonso de Córdova –lugar que visitamos en esta oportunidad- y de Los Trapenses, en lo alto de la ciudad.

Una casona remodelada a gusto de sus propietarios en una de las más elegantes calles de la ciudad, alberga este emporio-restaurante que se ha convertido en uno de los más exitosos de la cadena. Allí Pamela y su brigada de cocina buscan y escogen las recetas de acuerdo a los productos de temporada y a las necesidades de su público mayoritariamente femenino. Es un agrado –y un placer- recorrer los pasillos del Emporio ya que allí el lector podrá encontrar toda una gama de productos y accesorios de cocina a precios bastante convenientes. Especias de todo el mundo, congelados, latas y licores, regalos corporativos y una gran selección de productos adquiridos alrededor del mundo y que hace innecesario viajar para adquirirlos. Una especie de Zona Franca donde sus propietarios escogen los mejores productos y los ofrecen a valores bastante razonables en plena ciudad.

Llegamos en tiempo de trufas y sin ser una temporada larga, siempre es posible encontrarse con sabores y aromas elegantes y sobrios. Pamela –la chef- como eterna viajera que fue en su juventud, se empapó de especias orientales y a pesar de tener una carga asiática muy pegada en su inconsciente, su cocina en la actualidad está cargada a lo mediterráneo, con adaptaciones de recetas que bien vale la pena degustar.

Hasta fines de julio se podrá disfrutar de esta carta de trufas que incluyen Huevos benedictinos -el caballito de batalla de los Coquinaria- trufados (8.900); Tártaro de Angus al tartufo (9.400); Magret de pato trufado con puré de topinambur (14.900) o un Risotto de hongos y trufas silvestres (14.100), algunos de los platos que está ofreciendo durante esta corta temporada de trufas chilenas, una cosecha pequeña pero de excelente calidad.

Los sabores de Pamela Fidalgo son intensos y llenos de sabor, aroma y frescura. Así como es ella, la carta-menú es su mejor presentación. Su trabajo ha logrado que Coquinaria tenga una identidad y un carisma que poco se logra mantener en otros restaurantes. Su carta de presentación es el Bellini (prosecco con pulpa de duraznos blancos), para luego jugar con los platillos que ofrece diariamente. Si a todo ello le sumamos el Emporio –el único que ha tenido éxito en el país-, estamos en presencia de un lugar que no envidia a los mejores referentes a nivel mundial. Un lujito –o una joyita- que es necesario visitar. (Juantonio Eymin)

Coquinaria: Alonso de Córdova 2437, Vitacura / 2 2206 5018

EL REGRESO DE DON EXE


 
LA PERLITA

- ¿Me puedes cuidar el boliche, Exe?
- ¿Alguna razón en especial, jefe?
- Salgo de viaje por unos días.
- ¡Pillín! ¿Y lleva a su minita?
- ¡No Exe!, voy en un fam press.
- ¿Y qué es eso?
- Un viaje con gente de la prensa, pues.

No crean que el boliche de mi jefe está en Sanhattan. Con cueva le da el billete para arrendar un ordinario sucucho al lado del Portal Edwards, cerquita de la Estación Central. Allí tiene dos viejos computadores… y una secretaria que se llama Perla. Perla Arancibia Arancibia, me contó una vez. -“Mis papás eran primos”, dijo cuando aún tenía unos relucientes frenillos en su boca. A decir verdad, Perla está bastante rica. Quizá un poquito feucha de caracho pero aun así es apetecible. Como quedé a cargo, el lunes pasado me apersoné en la oficina. Al no tener las llaves tuve que esperar que llegara y me senté en la escalera para leer el Hoy x Hoy que regalan en las mañanas. ¡Se nota que no está el jefe!, pensé. Eran casi mediodía cuando aparece ella. Con sólo mirarla me dio sed.

- ¿Estas son horas de llegar?
- ¡Exe! ¿Qué haces por acá?
- Estoy reemplazando al jefe, -respondí. ¿Qué te pasó chiquilla que vienes tan despeinada?
- Lo siento, pero tuvimos que llevar a mi abuelita anoche a la posta.
- ¿Y tomaron de lo mismo?

Perla se rió y me contó parte de la jarana que había tenido la noche anterior. Ni siquiera se había duchado cuando llegó a su lugar de trabajo. Ella abrió la oficina, nos sentamos (ella en su escritorio y yo en el del jefe), nos miramos y nos preguntamos… ¿Tenemos algo que hacer?

- Nada. Dice ella. ¿Y tú?
- Lo mismo que tú

La minifalda que llevaba puesta dejaba ver unos buenos trutros. Mi imaginación fue mucho más allá. ¿Y si vamos a almorzar?

- ¿Invitas tú?, dice mientras parpadeaba repetidamente sus ojos.

Mentalmente conté los billetes que llevaba en el bolsillo. A ciencia cierta me alcanzaría para un almuerzo medio pelo y luego una siesta en uno de los moteles rascas del barrio.

- Señorita Perla, le dije. Creo que es hora de cerrar el boliche.
- ¿Y si llama el jefe?
- ¡Deja descolgado el teléfono y apaga el celular!
- ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Salimos del Portal y nos metimos a un boliche de las cercanías. Bar, restaurante, fuente de soda, cabaret y unas ampolletas que se prendían y apagaban haciendo piruetas fue lo mejor que encontramos en el barrio. La Perla se me puso elegante y pidió un Negroni de aperitivo. Yo, más cauto, me contenté con media botella de blanco y una mineral para tragar mi pastillita azul respectiva ya que este pechito debía llegar altivo a los trámites posteriores al almuerzo.

- ¿Qué se va a servirse la dama?, pregunta el mesero.
- Quiero un bistec con papas fritas y dos huevos encaramados. Además una ensaladita, no muy grande de apio-palta.
- No le tenemos apio, dama.
- ¿Chilena?
- ¡Eso si le tenemos!
- Perfecto entonces.
- Y el caballero ¿Qué se va a servirse?
- ¿Tiene guatitas?
- Uf, responde, acá llegan muchas pero nosotros no las cocinamos. Le recomiendo la reineta frita con puré picante.
- Está bien, Tráigame eso.
- ¿Y una ensaladita para acompañar a la dama?
- No. Ninguna, Pero si quiere me trae la carta de vinos
- Perdone jefe, pero acá tenemos blanco y tinto. ¿Quiere una jarrita?
- ¡Tinto! Dice la Perla

¡Qué diente tenía la Perla! Se comió una marraqueta antes que llegara su plato y luego pidió otra más para sopear las sobras. Yo comí con fruición mi reineta (que estaba mejor de lo que había pensado) y entre los dos le dimos el bajo a la jarra de tinto. ¿Pescado con tinto? Bueno, ese es un buen maridaje en la Estación Central.

Ella se comió un flan como postre. Yo, un plátano con miel de palma. A decir verdad, décadas que no lo comía… y es más rico que el pan con palta.

Salimos abrazados y entramos al primer motel que nos quedaba en el camino. En la cajita de rigor nos ponen dos piscolas y un pote con maní. Perla bebe un sorbo y se pone amarilla. ¿Puedo ir al baño?, preguntó.

Me tiré en la cama mientras ella entraba al baño. Puse la TV y el motel era tan pobre que ni siquiera tenía películas porno. Menos cable. Me entretuve un rato viendo una jueza solucionando problemas de sudacas en Miami y me aburrí rápidamente. Perla aún seguía en el baño. Me preocupe y golpeé la puerta para preguntarle cómo estaba.

- Lo siento Exe. Algo me hizo mal, respondió.
- ¿Te duele algo?
- Más rápido seria si te cuento lo que no me duele…

¡Qué espectáculo! La tarde romántica la terminamos en la Mutual de Seguridad con la Perla tendida en una camilla, con una bolsa de suero y agujas en todas partes (como era hora de trabajo lo pasamos como accidente del ídem). El matasanos me explicó que era una intoxicación y estaban averiguando qué le produjo el desbarajuste. Como soy un caballero, llamé a su familia y esperé que llegara su mamá que al verme me enfrenta:

-¿Qué le diste a mi hija, viejo degenerado?
- Perdón señora. Yo soy el jefe de reemplazo de su hija.
- ¿Estás seguro?
- Pregúntele a ella si quiere
- ¿Y qué hacían en un motel?
- Ella necesitaba urgente un baño. ¡Se estaba cagando señora! ¿Me entiende ahora?

Atardecía cuando llegué exhausto a mi departamento. ¡Esto me pasa por lacho!, fue lo único que atiné pensar. Prendo la TV y me encontré con la misma y reverenda jueza que transmite desde Miami. Apagué el aparato y suena mi celular. Era Perla.

- Exe, gracias por todo, me acaban de dar de alta. ¿Te gustaría que nos desquitemos mañana?
- Lo siento Perlita, mentí, pero mañana me voy de viaje.
- ¿Dónde?
- A una viña en Santa Cruz, seguí mintiendo.
- ¿Me llevas?
- ¿Y no tienes que trabajar?
- Cierto gordito, pero cuando el gato sale, los ratones hacemos fiesta.

A decir verdad, la idea no fue tan mala…

Exequiel Quintanilla

TURISMO


EL MUNDO ES UN PAÑUELO
Diez atractivos de Toronto que hay que conocer
 

Toronto es como Nueva York, pero a escala humana. Tanto, que se puede recorrer en bicicleta, uno de los medios de transporte más utilizados por los que viven en las cercanías del downtown, el barrio en común de los turistas y miles de canadienses que en estos meses gozan de agradables temperaturas. Una ciudad agraciada, linda y llena de atractivos, diez de los cuales hay que conocer algún día, ya que en esta aldea global los viajes se han convertido en parte de nuestra idiosincrasia y cultura.
No obstante, Toronto es más una ciudad para vivirla y disfrutarla que para ir con una lista de cosas que ver y tachar destinos. Como buena ciudad multicultural, uno de los mayores encantos de Toronto es poder pasear en forma segura las 24 horas del día por los barrios de las diferentes comunidades étnicas de la ciudad, poder pasar de un ambiente chino a uno polaco, italiano, coreano o portugués en apenas algunas cuadras.

Éstos son algunos de los lugares favoritos para conocer en Toronto durante una visita, sin olvidar que sólo a dos horas se encuentran las Cataratas del Niágara y sus alrededores, donde se encuentran los mejores viñedos canadienses, famosos por su Ice Wine. Sólo once horas de vuelo nocturno separan Santiago de Toronto (donde no se requiere visa) vía Air Canada y cabe destacar que los atractivos visitados (todos cercanos e ideales para el peatón) fueron parte de un programa preparado por Tourism Toronto. Por supuesto que hay mucho más, pero como siempre sucede, nunca se puede conocer todo. (JAE)

CN TOWER
Es el emblema mundial de la ciudad de Toronto y su construcción más reconocible. La Torre CN es una de las torres de comunicaciones más altas del mundo y ofrece, además, una vista completa de la ciudad desde el mirador de su parte alta, donde también se puede disfrutar de un buen restaurante, varios bares y cafeterías. Destacado: el piso de cristal a 342 metros de altura. No es fácil estar mirando el abismo.

RIPLEY’S AQUARIUM
El Ripley´s Aquarium exhibe 16 mil animales acuáticos de varias regiones marinas y ofrece una serie de actividades interactivas de gusto de grandes y chicos. Está situado en una superficie de 12 mil 500 metros cuadrados, al pie de la CN Tower de Toronto, cerca del Lago Ontario y que tuvo un costo de 130 millones de dólares. El sitio tiene 5.7 millones de litros de agua marina que llena varios tanques, algunos en forma de túnel y otros de piso a techo. En total hay representados 17 hábitats acuáticos. La mayoría de estos animales (13 mil 500) son especies exóticas, como las medusas, caballos de mar, el pez unicornio y el Picasso Triggerfish. Destacado: busque las medusas… son hipnóticas!!!

ST. LAWRENCE MARKET
Uno de los edificios más tradicionales de la ciudad de Toronto, este mercado ubicado en un enorme edificio de ladrillo en el centro de la ciudad presenta una gran variedad de alimentos y productos típicos locales que podemos probar, comprar o simplemente contemplar. Destacado: vaya tras las lentejas beluga. Parecen caviar y no se encuentran por estos lados

DISTILLERY DISTRICT
Es una de las zonas más turísticas de la ciudad. Situado al Este del centro de Toronto, ha visto como en los últimos años se ha transformado de ser una zona degradada compuesta de varios edificios de una antigua fábricas de cerveza y whisky, en un barrio de arquitectura industrial reformado que alberga tiendas de diseño, ropa, bares y restaurantes de calidad. Destacado: una degustación de sake Izumi, elaborado en situ, es imperdible. Tres variedades que lo convencerán

CHINATOWN Y KENSINGTON MARKET
Dos barrios anexos y, sin embargo, muy diferentes uno de otro. Chinatown es uno de los principales barrios étnicos de la ciudad, mientras que Kensington Market es la zona alternativa que ver y visitar en Toronto, con su ambiente relajado, sus tiendas vintage y sus muy agradables pequeños cafés y restaurantes. Destacado: las esquinas llenas de frutas en el barrio Chino. Desde damascos orientales al durian, el fruto más hediondo del mundo.

ROYAL ONTARIO MUSEUM
Una de las principales referencias culturales de la ciudad y, probablemente, el museo más importante de Toronto. Alberga muestras de arte e historia natural y cuenta siempre con excepcionales exposiciones temporales que son uno de los principales atractivos culturales de la ciudad. Destacado: su imponente arquitectura, mezcla de lo antiguo y lo moderno en un contraste bello y lúdico.

EL PATH: LA CIUDAD SUBTERRÁNEA
Una de las peculiaridades de Toronto es el conocido como PATH, la ciudad subterránea que permite moverse por el centro de la ciudad en invierno sin salir a la calle. Llena de negocios de toda índole, es una más de la curiosidades que ver en Toronto. Veintisiete kilómetros peatonales bajo tierra y que conecta cincuenta edificios, alrededor de 1.200 tiendas y restaurantes, cinco estaciones de metro y una de tren, la Union Station. Destacado: las tiendas de licores (que controla y maneja el Estado) con una inmensa variedad de destilados y vinos de todo el mundo.

UNIÓN PEARSON EXPRESS
UP Express es un enlace ferroviario que transita entre la Union Station -en el centro de Toronto- y el aeropuerto internacional de Toronto Pearson. Comenzó su actividad el 6 de junio de 2015, a tiempo para los Juegos Panamericanos. UP Express, realiza en recorrido en 25 minutos y tiene una frecuencia de 15 minutos entre un tren y otro. Es posiblemente la mejor forma de llegar a la ciudad en un tren con vagones modernos y efectivos. Destacado: llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad y en forma más cómoda que un taxi, es una experiencia memorable.

DUNDAS SQUARE
Dundas Square es una plaza ubicada en pleno downtown de Toronto, en la intersección del Yonge Street (la avenida más larga del mundo) y Dundas Street. La plaza se utiliza para conciertos de música, proyecciones de películas y otros eventos públicos y una de sus esquinas se encuentra el centro comercial Eaton Centre, uno de los principales puntos de venta de la ciudad y motivo de peregrinaje de miles de turistas. Destacado: acá se puede conocer toda la diversidad étnica de su población. Más de 200 etnias y 130 lenguas y dialectos por descubrir.

YORKVILLE
De un lugar hippie bohemio en la década de 1960, Yorkville pasó a convertirse de las más elegantes zonas comerciales de Toronto.  Sus antiguas casas de estilo victoriano se han transformado, creando un elegante barrio de boutiques, galerías de arte, cafés y restaurantes gourmet. Yorkville ha sido comparada con la Quinta Avenida de Nueva York o Rodeo Drive de Los Ángeles, que cuenta con boutiques como Chanel, Prada, Gucci, Louis Vuitton y Tiffany & Co, así como iconos canadienses Holt Renfrew y Harry Rosen. Destacado: la calle de los artistas, donde se reúnen en pequeñas cafeterías directores de cine y TV en busca de talentos.

BUENOS PALADARES


CRÓNICAS Y CRÍTICAS
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA
WIKÉN
ESTEBAN CABEZAS
(JULIO) LA POCHA (Ricardo Lyon 222, local 6 / 2 22333607): “La Pocha es una de las sandwicherías peruanas que se han instalado en nuestra capital, y en este caso se trata de un local abierto recientemente en la comuna de Providencia. Pequeño y sencillo, algo escondido en un pasaje, ofrece una carta acotada en su oferta, pero abundante en gusto.” “Por ejemplo, con el sándwich que lleva el nombre del local, con reineta apanada, sarza criolla, lechuga y rocoto ($5.200), servido en pan ciabatta. Crujiente en el exterior, humedito en su interior. Y con esa combinación entre lo pesado de la fritura y lo fresco de la cebolla morada con limón. La gloria. Lo mismo que el clásico de chicharrón ($5.100), con costillar de chancho, dulce camote frito y, nuevamente, el contrapunto de la cebolla acitronada. Tan pesado como liviano, por contradictorio que esto suene.” “Tienen buenas papas fritas de verdad, la porción chica a $1.400, pero -de verdad también- a la atención le falta algo de nervio. Más bien, una bebida energética por nuca. Ojalá mejoren porque, pese a no ser baratos, la felicidad que generan vale el precio.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(JULIO) LA FATTORIA (Apoquindo 5680, 2 2377 6000): “¿Qué pensar de un restorán donde a uno le traen no lo que ha pedido de la carta, sino otra cosa, pero muy buena? ¿Y si esto pasa con un plato y dos y tres? Lo primero es sorprenderse, y para mal, porque no es lo que uno quería. Lo segundo es sorprenderse, para bien, porque lo que le trajeron es rico.” “Y luego, las sorpresas. El anunciado osobuco con risotto a la milanesa ($11.900) combinaba un delicioso osobuco, aromático, blando, con dos trozos de hueso con médula (misterio, el segundo hueso), con algo que no era ni a la milanesa ni, al cabo, risotto. Porque el risotto tiene estrictas reglas en cuanto al arroz usado, al grado de cocción y a la consistencia entre cremosa y soposa. Esto último estuvo bien logrado; este "risotto" no era de los que se yerguen altivamente en el plato. Pero el conjunto fue un guiso anónimo y muy rico. Plop.” “Resumen. Esta es cocina que invita a volver: comimos rico. Pero ignora cosas elementales (ese risotto "milanés", esa "bearnesa"...). El chef (no estaba) es bueno. O sea: ¿falta vigilancia? Idea: corrijan la carta, y no confundan al comensal.”

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(JUNIO) CATAE (Hotel Renaissance, Av. Kennedy 4700 / 2 2678 8888): “Acaba de estrenar su carta de invierno. El chef Mariano Bambaci la llamó Ecosistema Vegetal y Animal, que explica como “un juego armado con las relaciones del vegetal o el animal, que come o es comido por el otro ingrediente, y que al final uno se lo manya”. “Con esa excusa Bambaci titula sus platos con plena libertad y la entrada se puede llamar “la zanahoria que quería ser sandía” o “El pejerrey de tierra”. Aunque suena a cuento infantil, el plato es muy atractivo: el pejerrey de la historia ($7.800) está frito en tempura, en un escabeche suave y tibio, con caldo de cebollín y cacao. Todo armoniza: con una carta así, la conversación tiene impulso para tomar infinitos rumbos.” “Complejidad y sencillez a un tiempo. “El huevo o la gallina”, huevo de gallina mapuche (de cáscara verde o azul), interiores de pollo estofados, con weathgrass (el comentado brote de pasto trigo), nuez, crocante de pollo, láminas de apio ($7.800). Y, por cierto, con el inevitable placer de clavarle un trocito de pan en la húmeda yema.”

MUJER
PILAR HURTADO
(JULIO) LA SOPERÍA (Girardi 1413, barrio Italia, Providencia / 9 9888 0393): “La chica que nos atendió era amable y eficiente, explicó que todas las sopas cuestan $4.000 y trajo pancito caliente y, al lado, cilantro picado y pasta de ají, mientras elegíamos junto con las limonadas menta jengibre que pedimos, ricas y servidas en vasos-frasco con bombilla. Mi amiga probó la sopa thai, con curry verde, champiñones, camarones, arroz, crema y láminas de coco y cilantro, que le gustó bastante, sobre todo porque era picante. Yo pedí la sopa de cebolla de autor, con caldo de carne, topping de queso azul y cebollas fritas, que estaba deliciosa y enjundiosa. En ese momento ya se habían terminado un par de sopas y a los nuevos comensales les iban quedando menos opciones. Para probar y compartir una tercera pedimos la oriental, de garbanzos con satay (pasta de maní) y coco, que nos pareció celestial, riquísima y ¡sumamente original! Si no sabe por cuál decidirse, hay una trilogía para probar.”