martes, 9 de octubre de 2018

LOBBY MAG


LOBBY MAG

Año XXX, 11 AL 17 de octubre, 2018
LA NOTA DE LA SEMANA: El vino se junta con las artes en el Patio Bellavista
MIS APUNTES: Bristol
LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR: Hard Rock Café
BUENOS PALADARES: Crónicas y críticas de la prensa gastronómica
 

LA NOTA DE LA SEMANA


 
EL VINO SE JUNTA CON LAS ARTES EN EL PATIO BELLAVISTA

Algunos de los mejores artistas y viñas boutique de Chile se darán cita este 10 de octubre, a las 19:00 horas, en el Patio Bellavista, en lo que será una fiesta para los sentidos, que celebra y pone a disposición de todos dos quehaceres que marcan la identidad de nuestro país: arte y vino.

Cada viña invitada tendrá un pintor o escultor como contraparte, que intervendrá una barrica en vivo a partir del 10 de octubre. Los asistentes podrán observar el trabajo de los artistas, en un mágico recorrido que incluirá degustaciones, venta de productos gourmet y vinos de bodegas que no se encuentran habitualmente en el circuito comercial, entre ellas Maturana Wines, El Escorial, Garage Wine Co, La Ronciere, Lugarejo y VIK.  

La exposición con las obras terminadas se realizará el 24 de octubre, donde se celebrará otro hito con degustaciones, venta de vinos y productos gourmet, para finalizar la muestra el 4 de noviembre. “Del arte extraemos su alto contenido de valor simbólico, asociado a innovación y estilo, y de las viñas buscamos proyectar su alto componente identitario de imagen país”, explica Marcelo Soto, productor general de Vinart.

En esta oportunidad, el periodista Eduardo Brethauer, autor de la popular guía Vinos con Cuento, eligió con pinzas las viñas participantes. “El objetivo es acercar estos tremendos vinos a un amplio público. Realmente, hacer una fiesta ciudadana, donde podamos conocer y sentir el trabajo de artistas de extraordinaria calidad, tanto en las artes plásticas como en la enología”, afirma.

Cuándo: 10 y 24 de octubre.
A qué hora: A partir de las 19:00 horas.
Dónde: Patio Bellavista, Santiago.
Valor: $ 5 mil la copa de degustación.

 

MIS APUNTES


 
BRISTOL
Con un nuevo comedor dedicado a las pastas y dos menús gastronómicos de lujo son las nuevas propuestas del hotel Plaza San Francisco, un clásico que siempre se renueva.

Dependiendo del lado que se mire, 30 años puede ser toda una vida o solo un suspiro para los que estudian la historia. Gastronómicamente hablando, en Europa se considera un clásico a los restaurantes que cumplen 200 años de vida, como La Tour d’Argent, que abrió en 1582 y que aún es uno de los más importantes de Paris. Pero el Nuevo Mundo tiene otro calendario y convertirse en clásico no requiere de siglos de funcionamiento.

Y el Bristol capitalino bien puede considerarse un clásico. Ubicado al interior del hotel Plaza San Francisco, sus muros están tapizados de diplomas, medallas y premios conseguidos desde los años 90. La mayor gracia es que su cocina ha tenido sólo dos chefs ejecutivos, Guillermo Rodríguez y Axel Manríquez, quienes han contribuido al éxito y posicionamiento de este exclusivo lugar de encuentro de empresarios, ejecutivos, miembros del poder político y turistas, en su mayoría europeos.

Atentos al mercado gastronómico actual, la ubicación física y sus clientes, los ejecutivos del hotel decidieron ocupar un espacio libre cerca de los ascensores para instalar su nueva propuesta que simplemente llamaron “Pastas Bristol”, un lugar que replica el tradicional restaurante interior y que ofrece una interesante carta de raigambre italiana, con Antipastos (6.900), Carpaccio de ternera (7.500), un maravilloso Risotto de champiñones y espárragos (7.500) y variadas pastas frescas y secas. Sin duda una novedosa atracción para los amantes de la pasta y para los turistas que viajan “a la segura” y no se atreven a paladear nuevos sabores, aromas y texturas.

En el comedor principal y a la hora de la cena, dos menús gastronómicos de lujo se llevan las palmas.  Creado por el chef Axel Manríquez, comienza con un bocado de alta clase y casi desconocido: el picoroco. Pariente de los percebes europeos, además de extraño es delicioso. Aquí, presentado como Cappuccino, es toda una experiencia.

Luego y para encantar a todos, la Centolla magallánica en caldo de crustáceos, muestra otro de nuestros mejores productos del mar. Más allá, el Róbalo en cancato sugiere ignorados tesoros del sabor y lo máximo: el segundo fondo, una perfecta chuleta de cordero asado, en salsa de carménère y estofado de mote y murta. Gran plato que culmina esta cena para grandes ocasiones que finaliza con un goloso domo de chocolate con centro de naranja y broche de oro… comestible.

Como todo lo bueno, este menú tiene su precio. Cinco tiempos por $49.900 y la opción de un menú más breve, de tres tiempos por $32.900.

Con un servicio de sala –sommelier incluido- de lujo y una maravillosa cocina chilena de mantel largo, hay que reconocer que el Bristol ha mantenido inalterable su alta calidad durante treinta años. Eso lo convierte en un clásico… y también en un ícono de nuestra gastronomía. (JAE)

Restaurante Bristol /Alameda 816, Santiago Centro / 22360 4516

 

LA COLUMNA DEL ESCRIBIDOR


 
HARD ROCK CAFÉ
Juicios y prejuicios

Existe un cierto desprecio de un grupo de intolerantes que tienen suficientes conocimientos gastronómicos, hacia todo tipo de negocios gastronómicos que provienen de los Estados Unidos. Mejor dicho, disparan contra cualquier marca que esté relacionada con la cocina “imperialista” y niegan haberse sentado en algunas de sus mesas alrededor del mundo. Un prejuicio que realmente poco importa a los propietarios o franquiciadores, ya que las ventas de este tipo de negocios han estado durante años en alza y nada detiene su crecimiento. Ni las colas de ratones en los McDonald’s o los escupitajos en los KFC, pasando por los malísimos cafés del Starbucks, lo mal que le fue a los Denny’s y lo nefastos que son los fast food gringos.

Como la vida tiene más vueltas que una oreja, la semana pasada y atraído por un nuevo menú que me enviaron por mail, entré por primera vez al Hard Rock Café, la franquicia chilena de este gigante norteamericano (dicho sea de paso, de propiedad de la tribu aborigen Semínola), pensando más allá del rock pesado o de la música en vivo que frecuentemente se toma el escenario del lugar. Fui a mediodía –más tranquilo- con la finalidad de compenetrarme con la cocina del lugar. La oferta era conocer los nuevos platos que están a la venta al mismo tiempo en todos los locales de la cadena en 63 países del mundo.

De ellos, un poker de ases como su Bourbon glazed baby back ribs: un sabroso y suculento costillar de cerdo ahumado, sazonado y fusionado con una nueva salsa americana de Bourbon + BBQ, servida con papas fritas, ensalada coleslaw (repollo y zanahoria), y macarrones con queso, un plato tan contundente que se necesitan al menos tres personas para dejarlo limpio. Si bien su precio es alto (19.990), al ser para compartir, su valor promedio baja considerablemente.

Si las costillas son un poker, cuatro reinas de corazones podrían ser las fajitas de pollo marinadas en tequila y jugo de limón, con pimientos rojos, choclo asado, jalapeños y cebollas asadas (11.990). Al igual que el caso anterior, un plato para compartir y disfrutar.

Para acompañar, una serie de cócteles al estilo norteamericano donde manda la decoración y el jugo de frutas. Sin ser prejuicioso, el cóctel norteamericano no es de mi agrado, así que, existiendo la posibilidad de beber una copa de vino, incliné mi balanza a lo conocido.

Juvenil y atento servicio. No podría ser de otra manera ya que acá mandan los jóvenes, el rock y la fantasía. El lugar es amplio, cómodo, luminoso y sin estridencias (a mediodía). Todo en grandes porciones, el pie de manzana y canela es uno de los postres más solicitados (acá le llaman fresh apple cobbler) y acá lo acompañan con helado de vainilla y caramelo.

Escasamente algunos millennials podrían leer estas crónicas ya que mi público lector es de otra generación. Sin embargo, recomendar a los mayores una visita al Hard Rock Café no es una locura. Vaya a mediodía y sorpréndase con la cocina de este lugar típico norteamericano. Muchos lo asocian con el fast food o lo que acá llamamos comida chatarra, pero en esta cocina tienen algo que decir y que va mucho más allá de las hamburguesas o el pollo frito. Así, los juicios y los prejuicios acerca de la cocina gringa serán bastante más sinceros. (JAE)

Hard Rock Café: Costanera Center, Nueva Tobalaba 0412, Nivel 1, Providencia / 22618 9612

BUENOS PALADARES


CRÓNICAS Y CRÍTICAS                                             
DE LA PRENSA GASTRONÓMICA

LAS ÚLTIMAS NOTICIAS
RODOLFO GAMBETTI
(Octubre) DANÉS (Mall Alto Las Condes / 22755 5946): “El Danés se instaló en el Mirador del Alto, del mall Alto Las Condes. Espacio muy especial, para público que se siente tan especial como el estallido de una galaxia (o sea, con enferma buena opinión de sí mismos). En ese Mirador no hay restaurantes de la vieja escuela, sino todas las especialidades se han separado en otros tantos locales” “Le gusta el Angus, ese animal alimentado en la pampa de tremenda carne. La que tiene Chile Beef, tan cara como rica. Y se preparó un crudo ($7.500), con la carne cortada a cuchillo para que no quepan mezcolanzas espurias en la receta. Más una memorable entraña, de 200 gramos, $15.900. Y arrollado de huaso genuino. Agregó además a la carta su tártaro de atún ($8.900), muy rico. Y para las damas que “comen verduritas para seguir viéndose bellas” (espero que ningún palurdo me pase un parte por el comentario) reemplazó a partir de este Dieciocho el pan por lechuga escarola en su serie de golosos sánguches.”

WIKÉN 
ESTEBAN CABEZAS
(Octubre) GUSTO VIETNAM (Av. Francisco Bilbao 1315 / 22993 2783): “Para partir, evitando los rollitos fritos, que tanto se parecen a los tan conocidos chinos, se optó por unos que vienen fríos en fina masa transparente de arroz, unos nems ($6.500). A través del contenedor -porque son como esos cuerpos de plástico para aprender de venas y arterias en el colegio- se ven las verduritas picadas, menta y unos camarones de casting, los que se remojan en una característica salsa agridulce. Se siente y se come sanito, la verdad. Por otro lado, unos panqueques crujientes, maravillosos por su sabor -hechos con tres harinas, explica el caballero que atiende-, que se sienten harto menos saludables, pero OMG, qué ricos que son. Son los bánh xéo ($7.500), rellenos con algo de camarón, chanchito y dientes de dragón. Hay que bañarlos en una salsa bien licuada que viene con ellos. Crujen, y crujen mucho. Una gloria de sabor y textura, pero sin contarle al doctor.” “De fondos, un vacuno a la pimienta ($7.000), muy blandito y salteado con hartos cortes de pimentón al dente, acompañado de un arroz blanco. Y la clásica sopa local, la pho ($6.200), que es un caldo clarificado, con harto tallarín de arroz con carne y verduritas, que hemos probado más aromáticas, por lo que se acercó más a la categoría de comida de hospital. Sanita igual, entonces, pero al debe en exotismo.”

WIKÉN
RUPERTO DE NOLA
(Octubre) LE PAIN QUOTIDIEN (Av. Kennedy 5413 local 364-B, Parque Arauco): “Lo que hemos catado en Le pain quotidien es de excelente calidad. En primer lugar habrá que destacar su baguette, que es la mejor que hemos comido en Santiago (aunque en Francia las hay superiores): crujiente y durita por fuera, con poca miga por dentro, y de buen tamaño ($1.500). Muy bueno también es su croissant ($1.000), y la brioche ($1.000) es de las mejores de esta plaza (aunque a nosotros, quizá, nos gusta un poco más "huevosita"): un pan fino, tan fino que con mantequilla es una pequeña fiesta.” “De excelente factura son las masas de hojaldre: hemos probado un rollo de canela y otro de pasas ($1.500) que están entre los mejores que se ofrecen en esta ciudad. Y por la misma línea va el croissant de almendras ($1.500). Habrá quien prefiera sus rollos de canela más canelosos; pero a nosotros nos pareció que la mesura del aroma del que probamos lo hacía perfecto.” “De la pastelería catamos un éclair de vainilla con cubierta de chocolate ($2.800) cuya crema pastelera es fuera de lo común: una delicia de sencillez y perfección. Y nos aventuramos con un queque de plátano vegano, a pesar de que no padecemos de veganismo, que resultó ser, como era de esperarse de algo que lleva esa fruta, muy bueno, y muy bien especiado, además. La tarta de manzana, en cambio, adoleció de un exceso de esencia de almendras.”